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Yo debía estarme volviendo loca, esa frialdad, esa indiferencia, esas extrañas reglas, lejos de hacer que saliera corriendo de ahí me plantaban en esa habitación, como un árbol echando raíces. Él ejercía un extraño embrujo en mí, estaba volviéndome adicta, esa era la palabra correcta para describir lo que sentía, nunca antes había experimentado esa sensación, tomaba alcohol en fiestas, pero nunca he sentido la necesidad de consumirlo sin sentido, el cigarro lo había probado sólo una vez y no me gustó. Pero, el verlo ahí, parado frente a mí, mirándome como si me estuviera analizando me hacía desearlo, necesitarlo y sentirlo dentro de mí y eso debía sentir un alcohólico cuando tenía una botella enfrente.

Acortó la distancia que nos separaba, con la punta de su lengua lamió mis labios mientras sus dedos desabrochaban el par de botones que yo había logrado abrochar de mi blusa, la abrió y colocó sus manos en mi cintura atrayéndome hacia su cuerpo en tanto introducía su lengua en mi boca y frotaba la mía. Mis manos rodearon su cuello y se lo acariciaron, sentí como desabrochaba mi sostén acariciando de paso la piel de mi espalda, me separé un poco mientras él me dejaba completamente desnuda de nuevo, sin dejar de besarnos, empezó a caminar dirigiéndome hacia la cama, cuando la sentí con la parte trasera de mis piernas me senté. Él fue por otro condón mientras yo me subía y me acostaba.

Él se tumbó en mí y lamió mis senos alternadamente, en tanto su mano acariciaba mi cadera, yo acariciaba su cabello, él continuó besándome hasta mi cuello, al que le dio ligeras mordidas. Lo hice darse la vuelta y yo fui ahora la que quedó encima de él, le besé y lamí el cuello tomando el condón de su mano, me hinqué sobre sus piernas y le coloqué el condón deslizando las yemas de mis dedos en su erección, él jadeo y acto seguido me senté sobre su miembro y comencé a moverme en círculos colocando mis manos sobre su abdomen apoyándome. Él gimió más fuerte.

- Oh sí, así - exclamó con la voz entre cortada.

- ¿Te gusta? - pregunté con un hilo de voz.

- Sí, sigue, no te detengas - suplicó.

Seguí moviéndome lentamente, tratando de prolongar la excitación, puse mis manos entre mis cabellos ahora moviéndome suavemente arriba y abajo sintiendo sus dedos apretar mis caderas y me detuve. Con un ágil movimiento, él hizo que me acostara y me embistió con fuerza, entrando y saliendo de mi cuerpo haciéndome gritar mientras nos mirábamos fijamente rozando sus labios con los míos, sentía su aliento que, aunado a sus movimientos, me estaba volviendo loca. Incrementó la velocidad y yo lo abracé con mis piernas por sus caderas, sentí que llegaba al orgasmo mientras él embestía por última vez y colapsaba en mi cuerpo.

- Eres fantástica - susurró en mi oído.

- Y tú eres único - respondí aún con la voz distorsionada.

A lo lejos escuchaba sonar mi movil, levanté mi mano hacia la mesita de noche, pero no lo sentí, entonces abrí los ojos y me enderecé un poco, me di cuenta que seguía en la habitación del hotel, no supe en qué momento me quede dormida, ni siquiera me di cuenta cuando él se levantó de la cama. Me levanté ya que el movil estaba dentro de mi bolso y cuando llegué a él había dejado de sonar, entonces un papel doblado estaba sobre la mesa, lo tomé y lo abrí, "Espero que hayas disfrutado de la comida tanto como yo", decía con letra de ordenador, una enorme sonrisa apareció en mis labios, pero, me sobresalté al escuchar de nuevo mi movil, era Olivia en el identificador.

- ____, ¿dónde estás?, son las diez de la mañana y la junta con el nuevo cliente es a las once, Scott está desesperado porque no encuentra la presentación y tenemos horas buscándote, estaba a punto de marcar al 911.

- Estoy bien, sólo que me quede dormida y no escuché el despertador.

- Pues date prisa antes de que a Scott le dé un infarto y de paso a mí por estar escuchando sus gritos, prepárate porque te espera un fuerte regaño.

Me vestí a toda prisa y salí corriendo de ahí, afortunadamente un taxi iba pasando y lo tomé de inmediato, le indique la dirección de mi departamento y cuando arrancó me di cuenta que había dejado la nota sobre la mesa. Llegué y me di una ducha de cinco minutos, me puse el primer traje que alcancé con la mano, me cepillé rápidamente el cabello después de vestirme y salí disparada, en el taxi me maquillé.

Casi me caigo en las escaleras de la entrada del edificio por las prisas, pero logré detenerme del muro. Apreté el botón del ascensor mientras miraba mi reloj, eran 11:10 am. Las puertas se abrieron y salió un mar de gente, cuando estuvo ya vacío, me subí y apreté el botón del piso siete, pero en el piso dos se detuvo, entró un señor, volvió a detenerse en el piso tres y subieron dos chicas más, en el piso cinco bajo el señor y entro una señora de limpieza. Genial dije para mis adentros, cuando más prisa tiene uno es cuando todo se pone lento. Finalmente llegué a mi destino y salí rápidamente, acomodé mi pelo aún mojado.

- Vaya, hasta que llegas, el cliente ya está aquí y Scott está furioso.

- Perdón, es que no dormí bien anoche.

Entré a mi oficina y del cajón del escritorio saque el cd con la presentación y caminé a paso veloz a la oficina de mi jefe. En el umbral de la puerta mi corazón se detuvo cuando vi a un hombre con traje negro, era alto, delgado, de cabello corto y un poco alborotado que estaba parado de espaldas a mí y frente a mí jefe.

- Aquí viene mi colaboradora estrella - exclamó Scott cuando me vio cruzar por la puerta.

- Buenos días, perdón por la tardanza - dije nerviosa con un hilo de voz.

El hombre se dio la vuelta para mirarme y sentí que un frío recorrió mi espalda.

- Sr. Mccan, le presento a ____ , la persona encargada de llevar su cuenta.

- Mucho gusto - dijo sonriente extendiéndome la mano.

- Igualmente - contesté estrechándosela.

El alma me volvió al cuerpo cuando me di cuenta que no era mi desconocido, suspiré aliviada y, entonces, caí en la cuenta de algo en lo que no había pensado, ¿existiría la posibilidad de que algún día me lo encontrara en la calle con los miles de habitantes que hay en esta ciudad?, ¿su trabajo tendría que ver con la publicidad?, sacudí la cabeza para librarme de esos pensamientos y me senté al lado del cliente.

La junta transcurrió de lo más normal, el Sr. Mccan quedó bastante satisfecho con la presentación y nos indicó que necesitaba la campaña para el viernes por la tarde. En cuanto salió de la oficina, el corazón se me volvió a acelerar porque no había nada que me salvara del regaño de Scott y lo confirmé cuando cerró la puerta, ya que siempre la tiene abierta salvo cuando está con un cliente o cuando no quiere que los demás escuchen lo que tiene que decir. Caminó en silencio de regreso para sentarse frente a mí y coloco ambos brazos en la orilla del escritorio.

- Felicidades _____, la presentación estuvo estupenda como siempre.

- Gracias - respondí tímidamente mientras le daba un sorbo a mi vaso de agua.

- Pero, eso no te salva de que tengamos una charla tú y yo, sabes que te aprecio ____, eres una gran chica y además eres comprometida con tu trabajo y precisamente eso es lo que me preocupa, ¿qué pasa contigo?, la semana pasada llegaste tarde, no te dije nada porque fue un día después de tu cumpleaños y bueno, puede ser comprensible, pero hoy te retrasaste más de dos horas, no me dejaste la presentación y la tenías guardada con llave, no respondías el movil y no te reportaste para, al menos, saber que estabas bien.

- Perdón, te podría dar miles de excusas, pero la verdad fue que me quede dormida, anoche no dormí bien y mi celular estaba dentro de mi bolso y no lo escuchaba.

- Agradezco tu honestidad, eso es lo que me siempre me ha gustado de ti, pero aparte de eso, te noto extraña, has estado distraída, ausente, ayer confundiste los slogans de unas marcas que no tienen nada que ver entre sí, ¿tienes problemas ____?, sabes que puedes confiar en mí

Rompiendo ReglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora