XI.

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29/Junio/2011
Querido desconocido:

Tenía razón, todo lo que mi madre me enseñó de niña debí creerlo como el hecho de que nadie era perfecto.

¿Porqué no le creí? Ella tiene más experiencia en esto ya que es más vieja y a vivido más que yo.

Tenía que reconocerlo, nadie es perfecto.

Mi querido Edward no era más que un gilipollas.

Maldigo a ver mirado a ese café.

Las imágenes de ellos dos besándose me afectaban y mucho.

Por un momento me cerré de cabeza y creí que no era él pero ¡que va! Claro que lo era.

Al perecer no soy la única que cae en sus ojos azules.

En sus estúpidos ojos azules.

En sus hermosos ojos azules.

-Con decepción A.-

10:08amDonde viven las historias. Descúbrelo ahora