Capitulo 3

3.5K 251 41
                                    

Sentía agua en todo mi alrededor. Aún no podía abrir mis ojos.

¿Estoy muerta?

Quise mover mis dedos, éstos tocaban el líquido al igual que mis pies.

Lo más seguro es que estaba bajo algún arroyo o en el mar con los peces comiéndose mi cuerpo o lo que quedaba de mí.

¿Será mi espíritu lo que queda y por eso tengo pensamientos?

Respiré, sentí el aire entrar hasta mis pulmones y se sentía fresco y muy limpio.

Olía a lavanda, vainilla.

¡No estoy muerta!

Abrí los ojos rápido. Sentí como mis pupilas se segaron con la luz blanca del techo, ¿Estaba acostada?

Cerré mis ojos de nuevo y los abrí lentamente.

No esperaba despertar.

Sobre todo no esperaba despertar desnuda en una bañera de agua, con mi secuestrador, sentado en la tapa cerrada del inodoro, mirándome fijamente.

—¿Disfrutas tu baño?— preguntó divertido. Rápidamente me cubrí o eso traté de hacer con mis manos, parecía un pez resbaladizo en la bañera.―No tienes que preocuparte por mí. No eres mi tipo.—Lo miré fijamente, realmente estaba despreocupado por mi presencia. Hizo una seña a un poco de jabón en un platillo en el borde de la bañera―. Límpiate a ti misma. Hueles alcantarilla, Bruno no tendrá misericordia de ti. ―Abrió un teléfono celular―. Reza para que esto vaya en tu favor.

Su mirada fija en la mía con el ceño fruncido, ¿qué me había hecho? No sentía dolor, eso significa que mis órganos siguen intactos aún.

La llamada conecto, y sus rasgos se suavizaron, rompiendo en una sonrisa casi hermosa parecía un tipo angelical con los oyuelos en sus mejillas.

Si él no hubiera estado tratando de matarme tal vez en otra vida me caería a sus píes, eso es.

―¡Bruno! ―dijo entusiasmado

Tomé el jabón, la verdad que si tenía marcas de mugre en mis brazos.
Empecé a frotarme sin moverme mucho, miré al mi alrededor y era un cuarto de baño con acabados lujosos, ¿cómo se supone que escaparía de aquí?

―... Ya sé que ha pasado tiempo. La verdad que estaba ocupado pero para compensar tengo algo para tí... Algo que puede interesarte, tómalo como un regalo de navidad por adelantado.—Solto una risa.— ¿Recuerdas nuestra plática que tuvimos la última vez que estuve ahí?.... Ya sé estabas ebrio... Esa cosa que quieres pero no puedes por tu código moral.. No estoy sugiriendo que... Para y escucha por un maldito minuto, Bruno. ¡Creeme que eh tenido un día difícil!.. ¿Testigos? Uhmm... Bueno solo borré a uno de seguridad esta tarde. Ya sé.. No fui tan cuidadoso como debería haber sido, pero ya limpié eso... El punto es que tengo a alguien por ahí haciéndose la limpieza ahora. Ella es tu tipo. Pelirroja. Delgada. Pechos pequeños y... ¿nalgas? Supongo que si tiene un poco. Grandes ojos verdes. No sé lo que hay contigo y esas perras irlandesas, pero ella es perfecta para ti. Espera un segundo.— quitó el teléfono de su oreja y se dirigió a mí.— ¿Eres irlandesa, verdad?

¿Irlandesa? Por un momento quise reír a carcajadas.

—No.— dije y el resopló.

— Puedes tener lo que querías. Todo lo que tienes que hacer es venir a recogerla.— Hubo una larga pausa donde escuché algunos gritos imperceptibles al otro lado del teléfono.―Calma, carajo. Mira, lo que hagas con ella una vez la tengas eso depende de ti. Pero si no la tomas, ella está muerta. Si la dejas ir, tú sabes que la encontraré, y una vez más, está muerta. Su vida está en tus manos, y una vez que la veas, sé que la tomaras. Te estoy haciendo un favor, dándote lo que quieres, y salvando su vida. Soy un santo regular alguien debería encomendarse a mi. Podría haber disparado a la puta... sí, estoy en la casa... Sí, bueno, no pretendas tener las manos limpias. No puedes estar en el negocio familiar, pero ya sabes de donde viene el dinero. No olvides eso... Negocio honesto mi culo... No podrías haber empezado ese negocio sin tu familia. Ahora ven aquí.

Imágenes horribles pasaron por mi mente, incluso peor que la escena del basurero o la reciente amenaza de muerte.

¿Él iba a prostituirme?

¡Iban a prostituirme!

Por eso no me hizo nada, soy una simple mercancía de cabello rojo.

Un simple regalo.

Me abracé con más fuerza a mi cuerpo, ¿ésto era una pesadilla verdad?

A pesar de mi falta de interés personal, nunca me había sentido tan expuesta sexualmente.

Él cerró el teléfono, su mirada barriendo sobre mi, evaluándome como una vaca que va a vender.

―Eres mucho más problemas de lo que vales la pena. Mi hermano es un puto ingrato.

¿Su hermano?

Ésto no podría ser peor.

La puerta del baño se abrió y una atractiva chica en un pulido vestido diminuto entró.

Me apresuré a cubrirme más.

―¿Qué mierda?— gritó al verme en la bañera poniendo sus manos con esas largas uñas sobre sus caderas.— ¡No me puedo ir por un minuto y ya te estás cogiendo a una vagabunda! ¡Eres un pito zorro!

―¡Hey! ¡Hey! A mí me dulcificas tu tono.— chistó el moreno.— ¡Relájate cariño! Ella es de Bruno.

—¡Que extraños gustos tiene tu hermano!.— dijo sin todavía creerle.— ¿Éstas seguro?.— acomodó sus voluptuosos pechos en el escote de su vestido.

―¡Claro que sí mi amor! ¿Creíste que te cambié?- sonrió y la atrajo hacía el.— Eres la cosita más bonita que el dinero pudiera comprar.— Dirigió una dura mirada a mi―. Fuera. Estás tan limpia como puedes estarlo.

—¿Cambiarme por ésta?.—sonrió levantando una ceja.— No creo que tengas tan feos gustos, ¿verdad?

—Hasta ahora no tienes competencia mi reina.— Y se besaron.

Era como ver una película porno en vivo. Me sentí extrañamente incómoda.

Para cuándo el se soltó a tomar aire, me tendió una bata y salí rápido en cuanto continuaron su beso.

Mi vida dependía de un hombre ahora.

Y éste era Bruno.

Aún no lo conozco ni sé quién será, pero nada bueno me espera.

Mucho menos si soy un regalo para él.

MAFIA HERNÁNDEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora