Historia #1

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El niño siente que en la habitación hay más de una persona; el niño ve la silueta oscura de la otra persona; el niño siente como la cama se hunde poco a poco bajo el peso de esa otra persona.

— ¿Tienes miedo? —pregunta la otra persona, con voz aterciopelada.

El niño no contesta. Ve la silueta de la otra persona inclinada sobre él, percibe su aliento nauseabundo en el rostro.

— ¿Qué es lo que más te asusta, Juan? —Vuelve a preguntar la otra persona— ¿Tienes miedo, Arturo? Todos duermen. Mamá y papá no pueden hacer nada por ayudarte, ¿eso te asusta Juan?

El niño sigue sin responder; ahora sus ojos se le han llenado de lágrimas, pero se niega a pedir ayuda: su madre le ha dicho que él ya es un niño grande y que los niños grandes no lloran en las noches.

—Hueles tan bien Juan. Tan bien que me dan ganas de comerte ahora mismo, de un solo bocado, en vez de hacerlo como lo había planeado: poco a poco.

El niño siente como su brazo es levantado unos centímetros y luego una lengua que lo recorre lentamente.

Entonces, manda las palabras de su madre a pasear y comienza a llorar.

La madre del niño se despierta sobresaltada al escuchar el llanto de su hijo y cree que es el despertador.

La madre del niño sale de su habitación; en los pocos minutos que tarda en enterarse de la situación y decide salir de su cuarto, el niño aumenta el volumen de su llanto y ahora parece como si lo estuvieran asesinando.

La madre del niño entra en el cuarto de su hijo y enciende la luz. El niño está sentado en la cama, solo, pero con una mirada llena de pánico en los ojos. Sigue llorando pero se calma un poco al ver que ya no está la otra persona, que sólo están él y su madre.

— ¿Qué pasa Juan? ¿Qué es lo que te he dicho de gritar por las noches? —pregunta.

Igual que con las preguntas anteriores, el niño no contesta y se limita a mirar a su madre de manera tiernamente triste. Su madre no puede soportar esa mirada y, resignada, dice:

—Venga, vamos a mi cuarto para que duermas con tu padre y conmigo.

El niño se levanta rápidamente de su cama y corre hacia donde está su madre. Al llegar a ella, se abraza a sus piernas y lanza una mirada de pánico al lugar que acaba de abandonar.

— ¿De verdad crees que todas las noches viene una persona a intentar comerte? —pregunta la madre del niño mientras se dirigen a su cuarto.

El niño sólo baja la mirada; no sabe cómo contestar a eso.

A la mañana siguiente el niño debe ir al kinder, así que su madre lo levanta y lo mete a la bañera. Mientras la madre le enjabona a su hijo el brazo, se percata de una serie de marcas que la noche anterior no había visto. Al examinarlas más detalladamente, piensa que podrían ser marcas de dientes.

La madre del niño mira a su hijo y entonces empieza a reflexionar sobre el miedo que tiene a dormir sólo. Después de todo, ¿no afirman las personas que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad?   


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