Por Robb.
No me sorprendía oír gritos que provenían desde las afueras de la sala, en Italia era común escuchar alborotos como aquellos. Solté un suspiro cerrando la mochila que se encontraba en la silla, tenía sueño, y sinceramente no tenía ganas de sociabilizar con nadie, sin embargo, no tenía más remedio que salir del aula.
Una vez fuera observé a algunos de mis compañeros riéndose del rubio que había conocido horas atrás, éste se encontraba botado en el piso, fruncí mi cejo, no entendía cómo era que le causaba el dolor ajeno. Me acerqué al chico negando con mi cabeza variadas veces, quería ayudarlo, necesitaba hacerlo, y no por pena, sino porque realmente quería.
—¿Qué te pasó? —me agaché lo suficiente como para poder observarlo, sus ojos estaban hinchados, pude notar sus ojeras debajo de éstos, al igual que la sangre que caía de su nariz. —Necesitas ir a enfermería, te quiero ayudar.
—Realmente no te interesa lo que me haya pasado o no. —Llevó la manga de su camisa a su nariz para quitar la sangre que salía de ésta. —Ahora... vete.
—No me quiero ir. —Le dije mirándolo fijamente a sus ojos.
—No quiero ni necesito tu ayuda, no quiero nada de ti... ¿me entiendes?
Asentí ligeramente con mi cabeza, no deseaba traer problemas el primer día del instituto. Me levanté del suelo llevando ambas manos a mi polera, la cual estaba algo arrugada. —Créeme que no te haré caso. —Murmuré.
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Las clases habían sido normales a pesar de aquel inconveniente que había tenido con Alek. Me encontraba arreglando el bolso para así irme a la casa, no tenía nada más que hacer, mis amigos estaban en Italia y no podía comunicarme todos los días con ello. Sentí cómo alguien se me acercó, solté un suspiro elevando la mirada para ver de quién se trataba. —Uhmmm ¿hola?
—Tú eres Robb ¿verdad? —preguntó el moreno sonriendo, parecía ser amigable. —Soy George, un gusto. —estiró su mano hacia mí.
—El gusto es mío. —tomé su mano con bastante confianza, no tenía por qué temer de alguien que recién conocía, o eso al menos creía yo. Los americanos nunca me habían causado miedo. —¿Eres de por acá...? Digo... del curso. —reí.
—Te quería preguntar algo... —noté cómo había esquivado mi pregunta. —¿haces algún deporte o algo?
¿Estar echado en la cama todo el santo día... se considera deporte? —Sí, o sea, no... antes hacía atletismo. —mencioné rápidamente. —¿pertenecen a algún club deportivo o algo por el estilo?
—No, sólo estábamos preguntando. —sonrió. Aquella sonrisa me había llamado bastante la atención, sabía que no eran de ningún club deportivo, tan solo querían joder. —Tenemos drogas. —confesó finalmente sin quitar la sonrisa de su rostro. No entendía cómo es que podían haber cambiado tan fácilmente de tema, era algo bastante extraño, sin embargo, no me importaba demasiado.
—Oh... ¿y eso a mí qué me importa? —Claramente me importaba tener millones de drogas dentro de mi bello cuerpecito, pero no podía gritar a los cuatro vientos qué sustancias consumía y cuáles no.
—Te conozco... —Mencionó el muchacho. —Eres de los tíos que se hacen los santos, pero no lo son, así que... dime ¿te interesa o no?
No quería meterme en problemas, ni mucho menos aquí, en América. Por algo había dejado Europa, rodé los ojos y agarré mi bolso con fuerza para así retirarme de la sala. —Permiso. —Sonreí.
—Vamos... dime que sí.
Solté un suspiro. No podía decir que no a aquellas sustancias, estaba tan acostumbrado a recibir y dar de éstas, que ya no podía dejarlas escapar. —Sí, me interesa. —Tragué un poco de saliva para aclarar mi voz.
—Genial. —Sacó un papelito del bolsillo de su pantalón dejándolo encima de la mesa. —Mi número... por si algún día quieres.
—Está bien. —Guardé el papel en mi pantalón. —¿Me puedo ir ahora? —Pregunté.
—Libre.
Qué tipo más extraño.
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De camino a casa todo fue tan extraño, el recibir un número en donde podía conseguir drogas fácilmente se me había hecho raro, en Italia nunca habría pasado algo así, uno mismo tenía que saber contactarse con gente de ese estilo.
El día se había nublado, no sabía qué era del muchacho rubio, ¿qué era lo que pasaba por su mente? ¿Por qué era así con la gente que sólo pretendía ayudarlo?
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La vida es estúpida, menos contigo. -Rayén. (Dylan O'Brien X Evan Peters)
JugendliteraturEspero que les guste. ñ_ñ