No seré quien perderá

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Shizaya.

—¡Izaaaaya...! —gritaba Shizuo, sin dejar de correr tras él. Acababa de coger una máquina expendedora de bebidas para lanzársela a su archienemigo, el ser más despreciable del planeta—según él—, quién sonreía victorioso.

Era tan, increíblemente, fácil enfadar a Shizuo, que podría dedicarse a ello.

—¡Voy a matarte! —le gritó.

El rubio lanzó la máquina al contrario, quién saltó, esquivándola.

Se dio media vuelta para encararlo, esperando que este le dijera algo.

Aunque nunca admitiría algo tan patético, él disfrutaba mirándolo.

El cuerpo de Shizuo emanaba desprecio y odio hacia el moreno. Y cualquiera que lo conociera en Ikebukuro, diría que su propia figura desprendía llamas de fuego, que podrían quemar a alguien a cientos de kilómetros. Y no se equivocaban del todo.

Él siempre había sido conocido como el hombre más fuerte de la ciudad.

—¿Qué haces ahí parado, mirándome? Deja de huir y enfréntate a mí. –Izaya ensanchó su sonrisa y abrió la boca para hablar.

—No tienes nada que hacer conmigo Shizu-chan —Sus palabras sonaban seguras, pero sólo él sabía la verdad, y era que él tenía miedo de su enemigo. Pero eso nadie podría saberlo jamás—. ¿Para qué quieres morir tan pronto? Es divertido hacerte enfadar, y no quiero acabar con eso aún.

Shizuo gruñó y saltó hacia el más bajito. Este lo esquivó, sin el menor problema.

¿Por qué le gustaba tanto hacerlo enfadar? Ni el mismo sabía el verdadero porqué de ello. Sólo se limitaba a disfrutar del momento.

—Sabes que no seré yo quién perderá contra ti. —Izaya parecía estar muy seguro de sus palabras.

Vorona, la chica rubia que ahora también trabajaba de guardaespaldas de Tom, al igual que Shizuo, pasaba por allí y vio al rubio quién mantenía una mirada de puro odio hacia el otro chico con el que estaba.

—Shizuo —lo llamó. Cuando este alzó la vista hacia ella, continuó hablando—. Tom te está buscando. Quiere que lo ayudes con cierto trabajo.

El rubio relajó todos sus músculos y se quedó quieto mirándola.

—Bien. —Fue lo único que dijo. La forma en que lo dijo sonaba serio, pero más bien estaba enfadado. ¿Es que no iba nunca a librarse de la pulga? Le echó una última mirada a Izaya, quién antes de que lo mirase se había quedado con la boca abierta al contemplar aquella escena, y disimuló una sonrisa malévola. El rubio lo imitó y se largó sin decir nada.

¿Había aquella chica conseguido que Shizuo no le hablara de malas maneras? ¿Había conseguido, incluso, que ni siquiera lo insultara a él, antes de irse?

Aquello lo dejó impactado.

No sabía porqué, pero le había molestado lo que acababa de presenciar. Y lo único que se le ocurrió fue idear un plan para volver a sacar de quicio a Shizuo, pero esta vez a un nivel más alto, en el que nadie podría impedir una pelea entre ambos.

¿Quién era esa tía para interrumpir aquello?

[...]

Como Izaya seguía manteniendo contacto con Celty, aunque ambos se llevaban mal, la llamó para que realizara un trabajo para él. Obviamente era una trampa. Pero eso nadie lo sabía, sólo él mismo.

La chica aceptó a regañadientes. Necesitaba el dinero y como le ofreció una cantidad de dinero aceptable, no lo dudó. Pero no le agradaba trabajar para él.

No seré quién perderá [Shizaya] [One-Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora