Capítulo 23

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La velada estaba siendo agradable, ahora mismo me encontraba bailando una canción lenta en los brazos de James, sus brazos eran como el cielo, me sentía bien en ellos.

Una vocecita chillona me sacó de mi viaje al cielo.

-Adivina quien soy- esa vocecita...

-Amanda- grite y me aparte de James para darle un fuerte abrazo a mi amiga, hace mucho que no la veía, ella se había ido a estudiar a otro lugar y desde entonces había visitado varios lugares.

-Pensaste que no venía, chiquita- me haló el cachete-No me perdería ni un cumpleaños tuyo.

Amanda era unos meses menor que yo, tenía unos grandes ojos cafés claros, y su cabello era como el de Ariel, rojo. 

-Es un gusto verte por aquí nuevamente, tenemos tanto de qué conversar- ella elevó una ceja y miró hacía James, ya sabía por dónde venía esto.- James, ella es Amanda, Amanda él es James

-Su novio- cuando iba a seguir hablando, me detuve cuando escuche esas dos palabras, y volteé a mirarlo, él tenía una gran sonrisa dibujada en los labios mientras saludaba a Amanda, yo estaba en shock.

-Creo que nos vemos luego- soltó una risa, sus ojos se posaron en mi hermano, quien estaba sentado en la improvisada barra recorriendo con la mirada todo el lugar pero no la veía a ella.

-Luego te cuento- le susurré en el oído y le guiñé. Ella sonrió y fue en dirección a mi hermano.

-Y eso que fue- pregunte con una sonrisa a James quien me miraba fijamente

-Próximamente, tu regalo de cumpleaños, preciosa- me dio una vuelta, haciéndome enredar en sus brazos- Quieres tomar un poco de aire.

-Claro, no creo que se molesten si me voy cinco minutos.- sonreí

-Cariño, a dónde van- apareció mi madre de pronto

-Señora Ross, no se preocupe, vamos a dar unas vueltas y a comprar algo y regresamos- le regaló esa sonrisa que provocaba una emoción en mi madre.

-No demoren- nos guiñó y se fue.

-Si no la conociera bien, diría que le gustas pero te ve como algo imposible.- solté una risa

-Es una lástima, porque a mi me gusta la hija- volví a reír, pero esta vez fue una risa nerviosa- Oh Emma, tu risa es música para mis oídos- miró hacía todas las direcciones, estábamos por donde los invitados habían aparcado sus autos, en un santiamén, James me acorraló contra su auto.

-Estás tan hermosa esta noche, Emma- sus ojos estaban oscuros, y sus pupilas dilatadas. Oh Dios...

Me dio besos en la frente, en las mejillas, en los labios, me dio por último un fuerte abrazo y me dio vueltas en el aire.

-Feliz cumpleaños, preciosa. Ya eres legal- Reía mientras me daba vueltas, despacio me bajo y me atrapó entre sus brazos.- Ven, sube- me abrió la puerta del coche.

-A dónde vamos.- pregunte con cierta emoción en mi sistema nervioso.

Encendió la música mientras ambos cantábamos, eran cerca de las doce de la noche, de pronto el auto se detuvo y nos detuvimos delante de un gran edificio. 

¿Qué hacemos aquí? pregunté para mis adentros.

-Realmente no es mucho, no sabía que era tu cumpleaños cuando me lo dijiste hace dos días, y no tuve mucho tiempo para pensar y planificar.- dijo como si hubiera leído mis pensamientos, o fue que lo dije en voz alta.

Me tomó de la mano, y entramos al ascensor, todo estaba en silencio, llegamos a un mostrador donde estaba un señor- el guardia, supongo- jugando cartas en la computadora.

-Bagner- saludó James.

-Joven James- fue como si se hubieran dicho todo con sólo una mirada- Todo listo.

-Gracias- Respondió James y entramos al ascensor.

-Nunca he estado aquí- Hablé casi en un susurro.

-Mucho mejor, entonces.

Subimos hasta lo que parecía el último piso, y James no decía nada, me miraba las manos nerviosas y al alzar la mirada sus ojos estaban mirándome fijamente como si quisieran ver más allá.

Iba a preguntar algo cuando James me agarró por los brazos y empezó a besarme y esto se me hizo muy parecido a algo: 50 sombras de Grey. Pensar en eso me hacía temblar las piernas.

El ascensor se abrió, nuestras frentes estaban unidas, nuestras respiraciones eran como si hubiéramos corrido un maratón. Se arregló la camisa y salimos.

Había un bonito camino de rosas y velas, esto era muy hermoso, nunca nadie lo había hecho por mí, Oh mi Dios... Lleve las manos a la boca en forma de sorpresa.

James me miraba cauteloso mientras nos adentrábamos más y más. Llegamos hasta un gran ventanal donde se veía la ciudad, eran pequeñas lucecitas, se veía increíble a estas horas, me gire hacía James que tenía un brillo de alegría en sus ojos. Se alejó un poco y puso una música suave, la atmósfera era suave, romántica, era una pieza de piano. Oh...

Me tomó por la cintura, me giró hasta quedar de frente a frente, y empezamos a bailar aquella melodía tan hermosa, sus ojos no se apartaban de los míos. Dimos vuelta y vuelta, hasta que nuestros labios quedaron a milímetros, y nuestras narices chocaban, se acercó un poco más y juntó nuestros labios en un beso suave y rítmico, casi igual a nuestro baile de unos segundos atrás.

Se alejó de mi y sonrió- La cena está lista- su sabor mentolado chocó contra mi nariz. Me sorprendía este nuevo James, según los rumores él no era así con nadie.

-Es muy hermoso, no tienes el derecho a decir que no has tenido tiempo para pensar en un regalo cuando esto es perfecto, y quizás el mejor regalo.

Me miró con dulzura, llevó mi mano hasta su boca y besó con delicadez mis nudillos.

Se levantó y fue por una champan y dos copas, sirvió un poco en cada copa y me la tendió.

-Brindemos. Feliz cumpleaños- chocamos las copas, yo solté una pequeña risa, esto era perfecto, se veía la hermosa ciudad de Manhattan alumbrando para nosotros, y apenas estábamos alumbrados por la tenue luz de la luna y las velas.

Cenamos en silencio, compartiendo una que otra mirada y sonrisa.

-Es muy lindo para que acabe pronto, pequeña, pero tengo que llevarte a tu fiesta- se levantó y me tendió la mano. Sonriendo aunque decepcionada, la acepté, quería quedarme más tiempo con él aquí.

***

-Llegó la celebrada- Gritó mi hermano y todos comenzaron a gritar y a cantar la típica canción del feliz cumpleaños.

Al mirar a mi hermano, tenía a Amanda abrazada con un brazo, y sonreía mientras con su mano libre sostenía una copa con vino. Se veía tan feliz.







Tú, mi perdición. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora