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Llorar hasta el desmayo o el interminable dolor de cabeza que parece encarnársele a uno en lo más profundo de los sesos. Tener tanto odio por uno mismo, tanto que hasta nos parecen irreales e inentendibles todos aquellos años de convivencia con nuestras mentes perturbadas, tantos años de soportarse a uno mismo. Y cuando llegan los reproches: ¿Por qué no me di cuenta antes de que me odio? ¿Por qué no me eliminé antes?
Lo pensás varias veces, intentás encontrar algo por vivir, por qué quedarse. Las razones son tan frágiles como la convertibilidad y sos menos convincente que Fidel Castro izando la bandera de Estados Unidos. Querés morirte y tenés millones de razones por las cuales hacerlo. Y sin embargo, todavía rogás por una sola razón para quedarte. Una sola razón te salvaría, una sola sería suficiente. No la encontrás, no porque no sepas buscar, sino porque simplemente no hay. No existe la razon por la cual deberías quedarte en este mundo.
¿Por tu familia? ¿Quedarte por tu familia? ¿Que los suicidas somos egoístas? Es la gansada con menos sustento que escuché. Pongamos lógica. Uno no quiere vivir porque sufre, porque está triste. Entonces, algún ser "inteligente" te dice que todo el mundo te quiere, te aprecia, que no podes hacerle eso a tu familia. Entonces uno tiene que vivir en pena porque no se le puede hacer eso a la familia. Pero uno tiene que curarse, que sacarse la enfermedad, y la mía es estar viva.
¿Tengo cara de querer aguantar mi pena para que otros lloren cinco meses mi muerte y después continúen con sus vidas? Entonces llámenme egoísta, cuando ellos lo son, porque no pueden entender la depresión. Te tortura, te viola, te rompe. Necesitás morirte porque sabés que ya no podés hacer nada, que duele demasiado estar vivo.
Pero cuando querés morirte, lamento decirte que ya no existe nadie, solo vos y la muerte. Las pastillas, la soga, el balcón, la bañera, el secador de pelo, el tren, lo que sea. Sos vos y la muerte, más próxima que nunca.
Y esta vez, claramente inevitable.

-Cielo Latini, Abzurdah.


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