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Me encontraba escondida bajo mi pequeña cama ya que no deseaba dejar ese orfanato por mas extraño que sonara había sido mi hogar por mucho tiempo y tener que dejarlo me dolía mucho a pesar de que tan solo fuera una niña de tan solo 8 años.

Jess, la niña de mi edad que sonreía ampliamente aquella mañana que desperté en el orfanato se había convertido en mi mejor amiga y tener que dejarla en ese lugar era lo mas triste que me podía pasar.

—Valerie, sal de ahí abajo.—dijo ella tirando de mi mano, yo hacia todo lo que podía para que no lograra sacarme de mi escondite.

—Pero no quiero irme, que sera de mi sin ti.—salí rápidamente de abajo de la cama cruzandome de brazos.

—Tranquila, pronto te iré a visitar a tu nueva casa sabes que nunca me alejaría de ti.—sonrió ampliamente haciendo que esos adorables hoyuelos se remarcaran aun mas.

—Eso espero pero aun así no quiero irme, este es mi hogar y tu eres mi familia.—me acerque a ella para abrazarle fuertemente.

—Sera mejor que vayamos a la oficina de la directora, te esta esperando.—dijo haciendo una mueca.

—Esta bien...—hice un intento para sonreír mientras caminaba arrastrando mi maleta por aquel largo pasillo.

Aquel lugar albergaba millones de hermosos recuerdos y tener que dejarlos así como así me entristecía mucho. Entramos en la oficina de la directora del orfanato, estaba sentada en su escritorio y en una de las sillas había un hombre vestido de traje muy elegante ¿el quería adoptar me o que?
Me senté en la silla libre y observe como Jess salia por la puerta.

—Valerie, el es James Thompson y esta interesado en adoptarte.—sonrió mirándome a través de sus enormes gafas de aumento—¿Acaso no estas feliz?—dijo extrañada al ver que lo único que demostraba era indiferencia.

—¡Oh, si! Claro que estoy feliz.—la mire haciendo la sonrisa fingida mas notoria.

—¡Perfecto! Entonces terminaremos los papeleos y ya te podrás ir a tu nueva casa.—deslizo sus gafas hacia su nariz viéndome con una ceja levemente elevada.

Yo solo me dedique a observar los viejos cuadros que yacían en esas des pintadas paredes, minutos después escuche a Margaret (la directora) decir que ya estaba todo listo y que ya podía irme.

Tome mi maleta y seguí a ese extraño señor de traje hacia un enorme coche negro, el me abrió la puerta trasera para que subiera, rodeo el mismo y subió en el asiento de piloto.

Cuando el coche se detuvo pude ver que la casa que seria mi hogar por lo que restaba de mi vida era enorme, era una fe esas mansiones muy lujosas que ves en televisión. Entramos en esta y yo lo seguí por una enorme escalera hasta llegar a un largo pasillo, caminamos hacia una puerta de color rosa claro y al entrar pide ver una enorme habitación muy hermosa de colores pasteles, en una de las paredes se encontraba una gran cama llena de peluches sobre esta, en la pared contraria un escritorio, en una esquina un gran armario y de toque final un pequeño balcón que daba al patio trasero, era perfecta y solo mía.

—¿Esta es mi habitación?—pregunte sonriendo con un brillo particular en los ojos.

—Si pequeña, es toda tuya.—sonrió James mientras acariciaba delicadamente mi cabeza.—te prometo que seras la niña mas feliz de todas y siempre tendrás todo lo que quieras.—dejo mi maleta sobre la cama.

—Gracias, en verdad muchas gracias.—me acerque a el para poder abrazar sus piernas.

—No tienes porque agradecer nada, siempre tendrás lo mejor.—se agacho hasta estar a mi altura y beso mi frente.

—Voy a ordenar mi ropa.—dije caminando hacia la pequeña maleta que estaba sobre la cama.—creo que sobrara mucho espacio.—comencé a desempacar todo lo que traía.

«5 meses después»

Mi nuevo hogar no estaba nada mal, en verdad me encantaba vivir con alguien que en verdad me quisiera, pero el único problema era que mi padre casi nunca estaba en casa ya que siempre estaba en alguno que otro viaje de negocios o en juntas por su trabajo. Era algo triste ya que casi no pasábamos tiempo juntos así que para no tener que dejarme sola contrato a Samantha como niñera, ella era una chica de unos 17 años, muy amable y cariñosa además de que siempre estaba al pendiente de mi, solíamos jugar muchas cosas juntas.
En verdad que me gustaría pasar mas tiempo con mi padre pero lo entiendo, el tiene mucho trabajo además si no fuera por su trabajo no tendría nada de lo que tengo así que supongo que en la vida hay que hacer algunos sacrificios.

—¿Me dejas hacerte un peinado?—sonreí sentándome al lado de Sam—por favor...—hice un puchero mientras imitaba a un perro.

—Esta bien pero con cuidado, que la otra vez me dolió mucho—ahora era ella la que hacia puchero.

—Esta bien, tendré cuidado...lo prometo.—tome un cepillo para el cabello.—va a quedar muy hermoso, como el de una princesa.—

—¡Oh, que bien! Siempre quise ser una princesa.—sonrió tirando tu cabeza para atrás.

En ese momento la puerta se abrió dejando ver a un muy cansado James.
Rápidamente me levante del sofá y corrí para abalanzarme sobre sus brazos.

[...]

Después de cenar y conversar un rato decidí subir a mi habitación para dormir ya que a pesar de no tener una hora fija para dormir ya era tarde y estaba muy cansada, me coloque mi pijama rosa, tome uno de los peluches que estaban sobre la cama dejando a los otros en el suelo, los observe por unos minutos ladeando la cabeza y al final decidí dormir con todos sobre la cama así ninguno estaba triste. Mi padre entro en la habitación me dio un beso de buenas noches, apago la luz dejando encendida solo una pequeña lampara en una mesita de noche al lado de mi cama. Me costo unos minutos dormirme pero al final logre conciliar el sueño.

«foto de Rayita cuando era pequeña en multimedia»

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2015 ⏰

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