Relato 1

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PdV Marina (Punto de Visión)  

El sonido del despertador me saca del sueño. Al principio me quejo, pero luego recuerdo el día que es hoy. Primer día de las vacaciones de verano, especial por lo que significa, pero también por lo que me espera. Bajo corriendo las escaleras, y aunque doy algún traspiés consigo mantenerme en equilibrio. Mi padre me espera en la cocina con una gran sonrisa y el desayuno preparado, sabe la ilusión que me hace este viaje, al ser el primero que haré junto a mis amigos.  

-¿Estás contenta?- dice él.  

-Papá, ¿no es obvia esa pregunta?- respondo.  

Él ríe – pues sí, es algo obvia cariño - .  

Cuando me siento, observo el desayuno que ha preparado. El nunca había hecho nada igual.

-¿Y esto?- digo, con los ojos abiertos como platos, realmente me impresiona.  

-Ya que vas a pasar dos meses en pleno campo, he decidido preparar algo para que te acuerdes de mi- a continuación, hace su habitual pucherito, y no puedo evitar sonreír. Le hace parecer joven, como en las fotos en las que aparece con mamá, haciendola reír como me hace a mí. Parece haberse percatado de que estoy pensando en ella, pues se sienta a mi lado.  

-Tu madre estaría orgullosa de tener una hija tan independiente y responsable. No quiero que estés triste hoy, vas a pasarlo bien- me acaricia la mejilla, él siempre tiene sus grandes respuestas, las que me hacen feliz.  

-Lo sé –respondo. Intento disimular una sonrisa, por su tranquilidad. “Estaría orgullosa” me repito, me gustaría que esa frase cambiara a un presente. Que ese coche no se hubiera cruzado en su camino, y que estuviera conmigo, festejando que su hija cumple 17 años en dos meses, la que según ella, es una fecha importante. Es la edad con la que conoció a mi padre.  

-Marina, ve a ducharte, van a llegar en seguida-.  

Empiezo a culparme de hacer que esté triste, la felicidad que tenía al levantarme se ha desvanecido. Debería estar aquí. Debería estar aquí. En mi cabeza, siempre, en cualquier lugar, a cualquier hora, está esa frase. Perder a mi madre fue duro para los dos, debería estar presenciando mi adolescencia, discutiendo conmigo sobre ropa o algo parecido. Sin embargo, no llegamos a eso, solo estuvo conmigo siete años, no más, aunque fueron suficientes los recuerdos que forjamos. Sin querer una lágrima resbala por mi mejilla cuando comienzo a subir las escaleras, lágrima que mi padre también estará derramando.

Al llegar arriba me doy una ducha de agua caliente para relajar mis músculos; justo cuando estoy envolviéndome en la toalla, suena la bocina de un coche fuera de casa; está claro, llego tarde –como siempre- y a Alex y los demás les toca esperarme. Alex. Esos ojos marrones, ese pelo, ese chico al que todas desean…ojalá lo consiga conquistar este verano, pasar tiempo juntos… Después de tanto fantasear, me percato de que tengo que vestirme, y rápido, o serán capaces de irse sin mi. De nuevo como esta mañana, bajo corriendo las escaleras. Papá sostiene la –enorme- mochila que cargaré.   Al salir por la puerta, un aplauso apagado, hay que reconocer que siempre he sido una tardona.  

PdV Lucas  

Cuando atraviesa el umbral de la puerta, aplaudimos irónicamente, llevamos casi media hora esperándola. Pero como siempre, se ve hermosa, no creo que haya chica mas guapa en la ciudad. Sin embargo no, no me gusta, es mi mejor amiga y va a seguir siéndolo, aunque haya personas que afirmen lo contrario. Sólo digo la verdad, es atractiva.  

Entra y nos saluda a todos, como de costumbre, con su típico “¡Buenos días!”. Ahora el coche está completo: yo, como conductor; en el asiento del copiloto, Cristina; Tobías y Lucía atrás, y Marina en el centro. Alex y Carmen van en moto, cosa que agradezco, es una pareja un tanto empalagosa. No entiendo cómo Alex puede gustar tanto a las chicas, ¿qué tiene? ¿atractivo? Creo que yo también lo tengo, y mírame, soltero.   Cuando estamos todos listos, arranco de nuevo, Alex detrás de nosotros con su moto.  

-¿Todos listos?- digo con entusiasmo.  

-¡Sí!- responden mis acompañantes, al unísono.  

No se lo que pasará en estos dos meses de acampada. Una cosa es segura. Rumbo: Bosque Olrest.

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