La Diosa se encontraba habitualmente en el hospital, estaba parada al lado de un viejo señor que era acompañado de su linda esposa quien lloraba a mares.
- viejo, no me dejes sola.- le suplicaba la vieja señora mientras tomaba su arrugada mano.
La Diosa no podía hacerle ese favor, estaba escrito, así debía de hacerse.
Delicadamente tomó la otra mano de aquél señor, quien sintió ese frío y suave tacto.
- Hola Miguel.- le sonrió tiernamente.- ya es hora, despidete de tu linda esposa.
El viejo señor en el fondo sabía quien era esa linda chica, era la mismísima muerte, pero ¿Por qué le sonreía?, definitivamente jamás se la hubiera imaginado así, ¿Cómo pensar que la muerte fuera tan amable?.
- Vieja, no te preocupes, estaré esperandote todo el tiempo que sea necesario.- besó debilmente la arrugada mano de su mujer, antes de que sonara el "beep" de aquella máquina a la que se encontraba conectado el señor.
La hermosa chica tomaba delicadamente al señor, quien no podía apartar la vista de su debastada esposa.
- Miguel, no te preocupes, se verán de nuevo.- dijo la chica al ver al señor al borde de las lágrimas.
Él sólo pudo asentir.
La hermosa chica besó la arrugada frente de Miguel, dictando el camino a su nuevo mundo, el mundo de los muertos. Los mortales siempre mostraban aquel mundo como algo aterrador y espantoso, cosa que es muy alejada a la realidad, Miguel en este momento se encuentra en lo que ellos llaman "el paraíso". Normani no entendía a los mortales, siempre dividiendo sus pensamientos entre lo bueno y lo malo, entre el cielo y el infierno temiendo ir hacía el lado equivocado, nada de eso existía, no existía un único Dios, tampoco un lugar en donde castigaban a los malos, simplemente el remordimiento individual y la felicidad eterna.
La chica recibió otro nombre que casualmente se encontraba en el mismo hospital por lo que no tardó en llegar hacía aquella persona.
- ¡Hola mamí!.- saludó una linda chica que se encontraba conectada a una complicada máquina junto a miles de cables que aún la mantenían con vida.
Aquella niña tenía cáncer.
- ¡Hola mi vida!, ¿Cómo estás?.- preguntó alegremente su madre mientras besaba exageradamente la cabeza de su hija, creando que esta se riera.
- basta mamí, me dejas toda babeada.- seguía riendo con sus hermosos dientes.
Pasaron 20 minutos en los que la chica observaba aquella hermosa escena. Sabía que esto dolería por lo que se acercó lentamente a la madre.
- Susana, disfruta a tu hija y dile todo lo que sientes por ella, no le queda mucho tiempo.- susurró suavemente en su oido.
La madre se paralizó por unos segundos, llorando seguidamente.
- Mamí, ¿Qué pasa?.- preguntó preocupada su hija, dedicándole un puchero.
La mujer se tranquilizó y tomó las pequeñas manos de su amada hija.
- Nicole, quiero que sepas que siempre te amé y siempre lo haré, fuiste lo mejor que me a pasado en toda la vida, me hiciste demaciado feliz estos últimos 7 años. Me enseñaste a como amar a una personita tan pequeñita, te juro que jamás me preocupé por alguien tanto como lo he hecho contigo. Para mí fuiste como un ángel que vino a alegrar mi vida.- respiró entre cortado.- ¡Me hiciste mamá!, ¡tu fuiste la que me convirtió en mamá y jamás estuve tan agradecida de serlo!.- lloraba aún más en el regazo de su hija.
- mamí no entiendo, ¿Por qué me dices tantas cosas bonitas?.
- porqué te amo.- susurró.
La chica se acercó a la pequeña Nicole.
- Hola Nicole, que linda te ves.- sonrió.- ven, despidete de tu mamí, nos tenemos que ir.
La niña solo la miraba extrañada.
- ¿Irnos?, ¿a dónde?, yo me quiero quedar con mi mamá.
- mi vida, eso no es posible, te prometo que la volveras a ver, ¿Sí?.
La pequeña no entendía, ¿Por qué esa linda chica se la quería llevar?.
- ¿Mi mamí puede acompañarme?.-preguntó esperanzada.
Sonrió amablemente.
- no.- le dijo dulcemente.- en el lugar donde te llevaré hay muchos niños, y muchas flores de muchos colores, allí podras tener un lindo y largo cabello, podrás hacer nuevos amigos y hacer lo que tu quieras.
- ¡Yo quiero a mi mamí!.- gritó Nicole.
Suspiró rendida.
- si me llevo a tu mamí, ¿Vendras conmigo?.
Sin dudarlo la pequeña respondió.
- ¡Sí!.
La chica tomó la mano de Nicole, junto a su madre quien aún se encontraba llorando en el cuerpo inerte de su hija. Pero eso no duró mucho tiempo, la madre y su hija ya se encontraban muy lejos de sus cuerpos, recorriendo enormes prados, junto a innumerables niños que sonreían felices de tener una figura materna a su lado.
Ella sabía que la castigarían por esto, había alterado el destino, la vida de muchas personas, tendría que pagar demaciado caro por esta violación a las leyes sagradas.
En seguida un grupo de doctores entró a la habitación tratando de reanimar aquellos cuerpos sin vida que se encontraban allí.
- Ni siquiera lo intenten, no vale la pena.- dijo la Diosa de la muerte. Había recibido otro nombre, y otro más, junto a otro nombre más, por lo que no podía seguir ahí por más tiempo.
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Amor Y Muerte 《Normani Kordei》
Fiksi Penggemar¿Qué pasa cuándo la muerte se enamora? ¿Qué sucede cuándo el amor muere? ♡