El mundo se apagaba y encendía, como si una bombilla defectuosa titilara sobre el universo. Las heridas en mis piernas latían como si estuvieran gritando de dolor con voz propia, y los pocos pensamientos que podía formular no eran lo suficientemente coherentes como para mantener una conversación de más de dos segundos.
Lo único que podía sentir con claridad era el miedo que se atoraba en mi garganta y me anclaba a la poca cordura restante en mi mente, una sensación que recibí como a un amigo que había visto hace tiempo. La causante de aquello se encontraba de rodillas frente a mí, con el rostro surcado de lágrimas y un sufrimiento probablemente aun mayor que el mío, aunque en un nivel más psicológico que físico.
-James- me susurró Heather, como si otra personalidad hubiera tomado control de su cuerpo.
El monstruo feroz que me había recibido a golpes había desaparecido, y frente a mí se encontraba un alma atormentada por las voces de los muertos.
Su mano temblorosa se posó sobre mi mejilla únicamente para caer al suelo en un furioso puño segundos después. Un alarido aterrador se escapó de su garganta y aquel sonido perturbador me acompañaría por el resto de mis días, un gemido que acarreaba con el sufrimiento de una vida desafortunada.
- ¿Por qué...?- musitó con voz apenas audible y temblorosa del llanto - ¿Por qué demonios viniste?
Yo permanecí en silencio no solo porque el dolor no me permitía hablar con claridad sino que difícilmente veía posible darle la respuesta a una pregunta que ni yo mismo había sido capaz de contestar.
Se veía tan frágil que me costaba horrores asociarla con la misma persona de minutos atrás, o siquiera con la misma Heather que había conocido antes de la muerte de Roth, aquella chica tan cabezona y con un orgullo tan inflado que no doblaría un cabello frente a alguien más. Esta chica que golpeaba el suelo a mis pies hasta que los puños le sangraran y que lloraba lágrimas de fuego no parecía importarle absolutamente nada más que una única cosa, y eso estaba bastante claro al mirarla a los ojos, que lo único que la mantenía con vida era su sed de venganza.
Heather se calló a sí misma de una manera tan sorprendente y eficaz que dudé por un momento si en mi delirio no había imaginado sus llantos. Pero no, aun mirando al suelo Heather cerró los ojos y respiró profundamente contando hasta cinco, hasta que luego de un par de segundos más su cara se alzó del piso sin mostrar señal alguna de que había llorado más que por las lágrimas secas en sus mejillas.
-Contesta -dijo con una voz rígida, continuando con la conversación como si nada hubiera sucedido - ¿Por qué te tomaste las molestias de arriesgar tu vida viniendo hasta aquí? ¿Y sin ningún plan más que una charla conmovedora que me convenza de volver?
Yo no podía siquiera mirarla al rostro. Mis respiraciones comenzaban de a poco a recuperar su ritmo normal, pero las piernas aun me hacían agonizar del dolor. Aparté la mirada y permanecí en silencio. Aun así, Heather contestó por mí, dándole voz a mis pensamientos.
-No lo sabes, ¿verdad? -dijo.
Al ver mi expresión, que seguramente delataba que había dado en el blanco, sonrió.
- De hecho, yo sí lo sé -continuó, y luego me atrapó desprevenido al tomarme del mentón y girar mi rostro para que quede frente a frente con el de ella a sólo unos centímetros de distancia -Sé todo lo que hay que saber acerca de tí, James Ross. Tu madre te tuvo a los 16 años con un tipo al que jamás viste en tu vida, y como ella no podía hacerse cargo de ti por sí misma se mudó con un hombre que la venía persiguiendo hace años para que trabaje para él como prostituta. Ese hombre es tu padrastro Richard Stewart, quien aceptó hacerse cargo de ti y de tu madre a cambio de que ella trabajase como prostituta ofreciendo servicios a sus clientes. Te criaste con ellos hasta los 7 años, cuando escapaste de tu hogar porque tu padrastro te pegaba y maltrataba y tu madre no hacía nada para evitarlo. Te fuiste a Las Vegas pensando que podrías hacer algo de dinero haciendo trampas en las cartas como habías aprendido observando a tu padrastro con sus clientes, pero al llegar aquí te quedaste solo y sin lugar en el que quedarte. Vagaste solo por dos años, viviendo en las calles robando y pidiendo comida como un pordiosero hasta que una mujer llamada Bárbara te permitió quedarte en su prostíbulo a cambio de trabajar para ella como hijo de alquiler. Viviste de aquella forma por tres años, hasta que a los trece decidiste volver con tu familia, pero te encontraste con tu madre intensamente drogada y tu padre más demente y furioso que nunca. Él intentó matarte y tú huiste por los pelos, tomando algo de dinero contigo de la casa sin que se dieran cuenta, dinero que usaste para comenzar a trabajar como asesino a sueldo, estafador e investigador ilegal privado. Estuviste solo desde entonces, negándote a confiar en alguien más y trabajando para nadie más que para ti mismo.
Su descripción perfecta de mi pasado me dejó sin palabras, y también hirviendo de la rabia. Jamás había dejado revelar mi pasado, era la única cosa que me había propuesto eliminar de mi vida, solo para que ella lo vuelva a traer dolorosamente a mi presente con todo detalle.
- ¿Cómo demonios sabes eso? -pregunté irritado.
- Tuve el placer de hablar con la poca gente con la que te has relacionado- contestó ella.
Pensé en Bárbara, quien sencillamente vendería toda la información que se le cruzase por delante a cambio de beneficios propios.
- Y cuando lo supe todo- prosiguió ella -finalmente lo comprendí.
- ¿Comprendiste qué?- exclamé, comenzando a molestarme de que se me hablara como si fuera alguna clase de rompecabezas resuelto.
Ella se paró y se dio la vuelta, como si no deseara ver mi rostro. Estaba parada en el límite exacto entre la luz y oscuridad profunda, y parecía como si esta última estuviera a punto de tragársela para siempre.
- Comprendí - prosiguió - por qué estás aquí.
Pensé que me esperaba una sarta de acusaciones acerca de que no la dejaba en paz, de que era un acosador o algo por estilo, pero en vez de eso se quedó en silencio y no pude evitar preguntar.
- ¿Y por qué?
Pensaba que era imposible que acertara una pregunta a la cual ni siquiera yo mismo tenía respuesta, pero en cuanto se volvió a dar la vuelta y me miró con esos ojos dañados que tan bien conocía en mi propio rostro, supe que me había equivocado.
- Me tienes lástima, ¿No es así?.
Estaba realmente pasmado, la miré por un momento extrañado pero sabía que leía fácilmente en mis ojos que había dado con la respuesta correcta.
Yo mismo estaba sorprendido, pero en cuanto las palabras salieron de su boca las piezas del rompecabezas parecieron finalmente encajar y nunca me pareció tan claro.
- Es gracioso - prosiguió ella, acercándose más a mí y arrodillándose para quedar a mi altura, sus ojos mirando directo hacia los míos - porque somos lo mismo James. Los dos somos la escoria de esta sociedad, a nadie le importamos. Entonces dime, ¿me tienes lástima porque perdí a mi hermano a manos de tu empleador o porque te tienes lástima a ti mismo?
Instintivamente aparté la mirada, y me maldije a mí mismo por ser tan susceptible a sus palabras.
- Tal vez tengas razón- admití - Tal vez lamente que lleves la misma vida desagradable que yo, pero incluso así tú no entiendes que estás en un pozo más profundo del mío. Uno del que no podrás salir jamás si sigues por este camino.
Me atrevía a levantar la vista nuevamente. Los ojos con los que me encontré estaban nuevamente glaseados, pero rígidos por la lucha contra las lágrimas.
-Continúa- fue todo lo que dijo.
- Eres muy arriesgada, manteniendo contigo un ser querido por todo este tiempo. - Musité- Yo estuve solo desde el día en que decidí dedicarme a nuestro negocio, y juré estarlo desde entonces.
- ¿Estás diciendo que mi problema es haber amado?- contestó.
Tuve, por un breve momento, la necesidad de morderme la lengua. Siempre había pensado que el amor no es nada más que una desventaja, ¿por qué dudar ahora, cuando esta chica está claramente sufriendo por amor?
Quería decirle que sí, que por no haber dejado atrás a Roth ahora estaba pagando las consecuencias. Quería decirle que mantener a todo el mundo lejos nos ahorraba esos problemas y facilitaba nuestro trabajo, pero por alguna razón no pude sacar aquellas palabras de mi boca.
Al ver mi vacilación, Heather suspiró y se puso nuevamente en pie.
- Buena charla- fue todo lo que dijo, y se dio media vuelta en dirección a la oscuridad.
-¡Espera!- exclamé. En cuanto ella se detuvo, aún no dándose la vuelta, agregué- ¿Vas a dejarme aquí?
- No eres de esos que les gusta dejar un caso abierto- respondió- Si te suelto ahora vas a seguir interfiriendo con mis planes.
Y antes de que pudiese protestar, su figura fue engullida por las sombras y el estruendo de un portazo resonó en toda la habitación.
![](https://img.wattpad.com/cover/30839233-288-k472433.jpg)
ESTÁS LEYENDO
asesina fuera de serie 3 : autodestrucción
Actionse acabó su tiempo de huir. se acabó su tiempo de servir. es hora de atacar. Cegada por la sed de sangre, la ex agente federal Heather Reese hará lo que sea para cobrar su venganza por la muerte de su hermano. ¿Pero cuán lejos está dispuesta a lle...