Capitulo 3: La sonrisa

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Habían pasado demasiados días desde que Armus había visto a Harry, si su cabecita fuera un poco mayor podría calcular que no solo eran días, semanas a decir verdad, incluso hasta uno o dos meses. Le había dejado de ver unos días después de la ultima noche que ceno con él y su padre, la noche en que Armus realmente se sentía muy mal por Harry porque se había ido de su casa llorando por algo que aún no entendía muy bien, las cosas de los mayores eran muy raras o eso pensaba él.

Su padre. Su padre casi se había convertido igual que Harry, nunca le veía y cuando lo hacía, estaba tan serio como el abuelo Lucius y su cara realmente estirada con el ceño levemente fruncido. Muy apenas, Armus sabia distinguirlo gracias a poseer una mirada muy curiosa, que decir de su humor, Armus no podía asegurar si su padre estaba molesto o no, porque lo único que decía era cosas como “Armus siéntate como es debido”, “Puedes pasarme una servilleta”, “Pensé que había quedado claro que los perros no se acercaban a la hora de comer”, “Codos abajo jovencito”. Esa era una actitud de su padre muy familiar, sin embargo, esa forma en que las comisuras de sus labios se levantaban un poco se habían ido por completo, casi igual que la partida del señor Potter.

A veces cuando Armus estaba en su habitación no le gustaba estar sin hacer nada, porque se ponía a pensar sobre lo que pasaba con su padre y eso también le llevaba hacia Harry, se sentía culpable en cierta parte porque creía que su padre era malo en algún punto y solo hacia sufrir malos ratos al héroe, pero al ver a su padre así se preguntó quién sería el malo de la historia, porque si... Padre lo fuera, estaría feliz, sin embargo, no lo estaba y ese era el último deseo de Armus.

Después de unos días todo cambio, dio un giro totalmente, Vera, jamás le cuidaba por las noches, las noches eran para su novio o eso decía ella entre risas cuando su padre se iba y él le preguntaba si se quedaría.

Pero Vera estaba ahí, frente a él y era de noche, su programa favorito del perrito azul que buscaba pistas estaba en la caja mágica y esa solo salía por las noches o muy de mañana, pero él aún no iba a dormir así que era de noche, además las estrellas resplandecían por su ventana.

─ ¿A dónde ira Padre? ─preguntó un poco distraído mirando hacia la puerta por donde su padre había salido segundos antes.

─ Él ira por un poco de diversión, así que tu deberías hacerlo mismo y mirar pistas de blue ─murmuro Vera, mientras le tomaba en brazos para dejarlo después sobre el sillón.

─Yo quiero ir con padre ─resopló mientras se cruzaba de brazos brindándole una imagen muy adorable a Vera

─Son cosas de adultos, te aburrirías.

Armus resopló nuevamente como toda respuesta, él no se aburriría jamás, él ha estado rodeado de adultos toda su corta vida, él incluso es un adulto en un cuerpo de niño, o eso es lo que el realmente piensa.

Después de la cena, Armus estaba malditamente agotado, ¿o como dice su padre?, sí. Malditamente agotado. Por lo regular Armus duerme a las nueve, nueve con treinta el está realmente muy dormido, pero son las diez y cuarto y él no estaba ni cerca de su habitación. Vera se había quedado dormida a un lado de su lugar en el largo sofá, con una cobija que ella misma había traído de casa, llena de leones y animales de la selva, que en lo personal a Armus le encantaría ver en persona algún día.

Cuando Armus había logrado totalmente dormir, la manija de la puerta se movió muy apenas, pero Armus alcanzo a escuchar aquel sonido, ya que estaba fuera de su área de confort, él era, o bueno él estaba muy alerta respecto a todo. Se metió bajo la cobija de Vera, fingiendo ser alguna parte de ella para no ser descubierto por el intruso.

Segundos más tarde escucho la risa cantarina del señor Potter, ¡Del señor Potter! Sobresaltado por la euforia de ver de nuevo a un amigo que no era tan formal como sus abuelos o su padre, Armus salió de su escondite, pero de inmediato regreso por completo mirando la señal que su padre le hacía a Harry de guardar silencio, como la que le hacía a él cuándo iban a ver a la abuela Narcissa.

─Shh, Vera está ahí dormida ─Draco susurro con voz patosa mientras terminaba de cerrar la puerta en silencio

─Está dormida, sunshine tú mismo lo has dicho ─murmuro un Harry muy feliz y atontado con las mejillas muy rosadas.

Sin embargo, Armus se preguntaba por qué venían así y por qué Harry llamaba así a su padre, el sabía que su padre y el señor Potter no se llevaban bien y ahora hasta un apodo un poco raro tenían, aun así no salió de su escondite, decidiendo quedarse a ver un poco más.

Harry se balanceaba sobre sus pies, estaría a punto de caerse si es que Draco no le hubiera tomado por las caderas, de una forma protectora, Armus medito que ellos realmente habían hecho las paces y volvían hacer tan amigos como cuando su padre le había nombrado San potty al elegido.

─ Guarda silencio, insufrible cuatro ojos y vamos a mi habitación ─fue lo último que Draco alcanzo a decir antes de desaparecer con Harry de la mano.

Una vez que Armus escucho que se habían ido hasta la habitación de su padre, tal y como este había dicho minutos antes, se bajó con cuidado de no despertar a Vera del sofá, para caminar de puntillas hasta su habitación, no sin antes sonreír al escuchar las risas que provenían de la habitación de su padre. Llego hasta su cama, metiéndose rápidamente bajo las cobijas, abrazándose completamente así mismo, sonriendo aun con los ojos cerrados, porque tal vez, su último deseo se estaba cumpliendo al fin.

Cuando despertó por la mañana un fuerte aroma a panqueques le hizo salir de su cama, se levantó casi como por arte de magia gracias a este aroma, casi corrió por el pasillo deteniéndose en la puerta de la habitación de su padre que estaba abierta de par en par, cosa que su padre jamás hacía, mucho menos su cama mal formada, aun así decidió ignorarlo y seguir su camino hasta llegar a la cocina, donde por poco choca con la puerta del congelador pero gracias a que Harry la cerró con rapidez no sucedio, además de recibir una amigable caricia sobre su cabello, que en realidad es como un tormento ya que hace su cabello despeinarse aún más de lo que el rebelde ya amanece.

─ Hola campeón ─dijo Harry muy sonriente.

Armus solo sonrió y se abrazó con fuerza a su pierna, había sido mucho tiempo sin verle, más por lo especial que Harry se había convertido para él, el hecho de que estuviera ahí por la mañana, en una pijama que probablemente su padre le presto para quedarse, era un sueño que Armus ni siquiera se había permitido pensar.

Después de unos minutos se separó caminando hacia su padre, quien era el que cocinaba esos panqueques que olían delicioso y justo cuando volteo hacia Armus, él lo notó.

Draco estaba ahí, frente a la sartén donde preparaba el desayuno, en su pijama favorita, moviendo alegremente su mano, justo cuando volteo hacia Armus. Él pudo verlo, sus ojos brillaban de una forma muy encantadora, las comisuras de sus labios estaban arriba, más arriba de lo que Armus había visto jamás, sus labios, sus labios estaban levemente separados, mostrando sus perfectos dientes, en una sonrisa grande pero discreta y cálida, Draco estaba sonriendo... ¡SU PADRE ESTABA SONRIENDO!

No era una alucinación, su padre estaba sonriendo, la sonrisa alcanzaba a llegar hasta sus ojos y sus ojos sonreían a la vez, eufórico Armus solo volteaba de Harry hacia su padre, mordiendo su labio inferior repetidas veces, no importaba si estaba mal o si eso no lo haría un Malfoy. ¡Su padre estaba sonriendo! Gracias a Harry, el elegido Armus estaba seguro, muy agradecido por eso.

Tres Deseos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora