Capítulo 2

105 15 4
                                    

- Adiós mamá, te amo.- musitó aquellas vacías palabras al telefonó la hermosa chica que se encontraba a la orilla del edificio más alto que encontró, vagando su vista perdidamente al lejano suelo.- ¿Quién eres tu?.- preguntó con un rastro de extrañeza al ver a la mismísima muerte delante de ella.

- Has sufrido bastante, ¿Verdad, Valeria?.- ignoró la pregunta de la chica, tendiendo en cambio su mano.- Ven conmigo.- sonrió amable la Diosa.

La chica, entre lágrimas caminó hacía ella pero no había más camino, estaba cayendo, estaba alejándose rápidamente de todos aquellos problemas que la llevaron a eso, escuchando por última vez como todos sus huesos se rompían al impactar contra el inevitable suelo.

La Diosa no tenía tiempo para charlar, rápidamente envió a aquella chica al otro mundo y se dirigió a un nuevo lugar, completamente alejado al anterior, otra ciudad, otro país, otro continente, otras personas, otro dolor.

Se encontraba esta vez en una carretera, en un auto rojo y pequeño en el que había una señora junto a dos niños supuestamente hijos de ella.

"Ya te dije, yo no quería ir con él pero no tenía opción :P" tecleó la señora mientras dirigía una rápida mirada al camino.

- mamí, ¿Cuánto falta?.- preguntó impaciente el niño.- ¡Emily se está quedado dormida en cima mío!.- se quejó a la vez que trataba de alejarse de su inconciente hermana.

- David, mamí está ocupada.- respondió antes de teclear nuevamente en su costoso teléfono.

La señora no lo veía, no prestaba atención al camión que hacía sonar repetidas veces el claxon para que ella se moviera del camino y evitar lo inevitable. Este trabajo fue rápido, no hubo quejas, no hubo dolor, todo fue instantáneo y efectivo, en un minuto ya había tachado tres nombres y eso es algo bueno.

Atenta esperaba un nuevo nombre.

- Normani.- la Diosa se asustó al escuchar aquella sombría voz que siempre anunciaba algo malo.

- Señor...- respondió con evidente preocupación en su voz.

No dijo más, la chica fue teletransportada inmediatamente al centro de Dioses, en otra ocasión no le hubiera molestado estar allí pero esta vez es diferente, sabía que la castigarían, ¿Con qué?, siempre se había zafado de aquellos castigos, su mejor amigo era un importante miembro del jurado por lo que su palabra era casi ley, pero esta vez no, aquel muchacho había sido descubierto y advertido por lo que ya no puede volver a ayudarla, ¿Qué le harán?.

- Normani.- la nombró el Señor desde el oscuro cielo, evitando poder saber su identidad.

- Señor.- respondió enviando sus palabras hacia aquél cielo vacío.

- Has roto una de las leyes sagradas.- informó con su pesada y dominante voz.- ¿Qué tienes que decir al respecto?.

No tenía nada, la Diosa sabía lo que había hecho, sabía que merecía un castigo divino.

- Reconozco mi error, Señor.- respondió firme, aunque el miedo y la inseguridad abundaban en lo que los humanos llamaban "cuerpo".

- ¿Estas al tanto de que deberás ser castigada?.- cuestionó.

- Sí.

- ¿Sabes?, al momento de crear a los humanos.- empezó a relatar.- teníamos pensado en usarlos como jugetes, simples esclavos.- La Diosa conocía bastante bien aquella historia, gracias a ese hecho ella es lo que es; la Muerte.- pero en el instante de someterlos a duras torturas estos se quejaron, "¿De qué?" Nos preguntabamos. Algo había salido mal, estas criaturas nos causaban grandes problemas y eran exageradamente emocionales. Ellos no debían de sentir emociones, incluso sienten algo que los Dioses no; amor. ¿Se imaginan a un Dios enamorarse?.- cuestionó a sus demás colegas, quienes sólo se limitaron a reír toscamente.- Para ellos es una bendición y una tortura...

- Disculpeme, pero no entiendo a qué quiere llegar con todo esto.- lo interrumpió.

- Ese será tu castigo, serás la primera y última Diosa en probar aquél divino y tortuoso sentimiento que poseen los humanos.- se logró apreciar como un gigantesco dedo la apuntaba desde aquél oscuro cielo.- Sentirás el amor.

Amor Y Muerte 《Normani Kordei》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora