Prologo

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Ese día llovía con intensidad. Las personas solo se refugiaban en sus hogares con su familia mientras sonreían como ignorantes. La lluvia recaía en una pequeña niña que caminaba como una zombie. Sus ojos no tenían vida alguna. Su pelo no tenía color. Sus labios estaban azules por el frió al igual que su cara. Su rostro solo demostraba angustia, tristeza y dolor. Ella estaba rota, rota del corazón, rota del alma, rota de sus emociones, y rota de su dignidad.

Caminaba lentamente mientras la sangre de sus brazos caía en el suelo. Los brazos estaban llenos de cicatrices y varios cortes nuevos, un ejemplo del dolor que cada día pasaba. La lluvia seguía cayendo en su pelo sin color y desordenado. No se podía saber muy bien gracias a la lluvia si estaba llorando, pero de todos modos no lo demostraba ya que era fuerte, no era débil como todos le decían, era alguien con fuerza del corazón, o eso era antes.

Se detuvo en un parque al escuchar un aullido pequeño pidiendo que alguien le venga a ver, que lo rescaten, que lo cuiden y que lo ayuden. La niña miro una caja debajo de un árbol y se acerco a paso lento. Miro dentro de la caja encontrándose con un pequeño perro blanco medio sucio, ojos brillantes y con vida en su pequeño cuerpo, algo que ella ya no tenía desde hace unos minutos. El pequeño perro movía felizmente su cola y con brillo en sus ojos miraba a la niña y le pedía con su pata que lo llevara a su casa. ¿Cuál casa? Ella no tenía un lugar, era alguien pobre y sin dinero abandonada por sus padres en la calle, ¿Dónde lo podría llevar?

La niña miro al perro y le hablo con una voz apagada y sin emoción alguna.

-Yo...no tengo donde llevarte –voz apagada y triste.

El perro se quedo mirando a la niña y salió de la caja. Se acerco y le lamió su mano demostrando cariño. La niña se agacho y el perro la abrazo. Todo a su alrededor se congelo al sentir unos brazos a su alrededor. EL tiempo se había detenido para ella y ya no escuchaba el sonido de la lluvia. Varias lágrimas bajaron de su cara y el perro siguió abrazándola. La niña igual lo abrazo y lloro como nunca antes. Toda la frustración que tenia, todo el dolor que había guardado, lo saco en un solo grito en la fría lluvia.

Las personas siempre mienten diciendo que están bien cuando en realidad sufren por dentro. Uno puede llegar a mentir ocultándose en una máscara para dejar su horrible pasado. Pero de algo no se dan cuenta. Las sombras del pasado siempre te persiguen y te atormentan hasta que logres aceptar todo lo que has sufrido. Este es un caso especial en la niña. Su pasado es su propia realidad. Todo lo triste lo vive cada día de su vida. El dolor está presente en sus ojos y en su cuerpo. Esta es su...

Triste realidad.




Triste Realidad (Hitsugaya Toshiro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora