Cambio radical | Hora de aventura (EDITANDO)

"Necesito irme" Parte 1

En la casa del árbol se encontraba Jake, tirado en el sofá como si fuera un trapo cansado y moribundo, y sucio. La emotividad ya se había difuminado y lo único que quedaba era una encrucijada de pensamientos torturando al perro. Sentía cada vez más la sensación de haber tomado una mala decisión: ¿Cómo podía haberle dejado irse sin que siquiera le dijera un motivo racional para eso? Pero por otro lado, no podía obligar a su hermano a quedarse al ver lo decidido que estaba.
De improvisto el teléfono de la casa sonó, sacando al perro de su trance depresivo. Se levantó del sofá y a paso pesado, se dirigió hacia él. No tenía ganas de contestar, pero tampoco debía ser descortés, así que respiró hondo y atendió la llamada.

—Aquí Jake, ¿quién habla?

—¡Jake, hola! —lo saludó una voz femenina, bastante animada y escandalosa—, soy Bonnibel ¿cómo está todo por ahí?

—...

Mientras intentaba conjugar una idea que transmitirle, ella volvió a hablar.

—Sí sí sí sí, genial —«¿Eh?, pero si ni siquiera le dije nada», pensó el perro—. Quiero hablar con Finn.

—Ehh, no sé dónde está —dijo, sintiendo sus cuerdas vocales flojas. Su tono de voz era algo ronco, pero ella no pareció darse cuenta.

—¿¡Qué!? —gritó ella tras el teléfono, tan fuerte y chillante que hizo que Jake tuviera que alejarse el auricular del oído. Luego, cuando volvió a acercárselo, escuchó como ella carraspeaba la garganta.

—Lo siento, estoy un poco exaltada.

—Descuida. Lamento decirte que no sé dónde está. —Lo lamentaba más por el hecho de no saberlo que por no poder ayudarla a encontrarlo. 

—¿En serio? ¿ni siquiera tienes algún indicio de dónde podría estar? —rascó ella, utilizando una voz más cándida y suave.

—No —contestó el perro, cortante. Entendió que le costaba mucho más decir en voz alta que no sabía nada sobre el paradero de su hermanito, que sólo pensarlo. Ella, por su parte, notó que le habían azotado la puerta en la cara; le estaban mintiendo.

—¿Estás seguro? Es muy raro que no lo sepas.

Jake esbozó un insulto mental por las insistencias de la mujer. Sólo quería estar sólo con sus pensamientos, con sus embrollos mentales, y las insistencias de Bonnie sólo lo agobiaban. Hizo que el plástico del teléfono empezara a gemir, pues lo apretaba cada vez con más descontrol.

—Mira, él... Yo no sé dónde está ¿de acuerdo?

Ella se quedó callada y él supo que estaba meditando sobre su respuesta, lo que aumentó su nerviosismo. A los dos segundo, volvió a escuchar una explosión de palabras del otro lado de la línea.

—¡Jake! ¡deja de mentirme! ¡no tengo tiempo para juegos! —En verdad, según su objetivo actual, tenía bastante tiempo, pero ni de cerca lo veía así: había estado aislada en su sótano por días, trabajando y trabajando hasta que le habían salido chispas de su chicloso cerebro, y ahora que por fin llegaba a algo, aunque muy pequeño, y necesitando a una segunda persona para seguir avanzando, era la oportunidad perfecta para por fin volver a tener contacto con una persona. Estaba emocionada (desesperada) por hablar con alguien, por divertirse con alguien, y Marceline, con quien tenía más confianza, no atendía el teléfono... y la vampiro y el humano eran los únicos a quienes podría considerar como "verdaderos amigos". Tenía a Jake también, incluso a Mentita, pero no eran la clase de compañeros que quería ahora. Definitivamente debía estar con Finn o se volvería loca, así que no aceptaría escusas pobres.

Por parte de Jake, él fue quien se quedó callado esta vez, haciendo laborar forzosamente su cerebro —tanto que le dolía— como hace un rato; sentía otra vez que se le acababa el tiempo, que la soga se apretaba. Habían dos opciones: escuchar a su hermano y mentir, dejando que se fuera solo a un incierto futuro, o buscar el apoyo de Bonnibel para traerlo de vuelta, pues quizás necesitaba que lo ayudaran urgentemente. Por alguna razón, ambas decisiones parecían razonables a su manera.