Sueños.

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Abrió los ojos aunque más bien pareciera que seguían cerrados pues sólo encontró oscuridad total. Avanzó escasos pasos a ciegas, hasta que, como si de una luz divina se tratase, una pequeña zona se iluminó delante de ella. Cuanto más se acercaba, más claro veía una pared enorme de roca grisásea. Llegado a un punto, inclinó su vista hacia una extraña figura negra la cual tenía su cabeza escondida entre sus rodillas tapada por su azabache cabellera. La joven retrocedió asustada y temblorosa, contemplando cómo la cabeza de la niña se alzaba para mirarle a los ojos. En ese instante pudo observarla más detenidamente  su apariencia: parecía una niña pre-adolescente, de unos 13-14 años, vestida con un traje blanco arapiento y sucio; su cara, llena de polvo y serena, más bien parecía ser el rostro de una mujer que ha vivido demasiadas experiencias duras. La niña se le quedó mirando sin imutarse, como si estuviera intentando leer su mente. La otra, por su parte, se limitó a observarla, esa niña le resultaba familiar.

A los pocos segundos la pequeña giró su cabeza hacia la derecha, indicándole un punto fijo a escasos metros de donde se encontraban ambas, haciendo que la segunda también fijase su vista hacia el mismo lugar. Ante ellas, una pequeña columna se levantaba cada vez más, mostrando un cofre de madera en lo alto, viejo pero en buen estado. La niña siguió mirando el cofre sin imutarse, por lo que la joven entendió que eso era un regalo para ella. Precavida y curiosa se acercó hacia el objeto, colocando ambas manos a cada lado para abrirlo. Sin embargo, la cerradura que abría el cofre pasó desapercibida para ella, por lo que desorientada, miraba a todos lados intentando buscar la solución cuando sus ojos se depositaron de nuevo en la pequeña. De su cuello, colgaba un collar de plata con una letra china que encajaba  perfectamente en el hueco de la cerradura. Algo asustada por la reacción de la pequeña, acercó su mano hasta el collar que finalmente quitó del cuello de la niña para introducirlo en la cerradura. Al instante se oyó un "click" confirmando la apertura de la caja.Cuidadosamente levantó la tapa hasta divisar lo que se hallaba en su interior: un corazón medio putrefacto y cosido. La joven ahogó un grito y se quedó estáticamente observándolo. Segundos más tardes, introdució la mano, sintiendo el tacto del tejido muscular entre la yema de sus dedos para finalmente palparlo con la mano. Desde el primer instante en que lo rozó, un escalofrío electrificó su cuerpo; extrañamente sentía como si se estuviera tocando su propio corazón.

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