Sugiero leer mientras escuchan el audio que dejé en multimedia.
Salía de mi choza, a pesar de que estaba construida a base de troncos, cañas y paja, me parecía un lugar muy acogedor, hasta podría llegar a decir que era la más hermosa en todo el clan, después de la de mi hermano el Cacique, claro. En cuanto llegué a la solitaria playa me senté a contemplar el olaje.
Habíamos dejado listos los preparativos para el día de hacer culto a Maleiea, el dios creador, una fiesta importante para mi pueblo, pero se cruzaba con una celebración muy especial para mí, el día de honrar al dios mar, en conmemoración a esa fecha especial en que lo vi.
La luna brillaba en todo su esplendor sobre las calmadas aguas de la playa, ya casi todos habían regresado a sus casas, listos para dormir y así terminar el día, pues desde muy temprano comenzaba la celebración y mi hermano en persona se había encargado de que así fuera.
Desde detrás de las palmeras me ordenó ir a dormir, no sólo para estar preparada para recibir el día de Maleiea, sino también porque era peligroso que anduviera sola por la playa a esas alturas de la noche.
Se preocupaba por mí y me seguía viendo como la indefensa hermana menor, aún cuando ya era toda una mujer fuerte e independiente.
Los minutos pasaban y yo seguía en la playa, no había ningún rastro de algún Wayú por la zona. El viento corría y erizaba mi piel, fue entonces cuando el agua empezó a burbujear y él salió de allí, lo recuerdo perfectamente, era alto y fuerte, tenía su pecho descubierto y era adornado por una especie de armadura, sobre su cabeza llevaba una corona y el resto de su cuerpo era una larga cola de pez azul oscuro que se confundía con el mar que era oscurecido por la noche y en su mano lleva una especie de arma extraña, al parecer tenía tres picos y era de oro. Creí que alucinaba pero todo cambió cuando escuché su gruesa y potente voz.
—Cuídate de las peligrosas aguas, bella mujer. Atlas oculta muchos secretos.
Sin decir más, se sumergió y desapareció en el olaje, fue en ese momento en el que mi forma de ver y pensar las cosas comenzó a cambiar.
¿Qué habría querido decir con Atlas? ¿Se refería al mar? ¿Existían más criaturas como él? ¿Cómo era posible que un hombre viviera bajo el agua?
Esas y muchas más preguntas divagaron por mi cabeza.
—¡Amara! — Escuché la voz de mi hermano y de inmediato abandoné mi impactado estado—. ¡Ya es tarde, te he dicho que vayas a tu choza!
—Está bien —contesté mientras me levantaba—. Estaba a punto de irme.
Así fue como lo conocí y supe que él existía y desde ese día, le celebré un culto especial. Era tarde, sería un gran día y debía dormir lo suficiente para ello, así que volví a mi hogar.
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Medusa Acuática ©
FantasyPrecuela de la Trilogía Guardianes Supremos. Antes de ser Medusa Acuática, fui Amara Llulah, una indígena importante en la tribu Wayú, símbolo de unidad en mi pueblo, hasta que me obsesioné con un dios, conocí un nuevo mundo y llegué a conver...