Capítulo 27

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El viernes se había acabado, dándole paso al fin de semana. Estaba durmiendo plácidamente cuando mi teléfono empezó a sonar, haciéndome dar un respingo y caer de la cama.

-Diga- hable con voz adormilada.

-Hija- la eufórica voz de mi padre sonó al otro lado de la línea, y enseguida una gran sonrisa se extendió por toda mi cara.

-Papá, hola- escuché la voz de una pequeña, y supe enseguida que estaba con la pequeña Jessy, mi hermana de 2 años.

-Emma estoy en Manhattan, no sabes las ganas que tengo de verte. Quisieras salir a comer con tu viejo padre

-Oh papá, no estas tan viejo, sólo un poquito- me acomodé en el frío piso mientras restregaba mis ojos con mi mano libre.- Hasta cuando estarás aquí, claro que quisiera comer con mi viejito lindo.- escuché su risa al otro lado de la línea.

-Estaré aquí hasta el martes por la tarde, me gustaría también ver a Fernando, no he hablado mucho con él... desde ya sabes... Quisiera tener una buena relación con mi hijo mayor, pronto Jessy cumplirá años y quisiera que ambos estén presentes, y si ya tienen parejas mucho mejor, aunque no quisiera que mi niña tenga novio, creo que tendré que comprar una escopeta.

Reí ante su drama, él sabía que había terminado con Brad, pero no las razones y no se las pensaba decir. Y no sabía que ya había alguien que me traía de cabezas.

-Que te parece si salimos a desayunar mañana... Hoy ya quedé con alguien, si no molesta,igual si te apetece puedo cancelarla.

-Oh, no cariño, ve y diviértete, espero que mañana me cuentes con quien saliste, te envió la dirección del lugar para quedar, y lleva a tu hermano. Te quiero.

-Y yo a ti, adiós.

Me puse de pie y tan pronto como colgué la llamada, el nombre de James apareció en mi pantalla. Con una sonrisa aún más grande conteste.

-Señorita, buenos días, espero que hayas dormido bien.

-Señor, buen día, claro que sí, si recibo llamadas tan buenas como estas a primera hora de la mañana tendré los mejores días.- sentí su sonrisa, lo conocía.

-Llamaba para que no te olvidaras de nuestra cita de hoy, mi madre está feliz de que vengas a comer a casa, y en la noche podríamos ir a una fiesta, si deseas.

-Claro que sí, me encantaría.- Vi la hora y eran las diez de la mañana, debía estar temprano en el almuerzo con los padres de James.- Si no te molesta debo irme a arreglar para un elegante almuerzo- Reí- ¿Me recogerás?

Antes de terminar mi pregunta, la puerta sonó.

-Puedes empezar con abrirme la puerta- y colgó. Mierda, yo estaba despeinada y con pijama de panda. ¡Oh, no! Los golpes en la puerta se hicieron más insistentes. ¡Al carajo!

-Bonita pijama- estalló en risas nada más abrir la puerta. Me crucé de brazos y arqueé una ceja divertida.

-Hasta con una pijama de panda te ves muy guapa- trató de calmar su risa y me puso el gorrito con orejas de panda que colgaba del pijama y nuevamente rió.

-Bien, nos vemos- traté de parecer seria.

-Vale, vale, no me río- soltó otra carcajada y no pude evitar reírme con él.

Se sentó en el filo de la cama viendo como yo sacaba ropa a volandas, no sabía que ponerme. En un momento inesperado y de un tirón me haló hacía él, cayendo en la cama debajo de él.

-Qué me estás haciendo, Emma.- su nariz se hundió en mi cuello respirando profundamente- Hueles delicioso- me sonrojé.- Me gustaría hacerte el amor, aquí y ahora mismo- sus ojos tenían aquella chispa que me gustaba. Lo halé, poniéndolo debajo de mí, tomando yo el control de la situación.

Despacio y nerviosa, las manos me temblaban, retiré su camisa dejando ver su escultural cuerpo de Dios griego. ¡Cuánto me gustaba! Procedí a sacar sus pantalones, deslizándolo por sus piernas, sacó un preservativo y se deshizo de su boxer dejando ver toda su erección, se colocó el condón. Con fingida seducción deslicé mi pijama quedando sólo en bragas, se pasaba las manos por la cara de frustración. Con lentitud saqué mis bragas haciendo que su tortura sea más larga. Me tomó de la mano y tiró de mi. Quedé encima de él, empecé a besar su torso desnudo, una idea se prendió en mí, fui bajando hasta su erección, repartí besos en aquel lugar que proporcionaba placer, escuchaba los gruñidos y jadeos de James, por más que imaginé su miembro en mi boca,  me proporcionaba miedo, aparté la idea, tal vez después.

Me subí sobre él y con cuidado me hundí en él, viendo como su cara se contraía por el placer, la diosa que llegaba dentro bailaba y saltaba por toda la habitación alegre de ser yo quien hacía disfrutar a este Dios. Fui cogiendo ritmo, despacio, rápido y nuevamente despacio...

Llegamos juntos al climax, me derrumbe sobre él, sentía como todo mi cuerpo temblaba y mis piernas parecían gelatina, estaba acostada sobre su pecho mientras él me acariciaba el cabello y dejaba besos en mi cabeza, miré el reloj eran casi las doce, me levanté de golpe.

-El almuerzo- Expliqué y salí corriendo al baño. En menos de cinco minutos ya estaba duchada y empezaba a vestirme, me puse un vestido rojo corto, con cuello, y unas medias negras, unas botas negras de cuero y deje mi cabello suelto, tomé una chaqueta también de cuero y ya estaba lista, puse brillo en mis labios y un poquito de rubor en mis mejillas, aunque con James a mi lado no las necesitaba.

-Te ves preciosa- se acercó hasta mí y me dio varios besos- Quisiera hacerte el amor todo el día- dijo abrazándome.

-Sus deseos son ordenes, joven- respondí de forma juguetona y baje de la mano con James. 

Mi madre estaba en la cocina ya preparando su almuerzo, le di un beso fugaz en la mejilla y salimos en dirección a casa de James.

Los nervios se hacían más evidente mientras más cerca estábamos de su casa. Rodeó el auto y me abrió la puerta, le di una sonrisa en forma de agradecimiento. Tome su brazo y fuimos hasta la puerta.



Tú, mi perdición. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora