TRES

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A las 4 de la mañana estábamos Suarez, el dirigente del caso con el que ya había intercambiado unas palabras en la escena del crimen, Augusto Moliner, el médico forense, y yo frente al desgraciado que apuñalo a una inocente madre.

-Así que... Gustavo Palai, paraguayo, no tiene familiares directos, trabaja como mano de obra en el municipio de Morón.-recapitulo Suarez.

-Tres puñaladas en la zona frontal alta, aplicadas con un cuchillo de uso doméstico de unos 15cm de longitud con mango de plástico, y un corte horizontal en la zona traqueal de la víctima, Barbará Prieto- acotó el forense.

-Bien, ¿Por qué lo hiciste?- pregunté a cara de perro.

El albañil miraba el centro de la mesa petrificado, sin reaccionar.

-¿Por qué... lo... hiciste?- insistí con rabia entre los dientes.

-Venganza, honor, ira. No sé con cual quedarme para justificar mis actos. Lo que sé es que no me arrepiento.- dijo el asesino mirándome con esos ojos enrojecidos de ira y odio con una pizca de pena.

-¿De quién te vengaste? ¿De una mujer que volvía a su casa como todos los días, madre de un pequeño?- pregunté reteniendo mis ganas de estrangularlo hasta la muerte.

-¿De quién me vengue? -dijo con un tono burlón- De la que todos recordaran como heroína, como una buena madre, buena compañera, buena persona y buena policía. La misma persona que yo recordare como la que apuntó entre medio de las cejas de mi pequeño Gonzalo, mi único amigo, mi vida. Lo único que me quedaba y fue arrebatado por ella. El tan sólo estaba intentando escapar de sus balazos y ella.... Ups! "se le escapó un tiro" y así de simple... nunca más lo vi, mirándome con esos ojos cálidos llenos de alegría e inocencia, de esperanza. Esa persona, por culpa de ella decidí arruinar mi vida. Fue un trato justo, le arrebate la vida porque ella arrebato la de mi pequeño hijo.


FIN.


Dylan E. Rodríguez


LíNEA 214Donde viven las historias. Descúbrelo ahora