CAPITULO 27

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Fui corriendo al baño para lavarme la cara, Beth muy lista mi hija, me tiró medio paquete de harina encima sin enterarse.  Pensaréis, ¿de dónde sacas la harina si lo crêpes no llevan? Además hicimos magdalenas llenas de chocolate fundido. Vaya ideas tienen. Eran las ocho y Cristina no había llegado.

- Niñas mandarle un mensaje a vuestra madre diciendo que dónde está. - grité des del baño.

- Había dicho que estaba visitando a Tom, al menos a las 18.

Decidí mandarle otro yo preguntándole cuando vendría y al enviarlo vi que no lo recibía. Fui al despacho de Tom para encender el ordenador y rastrear el número. Al parecer era un ordenador viejo, pero así daba el pego para instalar los programas de espionaje que tenía Tom. Vale sí, él era empresario pero tenía compañeros en la Interpol porque era el servicio secreto más cercano a Manresa. Además, los del servicio español no le caían demasiado bien. 

«¿Está en casa de Javier? Pero si sólo hacía hora y media que había vuelto de ahí y ella se suponía que estaba en el hospital con Tom.»

Cojo mi móvil y marco el número de Javier.

- Marcos, ¿qué quieres?

- ¿Está Cristina por allí?

- No, ha venido Lucía para instalarse. Mientras no encuentre otra casa ha decidido quedarse aquí.

- Ah, bueno, es que he rastreado su número y sale como que está allí. ¿Puedes buscarlo? Tal vez se ha dejado el móvil allí.

- Marcos, soy Lucía, antes me he encontrado a Cristina yendo a l'hospital y me he pedido que le guardara el móvil. Yo me he negado en primer momento, pero ha insistido y me lo he tenido que quedar.

- ¿Por qué haría eso?

- De acuerdo, voy a llamar a Tom, a ver si aún sigue en el hospital.

- Adiós Marcos - dijeron los dos a la vez. ¿Por qué se instalaría allí en vez de aquí?

Colgaron al poco de despedirse. Marqué el número de mi hermano y él descolgó al tercer tono.

- SI buscas a alguien aquí no está.

- ¿Tom? - pregunté atónito.

- ¡Ep!, hola hermano. Perdona estaba leyendo en voz alta. ¿A qué se debe esta llamada?

- ¿Cristina esta por allí?

- No, se fue hace hora y media. Me ha dicho que iba a ir a correr un poco, que estaba estresada.

- Pues no se cómo no ha vuelto aún. De hecho, le ha dado el móvil a Lucía y ha ido a verte. No sé como la voy a localizar.

- Estaba rara. Ha empezado a hablar que ya no habláis tan fluidamente, que casi no sabéis que hacer cuando estáis juntos. En cambio conmigo habla e incluso sonríe.

- ¿En serio ha dicho eso? Algo le ocurre, si no hablamos es porque se va por la mañana y no vuelve hasta las ocho de la noche.

- Hermano, creo que está falta de amor. ¿Cuánto hace?

- Unos tres días. Como las niñas se fueron de fiesta, nosotros hicimos una noche a solas.

- Pues eso es que ha perdido el amor por ti. ¿Estás seguro de que no tiene un amante?

- Pues a no ser que seas tu, no ve a nadie durante más tiempo.

- Te juro que yo no la he tocado. Hay límites en nuestra relación de cuñados.

- Así lo espero. Voy a salir a buscarla.

- Quizás ha cogido uno de los teléfonos de emergencia. - Tom colgó después de decir eso.

Miré en el escondite y cogí el papel dónde estaban apuntados. Faltaba uno, el número 7. Rastreé ese y conseguí localizarlo. ¿Por qué estaría en Barcelona? Si el coche estaba aparcado y que yo sepa sólo llevaba el móvil como cosa de valor. Tenía la cartera en casa y no faltaba dinero en el sobre de la caja fuerte.

«¿Christine, que coño estás haciendo?»

- Papá, acaban de llamar al fijo. Era un número desconocido así que no lo he cogido. - dijo Beth desde la cocina.

- Dame el teléfono. Quizás es mamá.

- Pero si el teléfono de mamá no es desconocido. ¿Papá que está ocurriendo? - dijo Sara.

- No lo sé hijas, parece que mamá se ha vuelto loca.

Llamé al número y me respondió Max.

- ¡Por fin lo coge! Escúchame, estamos en la discoteca dónde pincho. No te preocupes por Cristina, ella está bien. Vendrá mañana por la mañana.

- ¿Por qué no lleva su móvil personal encima? ¿No podría habernos avisado?

- Es que cuando nos hemos encontrado en el hospital le ha dejado el suyo a Lucía y después se ha ofrecido a ayudarme en la disco. Hoy nos falta personal y ella da la talla para camarera.

- Pero le había dicho a Tom que iría a correr, que estaba estresada. ¿No se puede poner ella al teléfono?

- No, se está vistiendo. Respecto a lo de Tom, era una mentira.

- Max, cuídala. Cuando pueda que me llame, esto no es normal en ella.

- ¡Estará hecho Marcos! Tranquilo que vendrá sana y salva a casa.

- No dejes que beba alcohol.

La vida de CristinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora