3. Rescate (?

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3.

-¡Edgar! -llamó el Manu caminando hacia sus amigos. El pelirrojo se volteó y le sonrió. Ahora tendría más ayuda, pensó.

Jaime tomó una silla y se la acercó para que se sentara.

-Manu...

El pequeño tomó la silla con manos temblorosas y miró con lágrimas en los ojos a Edgar.

-Ya, desembucha. -dictó con preocupación el ruliento y el Manuel se sentó. -¿Qué pasó weón?

Y solo bastaron esas palabras para que éste enrojeciera y mordiera su labio, reteniendo el llanto que poco a poco fué cediendo.

El Jaime y el Edgar se pararon a la vez, atónitos por la reacción del kawaii del grupo.

-Ya, ya, ya pasará. -Dijo el ruliento mientras abrazó a su amigo y el barbón se sumaba al abrazo. Pero eso solo hizo que llorara más.

-No, Edgar. -dijo con su voz entrecortada. Aún no asimilaba la situación. Aquella wea que vió parecía sacada de una película de mafiosos.-N-No ha pasado. E-El Nico...

-¡¿Qué pasó con ese weón?! -Gritó el barbón. Si algo le pasaba a ese culiao... Conchesumadre.

La gente del recinto empezaron a mirarlos raros, tanto que tuvieron que salir para conversar tranquilamente.
El colon del Jaime reventó y agarró a garabatos a todos los giles que les miraban con cara de asco. ¿Qué se creían los culiaos? ¿Acaso nunca habían visto a una persona llorar? El mundo estaba convertido en una mierda.

Esperaron al Manu en un banquito que estaba cerca, y mientras él se calmaba, empezaron a hacerse sus propias ideas de lo que podría ser el motivo del llanto del Yelo.

"Lo violaron" "El Nico lo traumó" "Lo patearon" y otras weás más. Pero nunca se imaginaron de lo que en verdad sería.

-Ya weón. Suelta la pepa. Ahora.
-reclamó el Elmo molesto. ¿Qué tenía que ver en todo esto el Nico? ¿Qué hizo para que el Yelo se pusiera así? Todas esas dudas le ponían de un humor de perros.

-Ya oh. -dijo sollozando. Se sentó al lado del Edgar y éste pasó su brazo encima del hombro del Manu, dandole apoyo psicológico. -Es que...weón.

Tomó su rostro y suspiró.

-Les contaré todo ¿ya? -dijo respirando hondo. Los dos asintieron y esperaron expectantes. -Iba caminando feliz por la vida como aweonao, cuando de repente veo al Nico con un weón.

Dicho esto el barbón frunció su ceño.

-Ya... ¿y?

-Y entonces todo bien poh. -habló con tranquilidad. -Y me dije 'Ahh este culiao está engañando a este otro culiao' y como buen espía me puse a seguirlo para después webearlo.

-Vete al grano reculiao, o sino... -dijo enrojecido el Jaime. Aquello no le provocaba nada de gracia. Pero el ruliento rió ante la reacción del elmo.
Realmente está preocupado, pensó el semental.

-Calmación, calmación. Déjenme continuar. -rió nuestro Yelo para después ponerse serio y seguir hablando. -Entonces, los empecé a seguir. Se comieron... un helado y hablaron por un buen rato. Estaba aburrido y decidí irme pero algo me llamó la atención. Entraron a un callejón y de repente se oyó un grito. Luego apareció un auto y bajaron caleta de weones y fueron al callejón. Weón, me asusté más que la chucha. Me subí a un taxi y de reojo vi al auto, donde los weones estaban subiendo algo. Me dió miedo y pensé lo peor. 'Conchesumadre, el Nico' y le dije al chofer que siguiera al auto culiao. Pasamos a una de esas calles donde hay clubes striper y el auto se detuvo en un local. Luego le dije al conductor que se devolviera y los empecé a buscar.

La voz del Yelo al contar la historia se apuraba cada vez más, hasta que terminó y limpió algunas lágrimas que retenía. Tanto el barbón como el semental estaban en shock, no comprendían la situación, que era de película. Estaban tiesos y pálidos como el papel; y sus rostros asustados que daban a conocer que pensaban lo peor.

-¡¿Qué vamos a hacer weón?! ¡No podemos dejarlo solo con esos weones! -El primero en hablar fué el Jaime, que sin duda estaba desesperado. Se paró y empezó a dar vueltas en círculos, puteándose por dejarlo solo.

-¡Siéntate reculiao! -grito el ruliento. Estaba igual de estupefacto y le dió rabia no haber podido hacer nada. -Esta wea no podemos hacerlo solos, les vamos a contar a los cabros y ahí veremos como sacar el Nico de ahí.

-¡Pero es que no puedo esperar weón! -Chilló enfurecido. El Edgar y el Manu se levantaron del asiento, y el Jaime resignadamente llamó a los demás conchesumadre para que se encontraran en una plaza.

***

-¿Y queríh que nos traguemos esa wea? -dijo el panes terrible de volaoh. Todos estaban confundidos, no sabían si era una broma más o si de verdad pasó.

-Weón, yo lo ví. -dijo el Manu reteniendo un sollozo. -S-Se lo llevaron...

El peshoh miró a los ojos a sus amigos y vió lo tan apenado y shockeado que decidió apoyar a su amigo.

-Ya weón, me convenciste. Y ahora ¿Cuál es el plans? -preguntó poniendose junto al Jaime y el Edgar.

Al otro lado aún seguían el Bestia, el Iván, el choreza y el Keke, quiénes aún no se decidían. Era arriesgá la weá, y ellos no iban a meter el potito al agua por una broma.

-Tshoaaa, yia conchesumadre, como si fuera tan grave la weá. -bromeó el Iván. -Debe ser otra de las bromas que nos hace ¿Se acuerdan cuando fingió que le robaron y nosotros fuimos como weones a verlo? Y al final, broma la wea.

-Pero si fuera broma alguno de nosotros sabría poh. -comentó el tío Naiko, quién estaba de lado del Manu. -Acuérdate que esa vez el único que sabía era el Edgar y éste weón tampoco lo delató, y le siguió el leseo.

Asintiendo el Bestia dijo.
-Puta conciencia, mejor me voy a su lado. -Se puso al lado del Jaimens y suspiró resignado.

Y así nomáh. La discusión se cerró y los que quisieron se sumaron a la búsqueda del tío Gosu.

Los que quedaron-El choreza, el Keke y el Iván- se fueron con la excusa de jugar una partida de LoL con algunos compañeros de la U.

-Putos reculiaos. -farfulló el Elmo molesto. -Saben que el Nico está en problemas y no hacen ninguna weá.

Los demás se le quedaron mirando y pensaron: "Puta el weón preocupado, está loco por su princesa."

Pero no dijeron nada que pudiera estrujar más de lo que estaba al colon del pelirrojo.

Lanzaba putadas y quién lo miraba mal, lo fulminaba con la mirada y decía: "Que miraih cochino conchetumare" y la persona de inmediato se cohibía y se alejaba.

Con pasos fuertes se fué al paradero de la micro y los cabros lo siguieron. "Déjenlo, ya se pasará", decían constantemente para que dejaran tranquilo al Jaime.

Callados se fueron a aquella dirección. Ninguno estaba de humor para hacer bromas, pero a veces bromeaban sobre cosas que pasaban dentro de la micro.

Pero no se dieron cuenta que en otra micro, continua a la de ellos, iba hacia la misma dirección el Iván con el Keke. En sus rostros se dibujaban sonrisas maliciosas mientras imaginaban espléndidos actos de lujuria. Habían inventado la excusa perfecta para no participar en el "rescate" de Nicolás. Y la verdad es que ellos lo habían visto, pero su coartada no los ponía de lado de los salvadores, sino de los raptores.





¿Tu Prostituto? Mi Prostituto. /JainicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora