Era un ancho y transitado pasillo, con casilleros verdes y opaco piso blanco, repleto de adolescentes de edades entre 14 y 18 años. Algunos andaban en grupos hablando con fuerza, prácticamente gritando, hablando de lo fabuloso que fue su fin de semana, como restregándoselo en la cara a los demás, que el de ellos nunca podría igualársele. También había chicos tímidos y callados, con la mirada baja abriéndose paso entre la multitud, tratando de pasar desapercibidos, además de otros tipos de chicos que siempre se encuentra en la típica escuela; los nerds, deportistas, porristas, entre otros. Y allí estaba él, metiendo en su casillero un par de libros desganadamente, es lunes, el peor día de la semana, por alguna razón está solo, y presiente que este será el peor día de su vida. Cierra la puertilla del casillero, y lentamente se da la vuelta distraído cuando un golpe lo impacta. Un dolor eléctrico recorre su frente y se la soba con su mano derecha. Entonces abre sus ojos cerrados instintivamente por el golpe; es una chica, chocó frente a frente con una chica.
La imagen de esas personas que salieron de tras los arbustos le trajo ese recuerdo a la mente. La mayoría de estos eran adolescentes en edad escolar, lucían cansados, al parecer ellos tan poco habían tenido un buen día. Lo más obvio era que ellos también hubieran sido abandonados en ese extraño planeta.
Instintivamente Seb puso a Abby detrás de él, y al mirar nuevamente a sus compañeros, por alguna razón no le parecían una amenaza potencial, pero igual no podía fiarse de ellos, después de todo no dejaban de ser todos unos desconocidos.
― ¿Quiénes son ustedes? ― preguntó uno de ellos con una voz temerosa pero firme. El chico lucía de aproximadamente veinte años.
― Yo… soy Sebastian ― Balbuceó.
― Sebastian, ¿enserio?... ¿Eres tú primo? ― preguntó el chico.
Fue entonces cuando Sebastian lo reconoció. Era Gabriel; su primo, aquel a quien había recordado justo antes de despertar.
― ¡Sebastian! ― gritó un niño, que salió de los arbustos y corrió hacia donde él.
El niño tenía al menos once años, era de piel blanca y con el pelo largo y bronce; lucía muy alegre por ver a Sebastian, pero él seguía sin poder reconocerlo. Sebastian revolvía su mente en busca de algún recuerdo que le pudiera decir quién era ese niño; pero nada, no lograba recordar nada.
El niño llegó donde Sebastian y le dio un fuerte abrazo, aunque Seb no se lo regresaba. Seguía sin poder reconocerlo, se sentía perdido.
― Sebastian, te extrañaba tanto ― masculló el niño mientras lo abrazaba fuertemente.
― Soy yo Tony, te extrañe ― dijo Sebastian; Tony, ese nombre le había venido de la nada. Era el niño al que había recordado cuando recogía los frutos, su hermano menor. Un sentimiento de alivio vino a él, su hermanito estaba bien, aunque en otro planeta, pero estaba con él, y estaba bien, en ese momento fue lo único que le importó.
Gabriel también se acercó a saludar, le dio un fuerte abrazo a Seb. Se sentía bien tener alguien confiable o conocido con él, era mucho mejor así, que si solo lo pusieran con un montón de extraños en otro planeta.
― Oye galán, ¿No vas a presentarnos a tu novia?― Preguntó Gabriel en un tono burlón.
Los rostros tanto de Seb como el de Abby estaban totalmente sonrojados.
― No es mi novia ― replicó Seb ― Ella es Abby.
―Ajá, ― respondió Gabriel con un tono sarcástico ― Pues mucho gusto querida nueva prima Abby ― Gabriel la saludó besándole la mano.
― Igualmente ― agregó la chica con una sonrisa nerviosa.
― Abby, este es Tony, mi hermano menor ― dijo Seb, en un intento de que las insinuaciones de Gabriel sobre su noviazgo con Abby cesaran.
― Tu cuñado ― dice Gabriel fingiendo toser.
Gabriel lo hizo de nuevo; seguía con las tontas insinuaciones, lo que incomodaba mucho a Seb. Él no quería hacer nada más que darle un golpe a su querido primo, pero se contuvo.
― Gabriel, ya te dije que Abby no es mi novia ― añadió Seb tratando de sonar calmado, pero se notaba que estaba molesto.
― Tranquilo viejo, solo bromeaba. ― contestó Gabriel con tono burlón.
Seb solo puso sus ojos en blanco.
― Oye Gabriel, ¿Cómo es que ustedes terminaron aquí? ―. Preguntó Seb.
― Supongo que de la misma manera que ustedes llegaron, ¿O acaso vinieron volando? ― dijo Gabriel con tono de sarcasmo y sonriendo.
― Nosotros… solo despertamos aquí y ya ― dijo Abby titubeando.
― Genial, nosotros también, ¡Choca esos cinco! ― dijo levantando su mano derecha, pero su mano solo se quedó al aire, fue ignorado.
― ¿Ustedes también tienen brazaletes?―
― ¿Brazaletes? ― Pregunto curiosamente una chica asiática que se había acercado a ellos poco a poco.
Ella debe ser Cinthia; la chica que vi en mi mente antes de despertar, pensó Seb. Era demasiada casualidad que hubiera visto los rostros de ellos antes de despertar, no eran solo recuerdos al azar, los había tenido por alguna razón.
― Sí, el mío y el de Seb estaban en un sobre que encontramos dentro de nuestros bolsillos. ― Agregó Abby.
De inmediato todos los demás, salvo Gabriel y una pareja revisaron sus bolsillos para comprobar si era cierto lo que los muchachos decían. Todos encontraron el misterioso sobre en sus bolsillos, los cuales también tenían dentro una carta; la misma, pero no todos contenían un el brazalete del que Seb y Abby hablaban. Cinthia y un muchacho pelirrojo que aún no conocía fueron de los pocos que tuvieron uno. Finalmente la extraña pareja que no había hurgado en sus bolsillos, metieron la mano en sus respectivos bolsillos de sus vaqueros y sacaron sus brazaletes y se los pusieron en sus muñecas. A pesar de ser chico y chica, ellos eran muy parecidos, tenían el mismo cabello rojizo y ojos marrones, así como una pequeña nariz, no había duda de que eran gemelos.
― Tú ya habías visto tu carta, ¿verdad Gabriel? ― Preguntó Seb.
― Mmm… sí, ― masculló Gabriel, ocultaba algo ― Oigan chicos, soy un grosero, no les he presentado a los demás― agregó en un intento un tanto desesperado de cambiar la plática.
― Es verdad ― dijo Abby
Seb hecho una mirada al grupo de personas; solo eran 10 personas, había muchos jóvenes, pero solo tres eran adultos. Uno de ellos era de hecho un anciano.
― Sebastian, Abby, Él es Tony, eso ya lo saben, mmm, Ella es Cinthia, ella Barbara, Christina, Kimberly, Abril... Él Derek, Samuel, y el viejo Jenkins ― explicó Gabriel
Sebastian miro uno a uno a sus nuevos amigos mientras él y Abby los iban saludando. La piel de Christina era de color oscuro, y la de Derek también. En cambio Barbara y Samuel eran los gemelos, Kimberly era morena clara y de estatura media, Abril tenía unos grandes ojos azules y rostro con pecas y finalmente Jenkins, quien era un anciano.
― El Viejo Jenkins, como en Bob Esponja ― añadió Abby sonriente.
― Sí, como en Bob Esponja ― coincidió el anciano.
Hasta ahora todo parecía ir bien, después de todo sus nuevos compañeros eran en su mayoría muy agradables; pero dicen que después de la Calma viene la tormenta, o algo así recordaba Seb.
De pronto un zumbido, rompió la calma, y de la nada una resplandeciente y extraña nave apareció en el cielo; era de un brillante color plateado. Tras unas piruetas aterrizó a la orilla de la laguna.
Transcurridos apenas unos cuantos segundos la puerta de la nave se abrió, y de adentro salió una mujer alta y delgada, y tras de ella venían dos guardias. Sebastian y sus compañeros solo se quedaron viendo la particular nave y esas tres misteriosas personas que salieron de su interior
― Bienvenidos al planeta Kmorf, Bohemios ― dijo la mujer.
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ABANDONADOS
Genç Kurgu¿Te imaginas despertar de la nada en un mundo completamente extraño?, Pues eso fue lo que le pasó a Sebastian, quien de la nada se entera de que el planeta que ha sido su hogar; la Tierra, está prácticamente muerta. Ha sido enviado a un nuevo planet...