Capítulo I

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"La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que hacen." 

-Al fin-dije para mí misma- Este libro me llevo 3 días, que agotamiento.

Terminar un libro es una de las cosas que menos me agradaban, se siente un vacío muy grande al saber que esos personajes que uno sigue desde el inicio de una lectura se extinguen en tu mente y se quedan ahí hasta que no te des el lujo de revivir la historia una vez más.

Angustioso. Esa es la palabra adecuada.

La oscuridad de la noche era relajante. Sin embargo, tratar de leer en ese estado me agotaba , resolver casos...analizar misterios... diría que no es lo mío.

Tres de la mañana. Quedarme hasta estas horas es merecedor a ser llamada una nerd total, pero no importaba, estaba satisfecha con la historia.

Me levanté de la cama y deposité el libro en el librero que se encontraba debajo de mi cama, solo yo sabía de este secreto. Me acerqué a la ventana y me puse a observar el cielo, no había luna, por lo que observarla no era nada especial.

Había un árbol enfrente de mi casa, estábamos en una época de otoño, lo que hacía que la falta de hojas lo hiciera un poco tétrico, un cuervo negro se posó en una de las ramas, su color negro esclarecía la mala suerte, es sencillo negarse a no creer en eso, pero la vida a veces te muestra la peor cara de la moneda.

Me alejé de la ventana para poder recostarme en la cama y tomarme otra media hora de esfuerzo para dormir. Al día siguiente había una fiesta, la vida social a la que me veía expuesta me obligaba a ir y no me molestaba, más no podía desenvolverme como me gustaría.

Aunque de todos modos, ya estaba acostumbrada.

-¿Hija?- dijo la voz gruesa, segura y autoritaria de mi padre, quien se encontraba asomándose en la puerta- ya es tarde ¿Qué haces despierta?

-Estaba leyendo papá perdón, igual ya iba a dormir, tú también descansa, ya es muy tarde- le contesté tratando de evadir el regaño que me merecía por quedarme despierta.

-Tengo que irme, asuntos de trabajo Summer, tu entiendes- susurró.

Ya estaba acostumbrada a escuchar esas palabras, como siempre él se iba y nos dejaba a mi y a mi madre cada una en su mundo.

-Por supuesto, Adiós Papá- dije tratando de disimular mi molestia

-Nos vemos luego- dijo.

Escuché como sus pasos se alejaban lentamente para luego perderse en el sonido de la puerta principal cerrándose.
No iba a sentirme mal por esto, no servía ni servirá, solo necesitaba dormir un poco, para luego despertar y sentirme estúpida al día siguiente por mis acciones.

Sí, eso necesitaba. Necesitaba una razón por la cual estar deprimida, solo me bastaba mostrarle una sonrisa a la sociedad, aunque no sea lo que sentía verdaderamente.

Expediente BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora