5:14 am.

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Escuché un sonido muy fuerte junto a mí y desperté deliberadamente sentándome sobre mi cama, un sudor frío recorría mi frente lentamente hasta mi mentón... En mi pecho resonaban con fuerza los latidos agitados de mi corazón. De nuevo había tenido una pesadilla y como siempre, no podía recordarla. Miré el reloj sobre la pequeña repisa junto a mí, eran las 5:14 am. Apagué la alarma.

̶  Bien, hoy llegaré temprano a clases.   ̶  dije para mí mismo mientras me estiraba un poco. Consideré por un momento volver a dormir, pero después de todo si volvía a acostarme me sería muy difícil levantarme más tarde.

Como cualquier otro día, me quité las cobijas de encima, me puse las pantuflas y salí de mi recamara hacia el baño. Al entrar puse seguro a la puerta y me metí a la ducha, el agua estaba muy helada. De pronto escuché la perilla de la puerta tratando de abrirse.

̶  Mamá, si la puerta tiene seguro es porque hay alguien adentro ¿Cuántas veces te eh dicho que si quieres entrar debes tocar antes para que te abra?   ̶  nada. Solo silencio, la manija de la puerta ya no se escuchaba girar

  ̶  Perdón mamá, no quise hablarte así... Es por la hora; despertar tan temprano me pone un poco de malas, de verdad.    ̶  no contesta, probablemente se fue hace rato.

Después de bañarme y cambiarme, alisté mis cosas para ir a clases, una vez tuve todo listo me dirigí a la cocina y tomé asiento.

̶  ¿Ya está listo mamá? Tengo mucha hambre.   ̶  de nuevo sin respuesta, no escuchaba su voz desde... Espera un momento ¿Cuánto tiempo llevo sin escuchar su voz?  

̶  Mamá, ¿aún estás molesta por lo de hace rato...? Perdóname ¿sí?    ̶  le dije con una enorme sonrisa forzada en el rostro, pero ella se seguía cocinando frente a la estufa, sin pronunciar una sola palabra. Todo esto comenzaba a inquietarme bastante.

̶ Tu padre no podrá llevarte hoy a clases Nicolás, anoche llegó borracho de nuevo, no creo que se levante hasta más tarde    ̶  resonó la voz de mi madre, seca y apagada. Eso me pesaba mucho, no me gusta escucharla de esa manera.

̶  Ánimo mamá, cuando vuelva de la escuela hablaré con papá sobre ello, y por la escuela no te preocupes, hoy desperté muy temprano, además, si tomo el autobús llegaré muy a tiempo    ̶  le respondí con el mejor ánimo posible, pero de nuevo volvió a quedarse sin decir nada, parecía como si estuviese sorda, dándome la espalda, posada frente a la estufa, en un profundo y melancólico silencio.

Al final me preparó un pan francés, un par de tocinos con huevo y una malteada de fresa, pero sentía que algo faltaba, no se apreciaba bien el sabor de la comida, era casi como comer... aire. Termine el desayuno y me dirigí a la puerta, mi madre había salido de la cocina desde que me dejó el desayuno sobre la mesa, así que desde la entrada grite  

̶  ¡Hasta luego mamá, nos vemos en la tarde!    ̶  y de nuevo, sin respuesta, comenzaba a preocuparme que mamá se pusiera así por culpa de papá. Pero en fin, ya era cosa de todos los días, así que no le di gran importancia. Salí de la casa y comencé a caminar.

La calle por la que caminaba era muy tranquila, llevaba casi 8 años viviendo aquí. Era una zona residencial muy amplia. El autobús escolar hacía su parada justo a contra esquina de mi cuadra. Mientras lo esperaba, jugaba con el vapor que salía como pequeñas nubes de mi boca, Ya era invierno y comenzaba a hacer frío.  

 ̶  Quizás mañana deba salir de la casa con suéter...   ̶  pensé.

El autobús estaba tardando demasiado, ya eran casi las 6:30 y comenzaba a desesperarme un poco. De alguna manera el sol no calentaba ni un poco y mi piel se sentía cada vez más helada con el viento invernal de diciembre.

̶  No pasará hoy ¿sabías eso?   ̶  escuché decir detrás de mí a una voz muy dulce que llegaba a ser casi infantil, las palabras quedaron resonando en mi cabeza unos segundos y yo permanecí inmóvil. Sin decir una palabra me giré lentamente para ver a la persona de dulce voz.

Al verla, ella ladeo la cabeza un poco y me sonrío, su largo cabello castaño y ondulado bailaba al compás del viento, me miraba con unos ojos alegres que reflejaban seguridad en sí misma, su sonrisa no hacía otra cosa más que agrandar la belleza de su claro rostro y por alguna razón yo...  

­ ̶  ¿Acaso te comió la lengua el ratón?   ̶  me dijo mientras reía ligeramente.

̶  ¿E-Eh? L-Lo siento, no te vi llegar...   ̶  le dije con mi voz llena de nerviosismo, era una chica lindísima, nunca la había visto por el vecindario, pero ¿Cuánto tiempo llevaba detrás de mí? ¿Será que solo iba pasando?  

 ̶  No te preocupes, solo pasaba por aquí, voy a la escuela, te vi parado en éste lugar e imagine que esperabas el autobús, así que me acerqué a decirte que hoy no pasará    ̶  me dijo con un tono muy alegre en su voz.

̶  ¡Vaya! Jajaja, entonces era eso    ̶  le contesté intentando sonar un poco más tranquilo.  

̶  Supongo que tendré que ir caminando ésta vez    ̶  seguí diciéndole, pero creo que sólo hacía el ridículo frente a ella.  

 ̶  ¡Genial! ¿Te parece si vamos juntos? Siempre camino sola a la escuela, de vez en cuando se siente bien tener algo de compañía    ̶  me respondió con una risilla inocente al terminar de hablar, por alguna razón, dude un segundo en darle mi respuesta, pero al final, lo hice  

 ̶  ¡Claro! encantado de acompañarte    ̶  entonces ella pareció algo impresionada, casi como si hubiera estado segura de que me negaría a acompañarla y entonces de su boca salieron unas palabras que por ningún motivo pensaba olvidar.  

 ̶  Gracias... por cierto, casi lo olvido, Mi nombre es Leila...   ̶  me dijo la chica, con una sonrisa en su rostro.



El tiempo es...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora