Era otro día que amanecíamos hablando, odiaba el hecho de que me dijera cosas chistosas y tener que aguantar la risa, ya que si me reía, mi mamá sabría que amanecí de nuevo en la computadora.
Recuerdo que él me dijo que le diera un momento, saldría a fumarse un cigarrillo, en su ausencia lo único que hacía era ver sus fotos, aunque las hubiese visto millones de veces antes, no me cansaba de verlas. Ahí me di cuenta que me estaba comenzando a gustar y que eso no podía ser posible, siempre estuve en contra de las relaciones a distancia, ya que siempre aparecen terceros, en una relación podría aparecer hasta un perro. Me negaba a tener una relación a distancia, sabía que no soportaría estar enamorada de alguien que jamás he visto, o que podría ver una vez al año, o algo así... Cerré sus fotos y esperé a que regresara, apenas comenzamos hablar de nuevo ese pensamiento de "no puedo tener una relación a distancia" se había desvanecido. Era muy molesto no poder dejar de derretirme con su estúpida mirada, como me encantaba.
De repente escuche la puerta del cuarto de mi madre, así que corrí a esconder la lapto debajo de mi cama y fingí estar dormida, ya que sabía que ella entraría a mi cuarto a ver si había amanecido de nuevo. Apenas entro, y creyó que estaba dormida, se fue, pero esperaría a que se fuera de la casa para poder seguir hablando con él.
El tiempo pasaba muy lento, o al menos así parecía, quería hablar con él y mi madre aun no se iba. Rato después volvió a entrar a mi cuarto, sentí como se quedo un rato esperando a ver si de verdad estaba dormida, yo no aguantaba la risa, cerró la puerta de mi cuarto y se marchó. Listo, ya podía seguir hablando con él, pensé.
Abrí mi lapto, él me había mandado una foto mientras fumaba, y ahí estaba... Maldita mirada, que sensual es, me daba muchísima pena decirle eso, así que lo reservé para otra ocasión.
Habíamos caído en una rutina, pasaban los días y seguíamos amaneciendo, yo fingía estar dormida hasta que mi madre se marchara al trabajo, mis ojeras cada día se notaban más, era una total locura en lo que caí con este chico, pero me agradaba esa rutina. Solo pensaba en como rayos haría para hablar tanto con el apenas comenzara las clases, ya que estaba de vacaciones si podía amanecer, pero ¿y luego? Sentía como me comenzaba a doler la cabeza de pensar tantas cosas, entre esos pensamientos se encontraba él, era obvio.
Realmente no me agradaba la idea de que me estuviera comenzando a gustar, no sabía que sentía o que pensaba él, me daba miedo que me hiciera daño, o que me acostumbrara a hablar tanto con él que luego por alguna razón dejáramos de hablar, es obvio que me afectaría, sería horrible, no sabía ya que más podía llegar a pensar, el miedo invadía mi cuerpo desde el primer momento en que despertaba.
Él me pasaba fotos de él, le encantaba andar en patineta, se notaba que era bueno, y eso me agradaba.
Pero luego de tantas conversaciones, ocurrió un pequeño cambio, ya no eran conversaciones escritas, eran llamadas telefónicas.
Él me pidió mi número, me daba muchísima pena hablar con él por teléfono pero tenía curiosidad de como era su voz, aunque sabía que sería una llamada muy larga, al igual que nuestras conversaciones escritas.
Me daba nervios el simple hecho de escuchar su voz, apenas vi la llamada, el celular repicando entre en pánico, no quería contestar el teléfono, pero lo hice y escuché su voz...
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A larga distancia.
Teen FictionEra 2010, todo el mundo hablaba por messenger. Jamás imaginé que conocería al amor de mi vida de esa manera, con altas y bajas, el sentimiento era mutuo, y algo que jamás me esperaba, que fuera tan duradero... A pesar de la distancia. Ahí me encontr...