Parte 3: "Deslealtad"

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Avance hasta su cuerpo joven e inmaduro, su rostro deformado por la caída y su piel pálida teñida de un rojizo espeso. Su pequeño abdomen estaba lleno de astillas y vidrio, un sollozo escapó de su garganta pero fue su última señal de vida.

Lágrimas, hirvientes, dolorosas y transparentes salieron de mis ojos en un estruendo. Extendí mi mano para tocarlo pero una sombra grisácea apareció al fondo del salón, extendió su larga mano y fue jalando hasta consumirlo completamente. Corrí hacia ella pero una luz me cegó, era un reflejo, sobre algo...otra daga. Me acerque y la tome, atada en ella estaba un pequeño lazo azul. Mire a mi alrededor, dando me cuenta que no estaba sola.

Un joven de aspecto demacrado yacía amarrado y de espaldas hacia mí; era alto y delgado, su ropa estaba intacta a comparación de su rostro lleno de moretones. Corrí hacia él, su cabello era castaño y ondulado, y en su muñeca derecha había un número "31052000". Con la daga corte sus sogas, pero por más que lo sacudía no lograba despertarlo; temía que estuviera muerto, sobre todo a mi alrededor, sobre la sombra, sobre el abrupto fin de mi hermano...pero sobre todo, temía de mí.

Decidí recostarme en una esquina junto a él; tome la daga y la acerque a mi cuello, solloce y lo presioné hasta sentir una punzada, pero una mano débil y tambaleante la alejó rápidamente de mí.

-Si quieres terminar con tu vida podrías hacerlo lejos de mí, pero mínimo tener la decencia de decirme ¿dónde carajos estoy y por qué?- su voz sonaba débil pero potente, era seca y firme con una pizca de sarcasmo.

Se fue levantando de poco a poco mientras yo me quedaba pasmada. Estaba confundida, hace menos de cinco minutos lo había sacudido a muerte para ver si estaba bien y este se va sentando medio mareado como si nada, es que mi vida es cacho de maravillosa.

-¡¿Quién eres? y ¿qué haces en esta casa?!

-¡Es lo que quiero saber yo! Solo recuerdo haber hablado con una chica de maravilla, despertar en un ático con un niño muerto a mi lado y de ahí todo fue oscuridad. Mira que no me has respondido sobre qué carajos hago aquí.- Dijo ya de pie, su billetera cayó junto a mis pies al estirarse.

Rápidamente la tomé y leí "Noah Payton J., 22 años..." me la arrebato y guardo con desdén. De repente una voz inundo el lugar "¡Que hermoso! Dos preciosas criaturas se reúnen en nuestra competencia, una busca justicia, otra un camino, una busca libertad, otra un ancla, una busca esperar a que todo sea una mentira y la otra que se convierta en realidad...quién ganará este emocionante juego" la voz se calló dejándonos de nuevo en una inmensa capa de vació.

Lo mire con desconfianza; yo buscaba justicia, quería hacer pagar a lo que fuera que haya asesinado a mi familia, y él, él parecía estar contento con todo esto. Su cara era un poema en el momento en el que salí de la habitación echando humos.

-¿A dónde vas? ¿Harás esto tu sola? Si no recuerdas no eres la única atrapada aquí- dijo acercándose a mí.

-Si no lo recuerdas esta es mi casa, y se cuidarme sola.

-¿Quien dijo que era para cuidarte? Es para salir de aquí- El desprecio se notaba en su voz y fruncí el ceño.

Baje las escaleras con él a mis espaldas, la nieve se había extendido ya sobre un par de escalones y la tormenta parecía no parar. Me recargue sobre la pared junto a la puerta, y extendí la mano para que se fuera; él miró el exterior con desconfianza, parecía irritado y eso me gusto.

-¿Esperas que salga con eso?-señaló la ventisca- Estas loca si esperas eso.

-Tu eres el que quiere irse, y te estoy dando todo el derecho así que, qué mejor ahora que nunca ¿no?

Dio un paso y la puerta se cerró de golpe, esa voz resonó en la estancia "Que mala anfitriona eres Rose, también tardas en comprender que este juego consta de dos jugadores, ¿no la tienes muy fácil eh?, él cuenta como una daga, lo corres y adiós...vida."

Él volteo a verme con una sonrisa, una muy arrogante a decir verdad; regrese la vista al frente y subí al segundo piso, de nuevo con él a mis espaldas. Avanzamos hasta la última puerta, aquella que llevaba a la azotea (o desván). La puerta rechinó al abrirse, igual de vieja que aquella casa y que solo en festividades era abierta, mi madre evitaba a toda costa que subieramos, como evitaba la puerta con todas esas fichas de identificación.

Adentro todo era oscuro, olía a humedad y el polvo nos hizo toser. El lugar estaba repleto de cajas sobre cajas, muchas estaban rotas o desparramadas en el suelo.

En el centro de esta había una caja de la cual miles de luces salían, las mismas luces que usábamos en navidad para iluminar el árbol. De repente una música del tipo bailarina musical salía de ella, pero esta era distinta. Rápidamente Noah corrió hacia ella y al estirar la mano algo lo jaló al interior de esta caja.

Corrí hacia él, que se mantenía agarrado de una orilla, era sorprendente como esta no se doblaba y soportaba su peso. Tome su mano y así como yo tiré de él, este también se impulsó hacia adelante. La caja se cerró y se arrastró hasta el fondo desapareciendo en la oscuridad.

Tanto Noah como yo nos sorprendimos que debajo de esta no hubiera ni un hueco ni nada.

-Vamos Rose, sigamos esa caja escurridiza.- dijo, se levantó y estiró su mano.

Dudosa, la tome y me jalo así el. Se dio la vuelta, me miro y camino hacia donde había desaparecido la caja conmigo detrás de él. Nos acercamos al final del desván y la oscuridad nos inundó. Las luces se prendieron de repente dejando ver un mensaje en la pared.

"Start" y junto a este una puerta se abría lentamente...una que había aparecido en la nada.

Frío como el otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora