Eso, Son Pasos

1

LENA

Respiré profundamente antes de entrar en la cancha.
-" Tu puedes Lena"- pensé.
Abrí la puerta dándole un golpe con el hombro y ahí estaba él, con su mirada intimidante, mirando su pizarra y dibujando jugadas. A una pequeña parte de mí le dieron ganas de darse media vuelta y marcharse, pero ya no había vuelta atrás.
Me saludó con la cabeza y me apoyé en la caja de los balones, junto a él.

Las niñas fueron llegando y les dimos un balón a cada una. Como primer día, jugamos un cao y un partido todos juntos. Al terminar, las alevines salieron de la cancha con una sonrisa en la cara.
-¡Qué majas son!- dije entusiasmada.
-Sí, y para tener once años no son nada malas - respondió mientras recogía balones, cerraba el carro y lo dejaba en su sitio.
Mientras él iba hacia el almacén, me quedé pensando un momento. Lo conocía desde hacía cinco años, de verlo con su hermana, pululando por los partidos del primer equipo, pero nunca le había hablado, hasta la primera reunión de entrenadores del curso.
Siempre me había dado mucho respeto, con su mirada sería de ojos negros como el carbón, que analizaba siempre el juego de una manera muy detallada y apuntaba todo en el móvil, sin quitar ojo a la pista. Muchas veces me había quedado mirando cómo hacía todo aquello, mientras fruncía el ceño ligeramente.

-¿Lena?- escuché una voz y salí de mi trance
-¿Sí? Sí, sí- dije yo, dándome cuenta de que era Jon - estaba empanada, je, je, je...
-Ja, ja, ja - su voz grave y profunda inundó mis oídos - se ha notado - dijo echando su brazo derecho por encima mio.
Seguimos caminando hacia las escaleras y en cuanto llegamos a ellas dejó caer el brazo a un lado de su cuerpo. Sentí una ligera bajada de temperatura, de repente tenía frío, mucho frío.
Salimos fuera del polideportivo y cada vez tenía más frío.
-¿Estás bien? Estás tiritando -preguntó con tono preocupado
-No, tranquilo, me ha entrado un poco de frío de repente - dije restándole importancia.
Llegamos a su coche y tras varios minutos de disputa de si me llevaba o no, me empujó dentro. Le dije donde vivía y se pasó las tres salidas para entrar a mi urbanización.
- ¿A dónde vamos? - pregunté intrigada.
Él se limitó a mirarme divertido y a guiñarme un ojo.

Qué tarde más movidita iba a ser...