Capítulo 2

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***Marzo 2015***

Steve Lawler llevaba años sin pisar aquella vieja propiedad, recuerdos iban y venían mientras cruzaba el umbral. Ese sentimiento de vacío lo desesperaba y al mismo tiempo lo enfurecía. El único ser vivo que podía calmar sus arranques de ira cada vez que recordaba a su padre, era su fiel mascota y mejor amigo, Drake; un perro siberiano albino que había adoptado hace un año.

Al recordar a su padre sentía tristeza pero al mismo tiempo rabia por todas las cosas que había causado, al dejarlo a él como responsable de todas sus deudas. Su familia sufrió rechazo de la hipócrita "alta sociedad" en donde vivían desde que tenía memoria. Había pedido ayuda y favores hasta el cansancio sin embargo nadie se dignó en ayudarlo por miedo a manchar su reputación, aquellos que antes de que empezara el caos se hacían llamar amigos, le dieron la espalda. Su novia Danielle tampoco había sido la excepción, justo cuando se enteró de lo que había pasado con el imperio Lawler, se alejó de él y en menos de tres meses ya se había comprometido con su primo John.

Años después de muchos esfuerzos, logró recuperar todo lo que su padre había construido y perdido, hasta duplicó el valor de las acciones de la compañía de seguros que poseía. Muchos de aquellos traidores quisieron volver a recuperar aquella amistad que nunca había existido y la persona que más amó en su vida milagrosamente quería disculparse y volver con él. Todas aquellas despiadadas y superficiales personas lo tenían enfermo, tan enfermo que decidió alejarse de la ciudad por un largo tiempo y sólo ir si su trabajo lo ameritaba. Ya no creía en el amor tampoco en la amistad, su pasado le quitó las fuerzas de seguir creyendo que aún existían las personas buenas, las que hacían las cosas sin pedir nada a cambio, las humildes y bondadosas; dejó de creer en la humanidad.

El sonido de unos pasos atrás de él lo sacaron de los recuerdos del pasado, Matías Valastro, su socio, lo estaba ayudando con su mudanza a los suburbios, él era lo más parecido que tenía a un amigo, pero aun así no lo consideraba como tal. Italiano, mujeriego y un lame bota que no sabía hacer nada por sí mismo, aun con esas características era mucho mejor que las personas que había considerado como amigos.

—Entonces crees que debería seguir... oye, ¿me estabas escuchando?

—No, no lo hacía y tampoco me interesa lo que estabas diciendo...— Steve siempre era sincero y cruel con lo que decía, siempre se mostraba serio y muy pocas veces bromeaba, no entendía cómo Matías podía aguantarlo si a veces ni el mismo se soportaba.

—Tan gracioso tú, pero bueno, retomando la conversación— Steve no aguantó más y le dió la espalda para buscar su equipaje en el carro, cualquier otro lo consideraría como el fin de la conversación pero Matías no lo captaba o se hacía el tonto— ¿Crees que debería seguir con mi novia? Ella es muy bonita y todo, llevabamos, no sé, más de dos años de relación... pero no sé si quiera involucrame en algo serio como lo es el compromiso. Yo soy un hombre que le gusta la libertad y me es casi imposible vivir con una sola mujer por el resto de mi vida, si en estos dos años le he sido infiel varias veces y ella no se ha dado cuenta; a veces pienso que no es tan inteligente como parece que es, pero bueno, volviendo al punto...

—Matías. En serio que no me interesa lo que hagas con tu novia o no, no me parece correcto que seas tan mentiroso con alguien que tu dices ser tan buena. No importa lo que te diga, la decisión es tuya solamente. Sólo deja de fastidiarme.

Steve no entendía por qué ese hombre de su misma edad podía llegar a ser tan inmaduro. Su cabello casi dorado y sus ojos verdes lo hacía ver como el típico hombre maduro e inteligente presidente de una empresa, pero su forma de actuar y como trataba a los demás lo hacía vil y despreciable; sentía lástima por quién sea que fuera su novia, pero si estaba con él, de una forma u otra la hacía igual que él. Steve nunca se llegó a considerar mejor que los demás, al contrario, pensaba que todos los seres humanos eran basura y él al ser humano también, no veía nada bueno en sí mismo. No tenía esperanza en los humanos, ya lo había perdido desde hace tiempo, aunque se dice que la esperanza es lo último que se pierde y si se llegara a perderse siempre habrá alguien que te hará volver a creer en ello.

Un regalo para toda la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora