Capitulo 1: Obscuridad

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Obscuridad, y solo obscuridad era todo lo que él podía ver. El Chico no estaba seguro si estaba vivo o muerto, tal vez solo se había quedado dormido, y por eso era que no tenía control de su cuerpo.  

Intentaba mover un brazo, luego una pierna, pero nada se movía, estaba aterrado, Era como si alguien lo hubiera atado completamente de pies a cabeza sin dejar un solo centímetro de su cuerpo libre. Luchaba y luchaba para poder tener el control de su cuerpo; le ordenaba a sus brazos y piernas que se movieran, que lo levantaran, que lo pusieran de pie, o al menos sentado, pero todo eso resultaba inútil, ni una sola de sus extremidades se movió si quiera un centímetro.  

El tiempo pasaba y este chico aun seguía sin poder ver nada más que obscuridad, tenía sus ojos cerrados sin poder ver y sin poder moverse. Todo esto le resultaba estresante, mas bien frustrante, sentía dentro de un coma, y quién sabe, tal vez si estaba en coma.

El muchacho finalmente se dio cuenta que luchar era inútil, fue entonces cuando se pudo calmar y una serie de recuerdos vinieron a el aturdiéndolo. Pudo recordar Datos sencillos sobre él, como su Nombre; Sebastian, que tenía 17 años, pero por alguna extraña razón no podía recordar su apellido, ni tampoco el año en que nació, tan solo recordó el mes y día de su cumpleaños; el 21 de Julio. Sebastian Buscaba y buscaba en su mente pero tan solo pudo recordar eso.

Fue hasta el paso de algunos minutos cuando vagamente vinieron nombres a él...

"ABBY", ese nombre en especial.

Sebastian no sabía muy bien qué relación tenía con ella, simplemente su nombre y rostro se vinieron a su mente. Abby era una chica de aproximadamente 16 años, de estatura media, cabello ondulado y bellos ojos grisáceos. Ella era guapa, o al menos en sus recuerdos.

Repentinamente, Otro nombre vino a él como un remolino en su cabeza; "GABRIEL".

Gabriel era un chico alto, con un cabello rubio despeinado y ojos oscuros como la noche. Sebastian sentía que entre ellos dos existía un lazo que los unía. La palabra Primo dio vueltas en su cabeza, así que asumió que él debía ser eso, su primo.

Después de unos cuantos minutos, más recuerdos siguieron viniendo a él. lejanamente recordó a un chico y una chica, CINTHIA y DEREK. La piel de Derek era muy oscura, en cambio la de Cinthia era blanca y tenía ojos rasgados.

Sebastian sentía que había algo que él y esos chicos tenían en común. Sospechó que eran sus amigos, pero nada era seguro.

Lo siguiente que empezó a recordar, fueron sus pasados días de vida, Estaba dentro de un grande edificio grande, sentado en lo que parecía una sala de espera. Todo era aburridamente de color blanco, a excepción de las puertas que eran metálicas. El chico se puso de pie, camino hacia una ventana y echó un vistazo a través de ella. Todo cuanto podía ver era desolación, parecía que afuera había un desierto, no había ningún árbol o cualquier otro tipo de planta. El cielo estaba despejado pero no era azul, no pudo ver una sola nube, vapor emergía del suelo, afuera debía de hacer un calor infernal.  

De pronto unos gritos le hicieron desviar su atención hacia una oficina, esta, tenía unas grandes ventanas, las cuales le permitían ver hacia adentro. Miró como una mujer le gritaba a dos personas vestidas de bata que estaban detrás de un escritorio; un hombre y una mujer, ellos lucían extraños, Sebastian no sabía si eran sus ojos o de verdad la piel de esas personas era plateada, no lucia totalmente plateada como el metal, pero comparada con su piel blanca era realmente color plata. A pesar de los gritos de la mujer ellos parecían muy calmados, en cambio la mujer parecía toda una maníaca, lucía grandemente desesperada.

Sebastian escuchaba los gritos, pero no podía entender qué era lo que esa mujer estaba diciendo, o más bien aullando. Entonces voltearon hacia donde él y lo señalaron, No hay duda de que estaban hablando sobre él, pero, ¿Por qué no lo dejarán entrar y oír todo?¿Qué tanto hablaban de él?, ¿Sería algo malo?

La mujer que gritaba comenzó a llorar, Su MADRE, Sebastian no lo sabe, no está seguro, pero esa mujer gritona tenía que ser su madre, pues, quien más se pondría así al hablar sobre él, tendría que se una persona muy cercana a él. Escalofríos recorrieron su cuerpo, el muchacho tenía miedo, inmediatamente pensó: ¿Dónde está mi Padre?, Y... mis Hermanos, ¿Tengo hermanos?, un millón de dudas inundaron la cabeza de Sebastian.

― Sebastian―dijo su madre

Sebastian dio un salto, la mujer lo había tomado por sorpresa, pues nunca la vio salir de esa oficina, y menos caminar hacia él. 

―¿Qué pasa? ― preguntó Sebastian 

―Ven, los Mediadores quieren hablar contigo―

Sebastian veía la cara de su madre, quien lucía muy triste. Debía tener poco más de 40 años, su piel era normal, no como la de los mediadores, blanca como la de él. También tenía unos ojos grandes y verdes y el cabello rizado como el de un león, que apenas era contenido en una coleta.

―Bien ―Respondió Sebastian, con un tono de voz indiferente, mordiéndose el labio y con la vista perdida.

El muchacho se puso de pie y comenzó a caminar hacia la oficina, pero de pronto, tenia la vista nublada, sintió mareos y el cuerpo pesado, finalmente toda la escena se alejó de él.

Había Despertado.

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