Mi madre sangraba hasta el punto en que su sangre se impregnaba en mí. Sus gritos eran cada vez más fuertes y mostraban un sufrimiento... algo que ni yo mismo podría haberme imaginado. Se tocaba la cabeza y se golpeaba contra la pared una y otra vez hasta que su cráneo sangraba. La miraba con un desconcierto, cada vez que la tocaba me gritaba y me maldecía como si yo mismo fuera el culpable de ello. Mi padre harto de aquella situación decidió ir a la calle pero no sabía muy bien a donde.
- Tu padre ya no... - Vomito sangre – Ya no me quiere. –
Me partía el alma verla en aquella situación pero no sabía qué hacer, tan solo soy un joven de dieciocho años que ve a su madre en aquella situación en donde ni los doctores más sabios del mundo saben que tiene. Una enfermedad desconocida que apenas ataca a la cuidad pero que es muy peligrosa y que cualquier contacto con la persona infectada, no durarías ni un mes sano.
Recorría toda la habitación, mi madre se estaba quedando sin orientación. Me miraba de una forma desconocida... como si me quisiera atacar. Se cayó al piso y sus signos vitales no respondieron.
- ¡Mamá! – Grite mientras la sacudía.
Al abrir aquellos ojos, su mirada había cambiado ferozmente. Los abrió de tal forma que ni yo mismo podía ignorarlos.
- ¡Es tu culpa! – Me tomo del cuello con mucha fuerza.
Agarre aquellas manos frías, las trate de quitar de mi cuello pero su fuerza era mayor que la mía.
- Ma... Mamá me lastimas – Apenas si podía hablar.
Se fue levantado pero nuca soltó aquellas manos.
- ¡Te odio! – Gritaba.
De pronto se abrió la puerta y en la luz se encontraba mi padre con pistola en mano.
- Suéltalo Karla. –
Al decir eso, mi madre me soltó y retrocedió muy lentamente. Sentí como el aire regresaba a mis pulmones y que mi visión volvía a recuperarse.
- Lo siento mucho es que yo... no sé lo que hice. Pierdo la conciencia de mis actos. – Se apretó la cien. – Una desesperación me acompaña... no sé lo que me pasa... yo... yo... no sé. – Se paró firmemente. - Mátame antes de que termine matando a nuestro hijo. –
- No mamá... -
- Chris... por favor. –
Cerró los ojos y cuando los abrió su mirada volvía a ser la misma que de antes.
- Recuerden que los quiero. –
Corrió para poder atacar a mi padre pero este soltó una bala contra su cabeza. Cayó en el piso y su sangre recorrió toda la habitación hasta llegar a mis manos, llorando, las lágrimas caían en aquella sangre haciéndose una sola.

ESTÁS LEYENDO
Enfermedad CH-42
Ciencia FicciónDurante varios meses, una enfermedad se ha propagado por todo el pueblo en donde se encuentra Christian. Su madre es la primera afectada y de ahí observa el gran impacto que conlleva cargar con ese virus. Los científicos se han preparado para pode...