Mil veces [Cabaret de Terciopelo]

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Garen aspiró profundamente el aire helado de la noche. Habían pasado tres noches desde que el recuerdo de la mujer lo perseguía como un fantasma, torturándolo con promesas que, sabía, nadie podía cumplir. Había evitado el cabaret a toda costa, alegando tener pilas de trabajo atrasado. Era una verdad a medias, necesitaba pensar con sensatez y para ello era necesario alejarse de ella... al menos un tiempo, aunque se destruyera por dentro en el proceso.

Se enderezó en la cama con el recuerdo de la mujer quemando su cuerpo, su pecho desnudo recibió la caricia de la noche, la brisa recorriendo su piel como el llamado de la muerte. Oprimiéndolo con fuerza, debilitándolo. ¿Sería esa su hora final? Era ridículo, un absurdo. No moriría en el campo de batalla como un gran guerrero o como un héroe que luchaba por la justicia, si no como un pobre maldito que alucinaba con el recuerdo de una mujer pelirroja. Aunque sabía que no sería la primera vez que algo así ocurría por su causa.

El delicado cuerpo a su lado se movió hacia él, presionándose con una vehemencia solo guiada por el deseo de la carne. Garen miró a la mujer que dormía profundamente, tenía el rostro seductor de las hechiceras. Labios llenos y pechos exuberantes. Era innegablemente bella. Con los ojos tormentosos y la perenne mueca arrogante en la boca. Había pasado incontables noches aferrándose a sus caderas, buscando saciedad en ellas pero no era suficiente, jamás lo sería.

Garen se levantó despacio, no quería despertarla. Se estremeció al imaginar la caricia de otra mujer, al imaginarla bajo el peso de su cuerpo, gimiendo ante su toque. La necesidad le secó la boca, se acercó a la mesa cerca de la ventana y se sirvió una copa de vino. Bebió el licor como si se tratara de agua, de un trago, hasta el fondo.

Aquellos ojos verdes lo habían mirado. Estaba seguro. ¿Qué pensaría ella de él? ¿Estaría asustada? Era difícil saberlo.

Su cabello rojo... su cabello rojo le quemaba la piel y el recuerdo le quemaba el pecho con una necesidad apremiante, irracional.

De repente, una ola de deseo le recorrió el cuerpo, cuando volteó, la mujer en su cama ya lo devoraba con la mirada. Garen dejó caer la prenda que colgaba de sus caderas, regresó a su lado y con frenético anhelo, dejó que el placer consumiera, como llamas, aquel deseo prohibido. Una y mil veces se ahogó en ella, una y mil veces el recuerdo se aferró a él.

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Buenas noches, bellos lectores, con esta actualización se acerca el momento que hemos estado esperando: el encuentro cara a cara de Kata y Garen ^-^ Les agradezco de todo corazón el tiempo que dedican en mis historias :D

Nos leemos :)



Katarina - La Daga SiniestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora