CAPITULO 37

4 0 0
                                    

Cuando ya lo habíamos cogido todo, nos dirigimos a la caja, donde nos estuvimos más de diez minutos por la cantidad de productos que cogimos. Pagamos, más de cien euros por todo y nos dirigimos al coche del hermano de Ramon, íbamos sin carné, pero Javier nos hizo unos falsos.

- ¡Hola gente! - dije cuando entré por la puerta, con unas cinco bolsas de comida.

- Menos mal, ¿lo habéis cogido todo? - preguntó Lucía, mientras apartó el ordenador de la isla que había en la cocina.

- Por supuesto, ¿qué te esperabas de nosotros si no? - dijo Ramon, orgulloso. - ¿Has encontrado un sitio bonito y barato?

- Lo mismo digo, hay una zona en Holanda que parece ser adorable para la vista. -dijo mientras dejaba el ordenador en la mesa del comedor y proyectaba las fotos en la televisión.

- Jopetas, Holanda es precioso.

- ¿VERDAD? - gritó Javier desde su despacho, donde estaba repasando papeleo con Tom.

- ¡Sara ya has llegado! - dijo Beth, corriendo desde la puerta que unía las habitaciones con el comedor y cocina.

- Si... Y esta recibida, ni que viniera de viaje.

- ¿Has cogido los cereales? - ya sabía yo...

- Claro, me debes dos euros.

- Tranquila ahora te los traigo.


Finales de Agosto 2016

Habíamos pasado unas dos semanas en Àmsterdam y algunos pueblos cercanos a ella. Fue un viaje que Marcos siempre quiso hacer, supongo que vino con nosotras, al menos en nuestra mente y corazón. 

Ramon y yo ya habíamos cumplido un mes saliendo, y al igual, Beth y Bruno. Éste se había recuperado del cáncer y prácticamente los medicamentos de Javier lo habían podido disminuir para poderlo extraer. 

Lucía estaba feliz con Javier, y de hecho se casaron por el ayuntamiento allí en Amsterdam. Tom no tenía pareja, pero decía que no lo necesitaba mientras tuviera salud y a nosotros. Ahora él era nuestro tutor legal, y por lo tanto, era como nuestro padre.

Cristina llevaba una vida ajetreada con Max, pero se le veía bien. Las pocas veces que la había visto evité hablar con ella. Un día cualquiera, Max vino a casa de Tom en busca de Marcos, y nos vimos en el deber de decirle que había fallecido. Le pedimos que no se lo dijera a Cristina, que se había ido de viaje con la de Los Ángeles, a quién también le explicamos lo sucedido y le pedimos lo mismo.

Quedaba dos semanas para empezar el último año de educación que me veía en pie de hacer. Tanto yo como Beth, estábamos inscritas por papá, así que nos lo íbamos a sacar. Y para ser la gota que colma el vaso, lo íbamos a sacar con muy buenas notas. Sobretodo, con Bruno y Ramon apoyándonos y ayudándonos.

Respecto a la vivienda donde estábamos, decidimos ir a vivir en casa de Tom, y no sólo nosotras, si no, Javier, Lucía, Ramon, Bruno y el hermano de Ramon; aunque éste último venía solo los fines de semana.

Javier había alquilado las habitaciones de su casa y era una forma de aportar dinero a casa, al igual, lo hicimos con casa de Ramon. Nos lo llevamos prácticamente todo a la casa, y hice que Javier se viese obligado a traer la consola y la televisión grande (de 60 pulgadas).

Octubre 2016

Llevábamos mes y medio de segundo curso  de Bachiller, y nuestras vidas habían conseguido una poca tranquilidad y normalidad respecto el verano. 

El otoño se notaba a partir de las seis de la tarde, en ese día tan precioso. El frío invadía mi cuerpo, así que a cada sorbo que daba al café, el cuerpo batallaba contra el frío. Ramon estaba untando la crema de avellanas con cacao de dos colores en la tostada que se había preparado. La crema estaba caliente cuando la mordió por primera vez, así que se quemó un poco la lengua.

- ¡Jopetas! - dijo mientras cogía la jarra de agua y se la echaba en el vaso. - ¡Oye no te rías, que hace daño!

- Lo siento - dije entre risas y lágrimas.  - ve con cuidado con mis deberes, no se te caiga la tostada encima. - A eso, él apartó la tostada y la dejó en el plato.

- Sara, tranquila, no importa que me queme la lengua mientras tus deberes estén a la perfección para entregarlos la semana que viene.

- El sarcasmo es tu único poder, ¿verdad?

- No, para nada. - Ramon era la persona más sarcástica que conocía en toda mi existencia. El problema es que me daba miedo, que usara sarcasmo para acabar nuestra relación cualquier día de estos.

- Venga, ven aquí, el agua no siempre va bien. - le dije con voz dulce para que confiara un poco más en mi. No lo hacía con malicia, sólo le quería mostrar mi empatia con lo que acababa de suceder.

- Eres la mejor.

La vida de CristinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora