﹛Prólogo﹜

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  Si ves una falta de ortografía, favor de marcarmela para que lo corrija, sería de mucha ayuda, gracias!<3  

Él pertenece a la familia de las liebres, herbívoro y a una especie de híbridos que está en peligro de extinción. Yo pertenezco a la familia de los felinos, carnívoro y soy la especie de híbridos más vieja de todas y la que gobierna en nuestro pequeño mundo. Él es un conejo y yo soy un león. Por razones muy obvias las personas dirían que es mejor coexistir por separado por mi naturaleza podría hacerle daño, pero al parecer mi padre no pensó igual que las demás personas y decidió, sin siquiera consultarlo conmigo o con mi madre, adoptar a Kuroko Tetsuya. Tan inesperado suceso hizo que mi madre pensará que era la comida, por suerte, mi padre hablo antes de que mi madre lo guiara a la cocina. No explico porque lo adopto solo llego diciendo: « Él es Kuroko Tetsuya, el nuevo integrante de esta familia, sean buenos con él»; desde entonces he tenido que vivir con él.

Llegó cuando tenía dos años, en ese entonces apenas había cumplido los seis años, convirtiéndome en el hermano mayor. La idea de tener un hermano no me desagrado, pero tampoco me puso contento. Lo único que pensaba en ese momento era si de verdad era hibrido y no un simple muñeco: su rostro era inexpresivo, tez casi tan blanca como la nubes, enormes ojos azules y dos orejas de conejo tan caídas que parecían de juguete, pero supe que estaba vivo porque se aferró con fuerza a la ropa de papá.

Vivir con un completo desconocido fue raro, pero lo fue más al descubrir que él no hablaba, no hasta que cumplió los cinco años.

Nunca convivimos como mi padre hubiera querido. Él hacia cosas que simplemente a mí no me atraían. A él le encantaba salir al aire libre y a mí quedarme en casa a leer, jugar un partido de shogi o simplemente dormir. Estas diferencias nos fueron alejando poco a poco, además, a la hora de comer él siempre tenía que ir a fuera ya que estar comiendo alrededor de carnívoros le era incomodo o al menos eso fue lo que me comento una vez mi padre. A pesar de esas pequeñas diferencias nos hablábamos de vez en cuando, aunque fuera poco, a él le interesaban los libros; así que nuestra relación se basaba en la convivencia estable. Nuestro lento acercamiento para llegar hacer bueno hermanos fue interrumpido por la pelea que tuvo mi madre con mi padre; a ella no le parecía y no soportaba a Kuroko, lo que me sorprendió de mi madre, hasta donde sabía ella lo había recibido con los brazos abiertos: le había decorado su cuarto, comprado sus juguetes, salíamos a pasear juntos y mi mamá lo cuidaba como si fuera su propio hijo. Después de un año de peleas y conflictos mis padres se separaron. No culpe a Kuroko porque ello, antes de que él llegara ellos habían tenido sus diferencias, yo me quede a vivir con mi padre y mi madre se mudó a otra parte de la ciudad, pero seguía viviendo cerca para que la fuera a visitar cada que quisiera. Kuroko si se sintió culpable, se había encerrado en su cuarto durante tres días y hubiera durado más tiempo de no ser por mi padre que le dio una charla acerca del tema.

Viví con mi padre hasta que tuve diez años y eso fue porque a los ocho descubrí que Kuroko visitaba la alcoba de él a altas horas de la noche y no salía hasta el día siguiente. Mi padre empezó a tener una relación muy cercana con Kuroko y me comencé a sentirme excluido. Cuando comprendí que no me sentía a gusto a en casa hable con mi padre y le dije que iría a vivir con mi madre. No se opuso, supuse que había sentido mi incomodidad. Ese día Kuroko no me dirigió ni una mirada, pero si me dijo algo que me hizo irme feliz: «Espero volverte a ver, Seijuro-oniisan». Desde entonces no volví a la casa de mi padre a menos que fuera para visitarlo.

A Kuroko lo vi durante mi tiempo de primaria, la secundaria la curse en otra parte, nos volvimos a ver cuando él entro a la prepa, yo estaba cursando mi tercer año en mi carrera de derecho en la misma escuela.

Enamorándome #PremiosKnB2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora