¿Y si para mañana ya no estoy?
Esa es la pregunta que Byun Baekhyun se ha estado haciendo desde que conoció el límite de la soledad. Pero, ¿qué más puede hacer? ¿salir a correr? ¿jugar con amigos talvez? No. Simplemente no, no lo hace. No puede. ¿Por qué? Sencillo, tiene que quedarse dentro de su casa. Su cuarto. Su pequeño mundo. Desde pequeño, siempre deseó jugar con los demás niños, sentír el aire fresco en su rostro, correr hasta cansarse y volver a comenzar.
Tal vez... sólo tal vez, si no habría nacido con esa estúpida enfermedad, él estaría disfrutando como ellos, que jugaban sin límites ni restricciones. Tal vez y sólo tal vez, su madre no tendría que pagar tantas cuentas de hospital y estaría en casa más seguido. Tal vez y sólo tal vez, su padre aún seguiría con ellos, serían una felíz familia y cenarían juntos. Talvez y sólo talvez, no estaría curando sus muñecas y antebrazo de esos llamativos cortes. A lo mejor era destino, el no lo sabía, solo recordaba haber escuchado algunas cuantas veces a su madre decirle que no era su culpa, nunca lo era, aunque él si lo sentía así...
Pero no.
Y Byun Baekhyun lo sabe.
No importa cuanto fantasee sobre su vida en una situación mejor. Menos lamentable. Más normal. Simple. Felíz. Él lo sabe, pero no puede evitarlo y simplemente se imagina por las noches mientras trata de conciliar el sueño, cuando trata de poder dormir e irse mentalmente a otro lugar, donde no haya gente, donde la culpa nonlo consuma, donde no se sienta como una carga o un error que insiste en persistir, en esa realidad, que no era realidad pero que lo hacia sentirse mejor al menos por unas horas, por eso decidió que si llegaba el momento de dormir para siempre, el sería más felíz que nunca.
Se imaginaba si mismo salir corriendo de ese repugnante cuarto de hospital y no regresar. Tál y como lo hizo su padre...
Verano 1992
2 palabras pueden cambiar muchas cosas, momentos, sentimientos, futuros. Sin duda este fue el caso de Fei, que daba noticias a su novio Hyunjoong, dos chicos inexpertos de la vida. Adolescentes, jovenes con vidas por delante. O almenos creían eso.
-Estoy embarazada- ante lo dicho, reinó un largo silencio.-¿Qué?, ¿Por qué me lo dices a mí?- atacó un incrédulo Hyunjoong con el ceño fruncido y la mandibula apretada, tenso. Mientras observaba la puerta de la cafetería, planeando su escape, como si fuera un fugitivo criminal o algo parecido.
-Tengo un re -comenzó la chica que hasta aquí, conocemos como Fei, la deseable chica que nunca decía que no. Si de hombres se trataba.
-Me refíero a como sabes que es mío. - interrumpió con un tono amenazante, de no mucho agrado para las demás personas que estaban en ese lugar. Volteando incómodamente hacía los lados y aclarando su garganta, el antes mencionado tomó el asiento a su lado y como si del clima se tratara, retomó el tema. - Abórtalo - pausó- si de verdad es mió, abórtalo.
-No puedo- contestaba simple ella, pensándoselo dos veces antes de decirlo.- Mi madre lo sabe y me ha echado de casa- explicó, al tiempo que cruzaba las piernas mirando a la cara a su acompañente. Cuando las personas dan malas noticias, tienden a usar un tono fúnebre de preocupación. Para Fei no era el caso, ella simplemente luchaba contra las ganas de vomitar que se revoloteaban en su estomago como las mariposas qur alguna vez sintió por Hyungjoong.- Si llego a casa... y le digo a mi madre que siempre no, que ya no hay bebé, no creo que se trague la historia de que era un broma- rió un poco, antes de sacar un cigarro.