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Me empalidecí, sus palabras se quedaran zumbando en mi cabeza y rebotando contra mi cerebro.

–¿T-Tu Q-Que?– tartamudeé.

El no podía saberlo. No me imagino lo que podía hacerme a mi –o peor, a él– mi padre si se enteraba que el sabía mi verdadera identidad.

–Se quien eres Lucy– repitió y luego continuó con una voz casi inaudible– Se que Voldemort es tu padre.
–¿Cómo lo sabes?– pregunte con un tono a la defensiva.
–Te recuerdo de mi infancia, nos encontramos en un cementerio por primera vez– respondió el rubio– Teníamos alrededor de los 7 años, ¿Recuerdas?

De repente, ese momento volvió a mi memoria. Me había escapado de casa –ya que quería conocer el exterior– y termine en un cementerio. Y allí, detrás de una escultura, apareció un mini Draco Malfoy con su misma cabellera rubia y su sonrisa engreída que aún poseía en el campo de Quidditch.

Recordaba haberme asustado al verlo y luego el me tranquilizó, asegurándome que no iba a lastimarme.
Recordaba sus ojos grises mirándome, mientras conversábamos y jugábamos. Recordaba haberle prometido que íbamos a volvernos a encontrar en el mismo lugar, pero luego aparecía en mi memoria yo rompiendo aquella promesa gracias a mi miedo al mundo exterior.

–Discúlpame, no fue mi intención romper la promesa– le dije verdaderamente apenada.
–No hay problema, Riddle. Al menos nos volvimos a encontrar– sonrió.
–Me gustaría que no me llames por mi verdadero apellido. Es peligroso Draco, y ya corres suficiente peligro sabiendo mi secreto– respondí, ensombreciendo mi mirada.
–Esta bien– respondió. Luego, prosiguió a descarrilarse del tema– Cuando te vi esa vez me enamoré de ti.

Al principio pensé que era un chiste pero luego note la seriedad en su rostro y mis mejillas tomaron un color similar al carmín.

–¿Sigues pensando igual?– pregunte con curiosidad y una sonrisa volviendo a mi rostro.
–Tal vez... ¿Tú que piensas de mí?– esbozó una sonrisa inocente.
–Yo...

Fui interrumpida por unos pasos acercándose hacia nosotros. En pánico, guardamos todo y corrimos hacia la escuela antes de que alguien pudiese vernos.

Llegamos justo para la última clase antes del almuerzo, Cuidado de Criaturas Mágicas.

Fuimos juntos hacía la cabaña de Hagrid y nos paramos a esperar el comienzo de la clase.
Juzgando por la cara de Draco, él no solo esperaba el inicio de esta sino que también una respuesta mía a lo que había preguntado antes, y créanme, yo también esperaba que una de esas llegara a mi mente.

***

En la cena me senté junto a Pansy Parkinson y el resto de las chicas de Slytherin. En ese instante me hice una nota mental de no volver a cometer ese error. Sus temas superficiales de conversación se estaban volviendo severamente tediosos.

Dumbledore empezó a hablar, tenía el Cáliz de Fuego a su lado y estaba a punto de iniciar la elección de quiénes participarían del Torneo de los Tres Magos.
De a poco, fueron saltando los nombres. Fleur Delacour, Beauxbatons; Viktor Krum, Durmstrang; Hogwarts, Cedric Diggory.

Sonreí al escuchar el nombre de Cedric. Aunque tenga altas posibilidades de morir y de lastimarse estaba feliz de que hubiese sido elegido.

Yo era la única que sabía que faltaba algo más y esto estaba tomando mucho tiempo. Estuve a punto de pensar que no había funcionado, pero de pronto el Cáliz se ilumino de nuevo y salió su nombre, Harry Potter.

Aquellas miradas que la lanzaron al chico de Gryffindor estaban cargadas de asombro y odio al mismo tiempo –ya que era menor de edad y no podía poner su nombre en el Cáliz. Yo, mientras tanto esbozaba una sonrisa maligna. Todo estaba funcionando a la perfección, cada vez estaba más cerca.

***

Al día siguiente, se nos avisó que a Harry Potter se lo había dejado participar –vuelvan a insertar mi sonrisa maligna en su imaginación– y que habría un Baile de Navidad antes del torneo.

Casi todos estaban emocionados, en cada rincón se veían grupitos hablando sobre sus túnicas de vestir y sobre quién deseaban que las invitará o a quién se dignarían a invitar al baile.

En cambio, yo en mi opinión lo veía anticuado y las túnicas de vestir me resultaban repugnantes, el único hecho que tal vez podría llegar a emocionarme era pensar el chico que podía llegar a invitarme y había dos en especial que serían un 'si' definitivo. Cedric Diggory y Draco Malfoy.

Pareció todo una ironía que apenas me senté en una banca del patio, apareció Draco por detrás mío.

–Hola–dijo él– Quería hablarte muchas cosas.
—¿No te parece raro que siempre me encuentras en los momentos más convenientes de todos?– pregunté. El se limitó a alzar los hombros– ¿De qué quieres hablarme?
—Quería saber que es lo piensas de mí–dijo acelerado, como si alguien estuviese apurándolo.
–Bueno... Pienso que eres buen chico.

Ugh ¿Por qué había dicho eso? ¡Tenía que decirle que me había enamorado de él! Sentí que mi mente me dio un facepalm automático por arruinar el momento perfecto.
Vi la decepción en su rostro y me dieron ganas de cavar un hoyo y meter mi cabeza dentro a modo avestruz.

–De todas maneras quería preguntarte otra cosa también.

Casualmente me volteé un segundo y vi a Cedric acercándose rápidamente. Para que cuando llegará preguntase lo mismo que Draco... Al mismo tiempo.

–¿Quieres ir al Baile de Navidad conmigo?

Me quedé helada. En el aire había más tensión que cuando una presa estaba a punto de ser atacada por dos depredadores al mismo tiempo.

Era hora de elegir...

(Editada y modificada por Kiki seonbaejin 04/02/17)

Amar. Hechizar. Matar (BAJO CORRECCIÓN INTENSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora