CAPITULO 8

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Estuvimos dos años allí, hasta que mi madre - mi prima- se puso mala del corazón y decidí ir volver. Cuando llegamos, volví a ver al hombre sospechoso del accidente, y él se me acercó. Me explicó que ya se había resuelto el caso y que el culpable era un tal Roberto Fernandez. Lo pensé mejor y reconocí el nombre: Era el asesino se mi vecina. Ahora lo entendía todo tenía, de alguna manera, relación con todos los viajeros del bus. Era la alma del conductor, al que conocía bien porque había trabajado con mi padre -el verdadero- y por alguna razón las entradas que me enviaron para ir al cine, me las envió él, y eran para el día del accidente. ¿Que más querría?

Al cabo de una semana, mi prima se puso mejor y nos quedamos unos días por si recaía. No lo hizo, por suerte.

La vida de CristinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora