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Ha pasado un año desde que sentí uno de los peores dolores del mundo, pero también ha pasado un amor desde que conocí a la persona que cambiaría mi vida.
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7 de Noviembre 2017.
Estaba muerta de frio, tampoco sabía en donde me encontraba.
Nunca en mi vida había probado a practicar los poderes que tenía gracias a mi madre, tenía miedo de que alguien me viera usándolos y me echaran de la manada.
Caminaba sin rumbo por las frías calles, sintiéndome cada vez más mal. Me tambalee un poco pero seguí caminando.
Sé que la gente me miraba con curiosidad preguntándose qué hacia una chica en traje de baño y empapada caminando a esas horas de la noche por la calle.
Distraída como iba no me di cuenta de que había alguien parado delante de mí, ocasionando que chocara con él.
—Deberías de tener más cuidado — Escuche que decía una voz fuerte y grave.
—Lo siento —Dije en un suave susurro a causa del frio.
— ¿Te encuentras bien? —Volvió a hablar el desconocido haciendo que levantara la cabeza para encontrarme con unos ojos azules que me miraban atentamente.
—Ayúdame —Alcance a susurran antes de perder la conciencia.
°°°°°°
Tengo un fuerte dolor de cabeza, pero al menos estoy calentita y cómoda.
¿Qué?
Rápido abro los ojos para darme cuenta de que me encuentro en una habitación desconocida para mí.
Miro alrededor detallando cada milímetro de la habitación.
Paredes blancas, sin adornos, dos puertas en la pared opuesta a la cama, las que supongo que son el baño y un closet, a la izquierda otra puerta que creo da a la salida, a mi derecha un escritorio (con algunos libros, cuadernos, lápices y un computador) empotrado en la pared un gran televisor y a ambos lados de la cama unas mesitas de noche, una con una lámpara y otra con un reloj despertador y un vaso con agua.
