Nuevos aires torcidos.

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Se llamaba Natalia. Me hize rápidamente muy amigo de ella. Demasiado rápido.



Las apariencias engañan.
Cómo me hubiese gustado saberlo antes.



En un principio ella era alegre, radiante; amistosa, pero eso duró poco.



Por aquellos tiempos usabamos Tuenti. Una red social cómo otra cualquiera.

En ella, Natalia encontró a una tal María, la cuál vive muy cerca nuestra e iba a venir a nuestro mismo instituto.



No era trigo limpio. Es totalmente verdad lo de que las apariencias engañan, vaya. Y es que, físicamente parecía una chica pequeña de edad y muy respetuosa, pero sólo bastó que abriese la boca para soltar los peores insultos por haber.



Me hize muy amigo de ellas y no fue hasta Noviembre de ese año que dejé de juntarme con ellas.



Siempre íbamos juntos al instituto, y desde un día y probablemente por iniciativa de María, empezaron a irse sin mí, o se iban unos minutos antes. Lo hacían a propósito y yo oía sus risas de fondo un par de metros detrás de ellas. Incluso a veces corría para alcanzarlas y ellas huían a propósito.


Yo era nuevo y no sabía con quién juntarme. En Halloween me mancharon de tarta a propósito y sin motivo, solo para reírse de mí.



Muchas veces en los trabajos que hacíamos en mi propia casa me pegaban o me encerraban en las escaleras con pestillo. Para ellas era un juego. Yo no me quedaba quieto pero intentaba ser paciente. Me insultaban. Muchas cosas me hicieron.




Vinieron un día a mi casa a saludar pero lo que hicieron en realidad fue romper una torre de castillo que había terminado de a pilar. Suena ridículo, y lo es. Pero estallé. Mi paciencia rebosó. Ya estaba harto. Les grité y las eché de mi casa. No me iba a dejar maltratar por dos chicas.



Afronté estar sólo en clase durante un día y algo. Pero fue sólo cuestión de tiempo que pudiese establecer más amistad con los demás compañeros.




Ribs (Costillas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora