Capítulo 2: Despertar

134 4 1
                                    

Abrió los ojos y ahora todo cuanto veía era color blanco. El chico se sentó pero la luz seguía cegándolo, no sabia que era peor, que la obscuridad lo cegara o que la luz. En tan solo unos cuantos parpadeos Sebastian por fin pudo adaptarse a la luz, se puso de pie y echo un vistazo a su alrededor. No tenía la más mínima idea de donde se encontraba, en el cielo pudo ver lo que parecían 4 lunas, miró al suelo y vio que había una silueta dibujada justo donde él había estado recostado, era como las que hacían los policías en las escenas del crimen para señalar que ahi habían encontrado un cuerpo, o al menos algo así recordaba.

Ahora puso atención a la vegetación, no era como la que recordaba haber visto en la Tierra, pues el suelo estaba medio cubierto por una  densa planta que se asemejaba al césped pero tenía un color rosado. Sebastian se agachó para verlo más de cerca, lo tocó, era suave y lucía carnoso, lo que le recordaba a una anémona que una vez vio en un acuario. También pudo ver un árbol grande y frondoso, con un grueso color caqui, y hojas en diferentes tonos de azul, unas más claras que otras.

Lo único que parecía normal era el suelo, era color café claro, como recordaba que era el de la tierra, en cambio, el clima era perfecto, era fresco, no hacía nada de calor, le hacía recordar a Sebastian esos días de primavera, con un clima sumamente agradable, en los que fue a la playa con unas personas que aunque no lograba reconocer en sus recuerdos, asumió que eran su familia o amigos.

Debo estar en otro planeta pensó, pero sonrió para sí mismo porque sabía que esa era una idea demasiado tonta y abbsurda además, debía haber una explicación lógica para esto, tal vez era un sueño inducido por un coma y aún no lograba despertar, pero para Sebastian, todo parecía muy real.

El muchacho estaba un poco aturdido, tenía sed y Hambre, así que decidió divagar un poco, en busca de agua o comida, lo que sea, todo lucia desierto, no había señales de vida, solo había algunos arbustos y ese frondoso árbol, así que Sebastian camino hacia el.

Al acercarse pudo ver que tenía frutos, se asemejaban a las cerezas, pero eran de color amarillo. Extendio su brazo para tomar una, la arracó, y la limipíó un poco con su camisa y entonces la probó, no está mal pensó, pero no tenían un sabor dulce como él esperaba, extrañamente sabían a pollo.

Cortó unos pocos más del árbol y se sentó a la sombra del este y siguió comiendo de los extraños frutos hasta que finalmente logró calmar un poco su hambre. Pero aún tenía sed, ¿Podría encontrar algo de agua en este extraño mundo? Sebastian lo dudaba mucho, pero esperaba encontrar algo parecido.

El chico empezó a mirar hacia los alrededores nuevamente, al parecer era un valle rodeado completamente por unas pequeñas montañas. Fue cuando puso un poco más de atención cuando se dio cuenta que este valle tenía una peculiar forma, no era irregular como los de la tierra; era un rombo. Este valle no debe de ser muy grande, pensó, al parecer el árbol bajo el que se hallaba estaba colocado justo en el centro del valle, Otro curioso detalle, pensó.

Siguió revisando el valle más detalladamente, y en una esquina alcanzó a ver lo que parecía ser una pequeña laguna, pero lucia muy anaranjada para ser agua, Tengo que ir a allá, pensó. Pero antes, Sebastian se puso a recoger más frutos del arbol, quien sabe hasta cuándo volvería a ver un árbol frutal como ese de nuevo, pues salvo por el césped rosado y unos arbustos de colores purpura y rojo, era la única vegetación existente en el valle.

Mientras recogía los frutos, más recuerdos vinieron a su mente…

“TONY”, otro nombre más apareció en su mente.

Junto con el nombre vino una imagen mental de él, Sebastian pudo recordar a un niño de aproximadamente 11 años, era blanco, con el pelo color bronce y unos grandes ojos aceitunados, El chico no sabía qué, pero había algo en ese niño, algo que le decía que él era su hermano; su hermano menor, sí, él debía serlo.

Sebastian empezó a recordar pequeños momentos de su niñez, momentos que había pasado con su hermanito, eran buenos recuerdos. Él y el niño todos llenos de jabón, bañando a un perro con mucho pelo dentro de una tina, él empujando a Tony en un columpio, y cuando le enseñaba al nño a andar en bicicleta. No había duda de que ese niño era su hermano, pero, ¿Dónde está Tony?, se preguntó Sebastian.

Sin avisar, los recuerdos se alejaron de Sebastian y volvió a mundo real, bueno, si es que ese extraño lugar en el que se encontraba era el mundo real.

Sebastian se estaba llenando todos los bolsillos de frutos, pero al revisar el bolsillo interior de su chaqueta, descubrió en ella un bulto, era un sobre, entonces lo sacó y lo miró detenidamente, era solo un sobre amarillento no muy grande, solo tenía impresas unas palabras que decían:

PARA: SEBASTIAN LORIENTS. **nombre subrayado**

DE: GENESIS

Sebastian Lorients, pensó, así que ese es mi nombre, pero.., ¿Quién?, o mejor dicho, ¿Qué rayos es GENESIS?

En ese sobre debía haber algo más que simples papeles, ya que en él había un bulto, ¿pero qué seria lo que habría dentro?

Impaciente por ver lo que podría contener este misterioso sobre Sebastian empezó a abrirlo.

Lo primero que vio fue una carta.

ABANDONADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora