El fin de la pesadilla.

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Después de estar un buen rato acariciándose, se limpió las lágrimas y suspiró cansada. Alzó la vista de nuevo para ponerse a recordar a Nicolás.

-Cuatro años ya ¿eh, hermanito? -esbozó una sonrisa triste- Cómo pasa el tiempo... -susurró. 

"Jajaja, vamos nee-chan. ¡Qué ganas de salir de la pantalla y comerte a besos!"

"¡Jajajajajajajaja! Eres una loquilla. Te quiero mucho."

"Yo... yo ya no quiero ser tu hermano. No me malinterpretes... No quiero ser tu hermano porque no puedo verte como una hermana."

"Dios, me has hecho tan feliz. Te amo una y mil veces por siempre."

Puso la mano en el pecho mientras un río de lágrimas amenazaba con salir de nuevo.

"Yo... Estoy enamorado de Nicole."

"Te quiero muchísimo."

"Me cerraré la cuenta. Cuídate mucho. Te Quiero."

Agachó la cabeza dejando que el fleco tapara sus azabaches ojos a la vez que apretaba con fuerza su lado izquiero del pecho. Una sucesión de gemidos y de hiperventilaciones se apoderaron de ella, sintiendo cómo empezaba a faltarle el aire y su estómago y garganta se hacían un nudo. Sin poder aguantar mucho más, gritó desde sus adentros, irritándosele la garganta y quedándose medio afónica sin dejar de llorar, perdiendo el conocimiento poco a poco...

- ¡Ey! ¡Despierta! ¡La sesión ya ha terminado! 

Lentamente abrió los ojos y por unos instantes se cegó con la luz del sol que atravesaba un gran ventanal a su lado. Al entrecerrar los ojos, pudo divisar a una chica rubia de ojos claros que mostraba preocupación en su rostro.

-Menos mal... Estabas teniendo convulsiones y el psicólogo y yo nos estábamos preocupando... -puso su mano encima de la joven y con voz tierna susurró- ¿Estás bien?

-No se preocupe Samantha. Es normal que esto haya pasado. -dijo un hombre que se encontraba enfrente de las muchachas sentado detrás de su escritorio- Si me ha dicho que no es la primera vez que le pasa, entonces es que hemos dado con el problema. Lo mejor será calmarla y que venga en la próxima sesión. 

La chica rubia la miró enternecida y le acarició la cabeza para luego ayudarla a sentarse en el sofá. Al cerciorarse de que la joven se encontraba bien, le dedicó una sonrisa de tranquilidad y se acercó hacia el hombre para sentarse en una silla enfrente de él, dispuesta a escucharle. La otra, por su parte, intentó aclarar su mente, mirando a todos lados y reconociendo el lugar: se encontraba en una sesión con su psicólogo. Aturdida por lo que acaba de experimentar, apoyó ambas manos a cada lado de ella para ayudarse a levantar. Alzó la cabeza escuchando débilmente la charla tan amena que esos dos tenían enfrente de ella. Fijó la vista en la rubia: era Samantha, su mejor amiga desde siempre, rubita de ojos azules, un corazón enorme y más loca que  una cabra con tripis encima. Sonrió al verla de nuevo y se levantó para dirigirse hacia ella y escuchar más de cerca la conversación.

- ... lo que necesita ahora es descanso y apoyo. Una buena manera de superar estos acontecimientos es hablar del tema, pero nunca se debe presionar. Debe de ser el afligido quien comienza la conversación. -paró por unos instantes para dirigir su mirada hacia la paciente- Debería hacer actividades que la motiven y conocer gente nueva. Y, por supuesto, debe de eliminar las cuchillas de inmediato. Si vuelve a tener ganas de cortarse, le recomiendo que acuda a una especialista.  También puede leer libros y escribirlos, practicar su deporte favorito y pasar tiempo con sus amigos. ¿Lo ha entendido? -la joven asintió obediente- Bueno, ya verá que todo se solucionará. Hasta la próxima sesión, Irina.

- Hasta la próxima doctor...

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⏰ Última actualización: Jul 05, 2013 ⏰

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