Cambios.

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  Desperté en una habitación de hospital blanca y deprimente, como cualquier otra. El único sonido que podía percibir era el de los aparatos que a mi cuerpo estaban conectados.

  Me incorporé con dificultad y miré hacia la ventana, la cual estaba situada a mi derecha, al lado de la cama. La lluvia acariciaba el cristal, titubeante. El cielo se mostraba aburrido y sin vida. Me encantaban los días así. 

  ¿Qué hacía allí? No lo sabía. Intenté hacer memoria, inútilmente. Evidentemente algo grave debió sucederme. 

  De repente, escuché como la puerta de la estancia se abrió y miré hacia esta.

  Me quedé largo y tendido observando al chico que acababa de entrar. Su cabello era completamente blanco, al igual que el mío. Su tez parecía estar hecha de papel. Y sus ojos, negros como el ala de un cuervo, me engulleron. 

  - Tú eres ___ , ¿no es así?

  Asentí finalmente, sin habla.

  El chico extendió su mano, ofreciéndomela, tras haberse acercado lentamente hasta la cama en la que yo reposaba.

  - Ven conmigo - dijo sin más.

  - ¿Q-quién eres?

  Él me sonrió con dulzura, acariciando una de mis, ahora sonrojadas, mejillas: 

   - Kaneki. Kaneki Ken.

  Le miré francamente sorprendida. ¿El motivo? Días atrás (puede que incluso meses) escuché repetidas veces, en los medios de comunicación, aquel nombre. Kaneki Ken. Un estudiante japonés de 19 años, había desaparecido. Nadie conocía su paradero. Ahora, lo tenía justo delante de mí. 

  Aunque estaba algo cambiado.

  - ¿Dónde has estado todo este tiempo? - pregunté, algo asustada, dado que no quería molestarle.

  - Luchando para sobrevivir.

  - ¿Sobre... vivir?

  Un gran estruendo interrumpió nuestra conversación. Kaneki agarró mi mano con delicadeza. No perdía la calma ni un instante.

  - ___ , he venido a ayudarte. Por favor, confía en mí.

  Posó su mirada oscura sobre la mía, dejándome sin aliento. Al instante, uno de sus ojos comenzó  a cambiar notablemente. Su iris se tiñó de rojo sangre y su globo ocular de un negro tan intenso como el de su laca de uñas.

  - Tú eres igual a mí, ¿no te has dado cuenta?

 - ¿Y-yo soy...?

  Y de repente, lo hizo. Sus labios se unieron a los míos perfectamente, haciéndome sentir una corriente embriagadora. Fue un beso suave. Fue un beso mágico. Fue un beso único. Mi corazón saltaba de alegría.

  - No tenemos mucho tiempo, ___ - me contestó con un ligero rubor en sus mejillas- Te lo explicaré cuando salgamos de aquí.

  Tras cogerme en brazos, Kaneki se precipitó por la ventana de la habitación.

  Mi vida estaba a punto de cambiar radicalmente.



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⏰ Última actualización: Mar 12, 2018 ⏰

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Tú eres igual a mí. -One Shot (Kaneki Ken y ___).-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora