La cantidad de veces en las que he pensado en esto es un número demasiado alto, por lo tanto no seré específico en eso.
Mi vida se basa en una cápsula, sí, una cápsula en donde estoy ahogado de innumerables libros y cuadernos con infinidad de información, debido a eso la única distracción que tengo dentro de esa cápsula es leer de principio a fin todos esos libros y cuadernos. Creo que es una explicación bastante gráfica de cómo es mi vida, pero no se preocupen, a medida que vayan sucediendo las cosas me conocerán cada vez más.
Siéndoles sincero: soy malhumorado, engreído, egocéntrico, tímido y vaya usted a saber qué más. Nunca me consideré de esa forma – a excepción de lo tímido –, pero por azares de la vida, mientras me encontraba caminando por el ancho pasillo de mi preparatoria, mis oídos lograron escuchar tales críticas de los que eran – en ese entonces – las chicas y chicos de último año. Debo admitir que en ese momento, al ser un «pichón» de primer año en la preparatoria, me sentí terriblemente mal. Luego de llorar varias noches seguidas por tales críticas destructivas hacia mi persona, terminé mis días depresivos pensando sobre cómo habían sacado ellos tales conclusiones de mí. ¿Quiénes eran ellos para hablar así de alguien más? ¿Acaso alguno de los que conformaban ese grupo de chicos de último año me conocían? Pues no, ninguno conocía más que mi nombre así que decidí presentarme ante ellos y aclarar los que pensé podrían tratarse de rumores – aunque me parecía un poco tonto, ya que realmente no había hablado con nadie –.
El día llegó y estaba completamente decidido en ir e intentar socializar un poco. Confesaré que estuve pensando en las diversas posibilidades – todas positivas – que podrían ocurrir si me colocaba frente a ese grupo de chicos y chicas dos años mayor que yo y decía mi nombre y apellido, aclaraba las opiniones que consideraba totalmente contrarias a la realidad y nos convertíamos en amigos. El sencillo pensamiento del poder conseguir amistades hacía que mi pecho se contrajera de emoción y lograba hacerme sentir realmente feliz. Sí que era un «pichón».
Recuerdo que fueron unos pocos minutos después de que la campana que indicaba la finalización de clases sonara cuando logré visualizar al mismo grupo de muchachos que habían dicho tales mentiras sobre mí y que por alguna razón no me habían molestado, simplemente entristecido y deprimido. Luego de inhalar fuertemente – con el fin de realizar alguna acción que indicara la valentía que estaba teniendo –, comencé con pasos suaves y temerosos pero luego me reprendí mentalmente pues nadie querrá ser amigo de alguien tímido y débil ¿no es cierto? A pesar de que mis piernas flaqueaban inconscientemente y al principio se me dificultaba mucho el poder caminar sin pensar en que caería por algún paso en falso debido al nerviosismo, terminé con pasos firmes y que mostraban "seguridad".
Al llegar a mi destino, todos me miraron expectantes y podría jurar que las chicas hasta de manera despectiva. «Es sólo por lo que piensan de ti» recuerdo haber pensado en ese momento.
— "H-hola" – musité con algo de nervio en mi voz – "Y-yo soy Ryouta Izumi" – informé para inclinarme luego – "H-he venido aquí para aclarar algo que he escuchado hace varios días."
Ninguno de los presentes decía ni una sola palabra, ni el más mínimo sonido, lo que me dio la entrada a seguir hablando.
— "He escuchado críticas destructivas sobre mí y realmente no entiendo quién ha dicho algo tan atroz pero les puedo asegurar que todo es mentira" – finalicé.
Todos me miraban de arriba a abajo con una mirada que no podía descifrar. El hecho de que no dijeran ni una sola palabra me comenzaba a incomodar y empezaba a sentir que todo lo dicho había sido en vano.
— "¿De qué año eras?" – preguntó, por fin, uno de los muchachos del grupo.
— "Soy de primero" – respondí casi que inmediatamente.
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Oscuridad
RomanceAntónimo de luz, oscuridad. Antónimo de felicidad, tristeza. Antónimo de compañía, soledad. Antónimo de Ian, Ryouta. Y ahí, es cuando nuestra historia comienza.