Carta de la maestra Amanda

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Mi querido y apreciado Leroy:

No puedo asegurar que la noticia de mi suicidio te haya caído de peso o te haya dolido, así como tampoco puedo asegurar que no te importó, ¿verdad? Muy dentro mío hay algo que quiere creer que mi muerte te dolerá, quiere creer que tu objetivo no era hacer que yo acabara con mi vida, quiere creer que sólo te habías desviado del buen camino y hacías lo que hacías para encajar... y créeme que no te culpo por eso.

Quiero hacerte saber que, a pesar de todas las bromas que me jugaste, tú llegaste a ser parte importante de mi vida, sin verte todos los días me habría suicidado desde antes...

Porque te quiero, te quiero mucho, Leroy.

Sé que estoy casada y con una hija, pero tú llegaste a enamorarme. Ridículo, ¿no es así? El alumno que me molestaba y bromeaba constantemente fue del que caí enamorada... no me arrepiento de eso, aunque tal vez debería, y debería haberte dicho algo antes de que sucediera todo esto.

Dentro de este sobre hay un collar, ¿te acuerdas de él? Es ese collar que todo el tiempo llevaba a la escuela, ese que muchos de ustedes intentaron agarrar para ver lo que había en su interior... pues bien, mi querido Leroy, hoy verás lo que hay en él.

Te lo he dejado a ti porque como te dije, te volviste muy importante en mi vida y jamás habría pedido enamorarme de alguien más. Si abres el collar podrás encontrar una foto tuya y mía, ¿recuerdas esa foto? Fue ese día de la posada de Navidad, me pediste que me tomara una foto contigo y accedí, la tomaron y después sentí algo caerme en el cabello, eran mayonesa y camarones, ¿por qué? Supongo que hacerme bromas los divertía. Mi vestido rojo favorito quedó arruinado, lleno de grasa de mayonesa, eso no se quita fácil en seda...

Me reí, ¿qué otra cosa podía hacer? No podía desquitarme o enojarme, tal vez si toleraba todo eso podría llamar tu atención, ¿estaba en lo cierto? Jamás lo sabré.

Esa foto la metí ahí cuando fui al baño, tal vez haya sido una suerte que nos dieran una foto grande y varias pequeñas, aún tenía mayonesa en el cabello, me había comido algunos camarones y tenía un poco de lágrimas en los ojos, miré la foto y sonreí, vi que valió la pena la mayonesa en mi cabello así que dejé de llorar, corté la foto y la metí ahí para verla y recordarme el por qué estaba soportando todo esto... era difícil, demasiado diría yo, pero gracias a esa foto, lo soporté tal vez más de lo que un humano promedio soportaría. En cierto modo, tú me ayudaste a vivir más tiempo del que pretendía.

No te reprocho nada, amor mío, sé que no era tu intención y sé que no querías que nada de esto pasara; yo tampoco lo quería, pero hay cosas que uno no puede evitar. Tal vez ya estaba escrito que yo debía sufrir y después morir de una forma horrible, aunque esperaba morir de vieja en mi cama... no creas que ahorcarse es una forma hermosa de morir, pero lo prefería a sufrir más con pastillas o dispararme en la cabeza.

Como sea, no es cosa tuya, yo lo decidí así, aunque, ¿por qué te digo esto?

Espero que seas muy feliz, Leroy, espero que encuentres la felicidad que yo no pude darte y ojalá cambien tú y tus amigos, no porque sean malos, sino que a veces las bromas pesadas afectan de diferentes formas a las personas. Quién sabe, ¿qué tal si bromean con alguien que tiene demasiados problemas en casa? Sólo eso haría que la bomba explotara y se mataría antes de que puedan hacerle la segunda broma... Sólo recapaciten ¿sí? Eso me haría descansar en paz... sólo ese es mi último deseo.

Te quiero mucho Leroy, te veré en la otra vida.

Atte: tu maestra Amanda.

Yo asesiné a mi maestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora