Estaré a tu altura Paolo Bianchi [Finalizada] ♠Primera Temporada♠

Capítulo 4

*Narra Alexandra*

Camine a paso rápido y llegue a la que yo pensé que era el lugar de la "concentración". Era una casota enorme echa de ladrillo rojo, en la entrada había un pequeño cartel de madera que ponía: "Concentración Italiana"

Me acerque y antes de llamar a la puerta pude escuchar una conversación de los jugadores de mi nuevo equipo. Ellos habían llegado antes que yo por que...me perdí por el camino...(Ｔ▽Ｔ)

- No me fió ni del nuevo ni del entrenador - dijo la voz del portero.

- Se nota que el nuevo es el favorito de el entrenador - dijo otro.

- No digan eso - dijo Paolo - Primero conozcanlos y luego podrán hablar - dijo.

- ¡¡PAOLO!! ¿¡POR QUE DEMONIOS LOS DEFIENDES!?¡¡LO PERO ES QUE ESE CHICO SE A COLADO AQUÍ SIN ESFUERZO ALGUNO MIENTRAS NOSOTROS NOS HEMOS TENIDO QUE DEJAR LA PIEL!! - grito uno.

En ese momento abrí la puerta, todas las miradas de los jugadores se posaron en mí. Yo simplemente camine hacia delante intentando aparentar que no había escuchado nada.

Subí las escaleras que llevaban a las habitaciones y entre a la única en la que no ponía un cartel con un nombre.

Deje o más bien, tire la mochila al suelo y sin razón algunas lágrimas bajaron por mi mejilla. Me acerque a la cama y me tumbe panza arriba mirando al techo.

- ¿Por que no puedo dejar de llorar? - susurré poniendo mi brazo sobre mi cara.

Fue entonces cuando sentí un fuerte dolor en el cuerpo, me levante rápidamente y me mire los brazos y las piernas.

- Mierda - susurré bajandome las mangas de la chaqueta y de los pantalones.

Me dirigí a la puerta de la habitación con bastante prisa y la abrí, mire que no hubiese nadie en los pasillos y baje para el primer piso, si no me equivocó Mr.D debe estar en su habitación en el primer piso.

Camine por el pasillo que llevaba a la habitación de la persona que buscaba cuando me di cuenta que para llegar allí tenia que pasar por delante del comedor en donde todo el Orfeo se encontraba cenando.

- La madre que...- susurré y entonces sentí aún mas dolor -...

Camine a paso rápido por delante del comedor pero aun así no pude librarme.

- Oye Alex - escuche la voz de Paolo - ¿No vas a cenar?

- No - dije simplemente escondiendo rápidamente mis manos en los bolsillos de mi chaqueta.

- ¿A donde vas? - pregunto el más bajito de todos.

- Tengo que hablar con Mr.D - dije simplemente.

- Je - río un chico de pelo negro por los hombros.

- El Signor D salio hace un rato - dijo uno de cabello azul claro - Y todavía no a regresado.

Mierda - pensé y entonces el dolor se hizo más fuerte así que mire a los chicos intentando aparentar tranquilidad - ¿Donde esta el botiquín de emergencia? - pregunte.

- ¿Que paso? - pregunto preocupado el capitán acercándose a mi.

- ¿Te hiciste daño? - preguntó un chico de cabello morado claro también acercándose.

- ¡¡No!! - grite antes que me tocaran - Solo diganme donde esta - dije dando un paso atrás.

- Esta aquí - dijo el portero señalando a un mueble.

- Gracias - entre en la sala y cogí el botiquín - ... - sin decir nada y con la cabeza gacha salí de allí y me dirigí lo mas deprisa que pude a mi habitación.

Ya en mi cuarto me quite la chaqueta y los pantalones quedando solo con una camiseta blanca que se empezó a tornar roja.

- Mierda - dije y saque unas vendas del botiquín empezando a vendarme todas las heridas que de repente comenzaron a abrirse sin razón alguna - Mr.D ¿Donde estas cuando te necesitó? - susurré vendando mi pierna para que el sangrado parara.

Pasaron unos minuto y por fin conseguí vendar todos las heridas que se habían abierto, me tumbe en la cama nuevamente pero esta vez con el pijama. Mire al techo intentando no pensar en lo que hace pocos minutos acababa de pasar.

- Alex ¿Sigues despierto? - preguntó alguien tocando a la puerta.

Genial - pensé mirando a la puerta - Quizás si me hago la dormida se largue - pensé.

- Alex...bueno supongo que estas dormido pero aún así, soy Angelo Gabrini, me preocupo un poco que no quisieras cenar con los demás así que te dejo aquí la cena - dijo y sentí como algo metálico tocaba el suelo con delicadeza.

Maldita conciencia - pensé levantándome y poniéndome una chaqueta para tapar mis "dotes femeninas", abrí la puerta - Disculpa - dije llamando la atención del rubio - Es que estaba en el baño - dije un poco avergonzado fingiendo lo mejor que podía.

- No importa - dijo él acercándose a mi y cogiendo la bandeja del suelo - ¿Quieres que comamos juntos? - me preguntó.

- ... - me quede en silencio.

- Tranquilo, todos se han ido a descansar - me sonrió.

- Entonces vale - le devolví la sonrisa y salí del cuarto.

(...)

- ¿Enserio? - pregunte sorprendida.

- Si, si, como lo oyes - dijo el pequeño rubio sentando a mi lado en la mesa.

Este pequeño es buena gente, en cuando hemos llegado y a visto que no decía ni una palabra él intento empezar una conversación y es muy agradable.

- Una cosa - me dijo - ¿Para que querías el botiquín? - pregunto.

- No es nada grabe - dije - Solo me corte en el dedo - dije mostrándole una tirita en mi dedo que hacia menos de unos minutos me había puesto ya que suponía que me pregunta por eso.

- ¿No te han enseñado a que mentir esta mal? - pregunto mientras seguía comiéndose su comida.

- ¿Qué? - dije.

- Vi perfectamente como de tu brazo bajaba sangre - dijo serio dejando el plato a un lado - Y no fui el primero en darme cuenta.

Joder - Pensé intentando encontrar una excusa - Deben ser imaginaciones por tanto entrenar - dije levantandome de golpe.

- Se muy bien lo que vi y los demás también saben bien que no era una alucinación.

-...- mire al rubio - Buenas noches - y dicho eso me marche a mi habitación.

*Narración normal*

- Yo se lo que vi - dijo el rubio.

- Todos lo vimos - dijo el portero del equipo saliendo de una habitación que había en esa habitación (?).

- ¿Como se abra echo eso? - preguntó uno.

- ... ¿Y si escuchara lo que dijimos antes de que llegara y se a auto lesionado? - pregunto el peli-morado claro.

- No lo creo - dijo Paolo.