2. Inesperado.

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2.

Se sentía frustado y decepcionado.

¡Cómo pudo haber sido tan weon!

Rompió la hermosa amistad con el Jaime. Y no había vuelta atrás.

Se sentó en un banquillo de una plaza culia, y tomó su rostro con sus manos.

-Soy un weon conchesumadre, Jaime reculiao. -murmuraba apenado. De pronto se acordó de todos aquellos días en los que había compartido con el pelirrojo, todos esos días...

Sus ojos se empaparon de lágrimas y ocultó más su rostro. Se sentía una mierda. Nunca quiso admitirlo, pero de verdad estaba enamorado del comunista culiao.

Ahogó un sollozo y se abrazó a sus piernas. Vida culia. Amor culiao. Jaime culiao.

En su mente vió la expresión del barbón y tiritó ante aquella imagen.

-Hey ¿Estás bien?

Un hombre apareció frente a él y lo miró apenado.

Nicolás respondió tristemente que estaba bien, pero el desconocido adivinó su estado anímico y lo invitó a comer un helado. El moreno accedió inseguro, de alguna u otra forma sentía que debía olvidarse de lo que había pasado y luego disculparse con el barbón, para luego ser de nuevo amigos.

El desconocido solo le sonrió y camino con Nicolás hacia un puesto de helados que había al frente de la plaza.

-Me llamo Cristobal.-se presentó el desconocido, quién ahora se llamaba Cristobal.

-Nicolás. -dijo el moreno extendiéndole la mano a Cristobal, quién solo sonrió maliciosamente. -Gracias, en serio, me alegraste el día weon.

-No pasa nada, yo también me encontraba mal. -dijo Cristobal alegremente.

-¿Y a voh qué te pasó? -preguntó riendo.

-Nada. -rió con cansancio. -Estoy buscando personas para un trabajo.

-Ah weno. -Nicolás solo asintió y siguió caminando.

Hace rato que estaban hablando y él se sentía a gusto con Cristobal, pero cada cierto tiempo recordaba al pelirrojo y tenía una punzada en el pecho.

Después de comer el helado, caminaron hablando de sus vidas. El moreno se veía muy alegre y tranquilo. Ya había recuperado su buen humor.

Todo va a mejorar. El Jaime me perdonará y seremos mejores amigos otra vez. Está decidido.

Pero no todo iba a hacer de color de rosas.

-No hables con ningun weón aparte de mí.
-Jaime culiao, te estas diciendo weón.
-Cállate weón y hazme caso, perra.

Sin duda, recordaba aquellas palabras dichas alguna vez por el Jaime. Pero en aquel momento, no pudo distinguir de lo que estaba bien y lo que estaba mal.

-¿Cristobal?

Lo tomaron de la cintura, taparon sus ojos, impidiéndole ver y unas manos lo levantaron.

- ¡¿Qué wea?! -gritó alarmado. Pero eso fué lo último que dijo. El pañuelo que tenía amarrado en los ojos se corrió y vió dos siluetas, una de ellas era Cristobal.

Hijo de puta reculiao.

Pateó esperando pegarle a algo, pero fué en vano. Lo habían subido a una especie de auto y otra vez un weon le tapó la boca, pero algo era diferente.
Tenía cloroformo.

Poco a poco fué cerrando los ojos. Esto tiene que ser un sueño. No debe ser verdad. Yo tengo que disculparme con alguien. No me puede estar pasando esto. No por favor.

Lágrimas se acumularon en sus ojos. Estaba realmente asustado. Su cuerpo se paralizó y no pudo hacer nada para salir de aquél martirio.

Y entonces se le vino a la cabeza un rostro. Su persona favorita.

Jaime...


[Jaime.] Mientras tanto en un Burguer King.

- Puta la wea. -refunfuñaba el pelirrojo. Estaba molesto. El colon le iba a explotar en cualquier momento. -¡Puta Nico culiao!

Revolvió su cabello desesperado. ¿Qué sentía él por el moreno? ¿Aquella sensación de verdad era amistad?

No entendía nada.
Y para el colmo, su amigo había desaparecido, lo había estado evitando en la U y ahora no sabía de su paradero.

Puta la wea. Puta la wea.

Golpeó su cabeza varias veces en la mesa del Local basura, donde estaba con su amigo Edgar, que había ofrecido sus oídos para escuchar al barbón.

-¡Ya poh! ¡¿Qué te pasa weon?! -preguntó el Edgar enojado. -¡¿Es por el Nico, verdad?!

El barbón se calló durante mucho tiempo. Debía de ordenar sus pensamientos. Tenía la cabeza revuelta, como un huevo frito.

De solo pensarlo le dió hambre. Y antes de hablar, mordisquió su hamburguesa.

-Edfgarf -Lo llamó con la hamburguesa en su boca. El ruliento con una mano en su rostro lo miró con desdén. Pero se fijó en una figura que él conocía a lo lejos. Frunció su ceño y entrecerró sus ojos para ver bien.

Siguió a la silueta y la vió entrar al recinto donde estaban, estaba de espaldas, pero no se le hizo difícil reconocerlo. Era el Manu.

Quizá los andaba buscando, y no dudó en venir a este lugar con comida basura, pues era donde frecuentaban ir.

El Yelo se dió la vuelta y los buscó con la mirada preocupado. Se pasó la mano por el rostro, frustado.

¿Y a este weón qué le pasó?

Su mirada contactó a la suya y el semental percibió temor.

Miró asustado al barbón, quién seguía comiendo su hamburguesa, despreocupado.

Un escalofrío pasó por su espalda, y algo le dijo que no serían buenas noticias.

¿Tu Prostituto? Mi Prostituto. /JainicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora