Capítulo 7: Vida normal; buscando al Spartan perdido

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―Creo que ese trabajo va perfecto con tu personalidad ―comentó Cortana a John mientras este hacía ejercicio en el patio trasero de la casa.

―Tal vez este sea el definitivo ―comentó el hombre mientras seguía con lo suyo.

―Espero que si, porque la verdad, ya me está preocupando que no te puedas quedar en un trabajo más de tres días seguidos, ya sea porque rompiste algo o porque simplemente te aburre ―la voz y actitud de Cortana era relajada. Aquel era su día de descanso y había planeado pasarlo en la casi total inactividad.

―No todos podemos hacerlo todo ―decía John mientras continuaba con sus ejercicios, aunque por su condición de Spartan el esfuerzo era mínimo. Se detuvo y tras un sonoro suspiro de resignación dijo―: Definitivamente necesito más peso para poder sentir el ejercicio.

―Si... somo sea. Creo que ser guardia de un antro es un trabajo muy bueno para ti, ya que no te oxidarás en tus habilidades para controlar situaciones difíciles. Además, la paga que ofrecen es muy buena y sobre todo, podrás mantener tus capacidades de pelea en buena forma ―animaba la muchacha.

―Aunque no tan buena como cuando peleaba con los Elites o los brutes ―afirmó el Spartan.

―Pero algo es algo ¿no lo crees? ―comentó la mujer.

―Tienes razón ―el hombre detuvo sus ejercicios, miró a Cortana y le preguntó―: Y ¿cómo te ha ido en tu trabajo?

―No me puedo quejar. Me encantan los libros y siendo sincera, el trabajo de bibliotecaria me fascina. Me siento como cuando viajaba en las redes de UNSC o las civiles. Hay mucho conocimiento y... ya sabes, me encanta aprender ―Cortana sonreía alegre a causa de su trabajo.

―¿Dónde está Catherine? ―preguntó John al no ver a la doctora.

―Debe estar platicando con alguno de los vecinos, ya sabes que aún no se integra por completo con sus compañeros de la escuela, así que busca la compañía de personas mayores para no sentirse tan fuera de lugar ―John la vio serio, sus ojos estaban fijos en ella―. Ya sabes como es ella. Un momento se comporta como una niña y al siguiente es nuevamente la anciana doctora. De hecho, a veces me he puesto a pensar que algo debió salir mal con la clonación.

―Yo más bien creo que lo hace para molestarnos.

―Si, también he pensado en eso.

―¿Y ha estado tomando sus medicamentos?

―A su respectiva hora, como si fuera reloj.

―Bien ―John se levantó del suelo, se quitó la camiseta que vestía y se acercó a Cortana, quien de inmediato se paró.

―¿Ya tienes hambre? ―preguntó ella viendo la bien formada figura del supersoldado.

―Un poco, pero primero quiero ducharme, he sudado demasiado. Aunque no por el ejercicio.

―Bien, entonces voy a buscar a Catherine para que venga a acompañarnos.

John entró en la casa, Cortana se quedó parada mientras observaba la espalda del musculoso hombre. Y ¿qué mujer, en su sano juicio, no voltearía a ver aquél cuerpo que parecía de piedra por su firmeza? Ni parecía que John pasaba de los 45 años de edad. Claro, la criogenización había sido en parte responsable de que el hombre aparentara menos edad. Cuando por fin John desapareció de la vista de la chica, esta se fue a buscar a su hermana.

Dos meses habían pasado desde que John, Cortana y Catherine llegaron a Minister y se establecieron en el pueblo de Rose Valley. Durante ese tiempo, los tres habían tomado roles que les ayudaran a integrarse en la sociedad:

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