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Seis semanas después, Enie reanudaba sus clases y recuperaba su vida universitaria. Había ido a visitar a su familia en ese mal momento.

Por lo menos, ahora ya no pensaba a todas horas en él y estaba consiguiendo que no le doliera tanto el alma con los increíbles recuerdos de su vida al lado de su hermano.
Ya llevaba una semana en el campus y, el recuperar su rutina universitaria, fue como un bálsamo con agua caliente. Su amigo, su mejor amigo, la esperaba con los brazos abiertos para acogerla como nunca lo había hecho.

No habían hablado mucho en el tiempo que pasó con su familia. Él la llamó varias veces pero Enie se cerró en banda y respondía secamente a sus preguntas.

Recordó, entonces, el segundo día después de llegar a la Universidad.

Estaba estirada en el césped del jardín leyendo. Al rato, cerró el libro de psicología que tenía en las manos y lo tiró descuidadamente a un lado. Sacó de la cartera sus gafas de sol y se estiró en la hierba dando un suspiro de placer. Pero Enie aun se sentía incómoda, así que, se puso la cartera a modo de almohada y se quitó el fino jersey para quedarse en manga corta.
Entonces, notó una presencia a su lado. La persona se sentó detrás de ella y, apartando la cartera de su cabeza, la obligo a apoyarse en sus muslos.
Enie no dijo nada, ya sabía quien era.
- ¿Cómo has estado?- preguntó Miles en voz baja.
Enie tardó bastante en responder.
- Muy duro - dijo insegura. No tenía fuerzas para resistirse más.
- Lo siento, Enie – Y realmente lo hacía. Por no haber estado ahí, por su traición, por la muerte de su hermano...por todo.
Nada se movió durante unos minutos eternos durante, los cuales, el corazón de Miles se desbocaba en su pecho lleno de dolor, tristeza, nerviosismo, pena y ternura por su amiga.
- ¡Mierda!- exclamó ella por fin en voz baja mientras se levantaba.
Miles la imitó y, cogiéndola del brazo, la atrajo hacia su cuerpo donde la acunó tiernamente. Enie se acurrucó entre sus brazos y ya no pudo evitar la explosión de llanto que la atenazaba. Había querido tomarse aquello como algo que ya no se podía remediar, pero su hermano era algo demasiado preciado para ella. Había levantando un muro a su alrededor por ella, por su família rota y ahora Miles, con su muestra de cariño, había hecho caer todas las barreras que se había impuesto a si misma.
- ¿Por qué?- preguntaba sollozando contra el pecho de Miles- ¿Por qué él?
Se sentaron de nuevo y Miles la acurrucó en su pecho mientras ella seguía llorando y llorando. Finalmente, la chica se durmió descansando más profundamente de lo que había descansado todo aquel tiempo desde que se enteró de la muerte de su hermano.
- Lo menos que necesitas son palabras, pecosa, descansa, déjame estar aquí para ti- le susurraba Miles mientras le acariciaba el pelo, la cara, el cuello y luego le besó suavemente en la frente y en la mejilla.

Pensaba en todo esto mientras subía los peldaños de las escaleras para entrar en la residencia de estudiantes.
- ¡Eh, pecosa!- le gritó una voz desde arriba.
Enie se sorprendió al ver a Miles asomado en la ventana de su cuarto.
- ¿Qué haces ahí arriba?
- He venido a buscarte pero he encontrado algo mucho más interesante- y diciendo esto le enseñó un libro que tenía en la mano.
- Mi diario- susurró temerosa golpeándole el corazón en el pecho hasta hacerle daño.
- He de reconocer que escribes bien.
Enie intentó reponerse y le chilló.
- ¡Deja eso donde estaba!
- Oh, vamos, no seas aguafiestas. Además, solo quiero leer un poquito.
Y abrió una página sin mirar.
Enie comprendió que la suerte estaba echada.
- "Ayer fui con Miles a pasear en bicicleta por el bosque cercano al campus. Fue maravilloso. Estuvimos todo el día riéndonos por cualquier cosa. No se cómo lo hace pero siempre consigue que ría, que llore, que haga cualquier cosa mientras muestre mis sentimientos ante él. Y yo me dejo llevar porque se que en ese sentido no me fallará, con él me doy al completo en todo lo que hago. Es genial tener un buen amigo como Miles", vaya gracias por el cumplido- interrumpió sonriente, aunque no puedo ver las lágrimas de Enie pues había bajado la cabeza mirando al suelo intentando superar el mal trago que iba a pasar- "aunque es algo difícil separar mis sentimientos."- Miles empezó a bajar la voz y a leer mucho más despacio. Aunque a Enie todavía le daba la sensación de que chillaba- "Se que él no siente nada más que la amistad que compartimos. También se que para él es suficiente, pero para mi no. Por suerte, he conseguido disimular mis verdaderos sentimientos hacia él, aunque cada vez se me hace mucho más difícil estar cerca de sus labios y no poder besarle ni...acariciarle.
Miles apagó la voz por fin dándose cuenta de la equivocación que había cometido. Cerró el libro y fijó su vista en Enie que seguía mirando al suelo sin moverse.
- Enie, mírame- le pidió Miles.
Pero ella no tenía valor de hacerlo. Estaba furiosa y avergonzada a la vez, pero ¿qué podía hacer?
-Enie...
Entonces reaccionó de la mejor manera que supo. Alzó la cabeza con determinación y lo miró con los ojos empañados.
- Te avisé, Miles. Pero, como siempre, no me hiciste caso.
- Lo siento, yo...
- ¿Tú? ¡Tú, qué! ¿No querías, no era tu intención? Ya sabes que conmigo eso sobra. Supongo que pensabas que me conocías, que conocías todos mis sentimientos y secretos. ¿Qué tal te ha sentado descubrir que no es así?
- No me merezco esto y tú lo sabes- dijo él con una seriedad que Enie no había conocido en él.
- No, pero ya estoy harta de ser tu mascota.
- Nunca te traté como tal.
Enie sacudió la cabeza.
- ¿Para qué discutir ahora?- dijo mirando fijamente al frente y notando los ojos del joven clavados en ella- No vale la pena.
Y diciendo esto Enie giró sobre sus talones y empezó a caminar sin rumbo fijo, como en un sueño.
Miles la siguió con la visa.
- ¿Por qué nunca me has dejado demostrarte lo mucho que te quiero?- se dijo sabiendo que si se lo intentara explicar no le creería.


TU Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora