Capítulo 4: La Laguna

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La laguna estaba mucho más lejos de lo que parecía. Sebastian ya había caminado más de tres kilómetros y apenas iban aparentemente a medio camino. Ya era le había resultado demasiado aburrido caminar cuando se percató de algo que le llamó la atención. En el suelo había una silueta dibujada, así como con la que se encontró en el lugar en donde había despertado.

¿Acaso hay más personas aquí? Pensó, pero GENESIS no le había mencionado nada al respecto, a pesar de esto debió haberlo visto venir. Esa línea bajo su nombre en la carta lucia muy sospechosa. Su nombre no estaba subrayado; esa línea era para poner otros nombres; GENESIS debió haberle mencionado en la carta que no estaba solo, pero en fin, GENESIS debió decirle muchas cosas más, pero que es una organización sin grandes secretos; sería como comida sin sal. 

Sebastian siguió caminando hacia la laguna, y cuando se acercó a unos cien metros pudo ver una persona caminando; era una mujer, quien estaba lejos para poder distinguir su edad, quizás a unos veinte metros de distancia. Lucía completamente desorientada, andaba tambaleante. Por la dirección que llevaba debía de dirigirse hacia la laguna al igual que Sebastian. 

― ¡Holaaa! ― Gritó Sebastian para llamar su atención, pero la mujer seguía su camino, ni siquiera paró o volteó a los lados, no lo escuchó.

― Holaa, ¿me escuchas? ― Intentó de nuevo.

La mujer volteó hacia donde Sebastian, y solo se quedó quieta mirándolo. Sebastian comenzó a caminar lentamente hacia ella, un poco dudoso con temor a espantarla.

― ¿Quién eres? ― Gritó la chica.

― Hola, soy Sebastian, Sebastian Lorients― Le parecía tan extraño decir su nombre en voz alta, lo sentía tan ajeno, como si ese en realidad no fuera su nombre. Sebastian Lorients se lo repetía una y otra vez en su mente, no sabía en realidad para que, tal vez eso lo ayudaría sentirlo más propio. 

Después de unos cuantos pasos finalmente estuvieron frente a frente.

― Hola, Humm, soy Abby, Abby mmm...― La chica buscaba en su mente, pero no podía recordar su apellido; que ridiculez como no voy a saberlo, pensó― No sé qué, lo siento no  recuerdo mi apellido― Finalmente añadió.

―Descuida, de hecho yo lo acabo de recordar  ―.

―Oye Seb, no me digas que tú también solo despertaste aquí y ya― preguntó irónicamente.

―Aterrador ¿no?, creo que ambos tuvimos un mal día. ― le dijo Sebastian tratando de sonar amable, él quería ser su amigo.

En respuesta Abby solo le ofreció una sonrisa nerviosa y lo miró a los ojos. Sebastian tenía unos bonitos ojos verdes que fácilmente podrían pasar por azules, le parecían encantadores.

Sebastian de pronto recordó, ella era la chica, la que había recordado antes de  despertar.

― Oye Abby, de casualidad, mmm ― titubeaba, el chico no estaba seguro de decírselo o no, pero quería tener una duda menos ― tú..., ¿No recuerdas... haberme visto antes de... despertar? ―

― ¿Por qué, acaso tu si? ―

― Mmm, siéndote sincero..., Sí―

―Pues… siéndote sincera yo también―

― ¡Rayos!, esto apesta ― agregó Sebastian rascándose la nuca, no sabía que más le podría decir, no es cosa de todos los días encontrarte con un completo extraño en otro planeta y pretender tener una conversación normal, pero finalmente añade: ― ¿Tu ya leíste la carta en tu bolsillo?

Abby arqueó sus cejas, no tenía la más mínima idea de que traía consigo una carta y se revisó los bolsillos de la chaqueta. Encontró un sobre en su bolsillo interior que tenía impreso:

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