—¿Me amas?
—¿Aun lo dudas?
—Contigo nunca se sabe...
—Sabes bien que si...lo cual es absurdo para mí
—No tiene nada de malo que te guste mirar a las estrellas
...
Él era un dios joven, no tenía muchos millones de años de creación. Hecho a partir de la constelación osa mayor, nombrado por los demás dioses como la estrella Alioth. Alioth fue creado para velar por la seguridad de criaturas mágicas junto Pegasus y Hydra, tenía una misión como todos, un deber del cual estaba orgulloso y no dudaría en cumplir ni por un segundo de su casi inmortal vida. Pero incluso Alioth siendo un dios, descubriría lo mortal que podría ser un sentimiento como el amor.
...
No recordaba bien como había comenzado a frecuentar aquello, podría decirse que solo había sucedido cuando paseaba por la tierra de los mortales cuidando de sus criaturas cuando le conoció: cruel, maligno y despiadado, todo lo contrario a él pero que más se podría esperar de un demonio. Al principio lo detestaba con todo su ser, no toleraba como se atrevía a lastimar a todos sus adorados seres o a convertirlos en terribles criaturas del mal; si recordaba como al inicio todo eran peleas tratando de alejarlos de sus amadas creaciones y quizás era esa decisión a eliminarle lo que atrajo aún más al demonio de cabellos color oro.
—¿Dónde están tus hermanos, hijo de las estrellas? ¿De nuevo te dejan todo el trabajo a ti? Vaya que son unos flojos—hablaba con esa clásico tono de burla y cinismo que siempre frecuentaba, el cual tanto irritaba al joven dios. Estando en un lugar como la tierra de los mortales, ambos debían tomar una forma que les permitiera estar allí, por ende los dos podrían verse como unos simples humanos paseando un bosque cualquiera.
—Hasta donde se no te he dado ninguna autorización para llamarme así, Metallah...—sonrió ladino ante la mueca de molestia del demonio quien de tan solo recordar su nombre original solo sintió asco—¿Por qué no dejas todo esto y regresas con nosotros? ¿Por qué preferiste ser un...?
—Bien mi lord Alioth, no volveré a llamarle de esa manera si no le gusta pero si no quiere que le arranque los ojos le agradecería no volver a llamarme así de nuevo—para el joven dios fue más una gracia que una advertencia para tomarse en serio el que el rubio se tornara rojizo por unos momentos.
—Oh discúlpame si te ofendí, Bill...
Él no era más que otra simple creación del gran dios a raíz de una constelación y al igual que Alioth tenía una misión y deber pero por supuesto que nada bueno ocurre cuando los dioses se corrompen por la maldad, eso había ocurrido a Metallah, creado a partir de la constelación Triangulum. Ahora no era más que un poderoso demonio que trataba de destruir lo que sus antiguos iguales habían creado ¿Por qué? Quizás mero capricho de su parte; Bill Cipher, como ahora se hacía llamar, no tenía demasiados motivos para lo que deseaba: la mera destrucción. Pero entonces claro apareció Alioth, quizás el más joven y posiblemente un poco más ingenuo que sus iguales pero a la vez el más puro de ellos y el ser que se llegó a convertir en su obsesión.
...
Lo odiaba, Bill realmente lo detestaba ¿y cómo no? Aquel mocoso insolente le llamaba por su antiguo nombre cada vez que le veía. Lo aborrecía, no quería saber de su antigua conexión con los dioses, solo quería destruirlos a todos...a todos menos a Alioth quizás, no lo entendía pero ese chiquillo provocaba cada cosa en él, quizás cuando lograse sus cometidos lo conservaría como un premio o inclusive una mascota. Aunque a la vez deseaba destruirle y así acabar con esa incomodidad en su ser que había comenzado a provocarle cada vez, pero solo conseguía sentirse más confundido y el tratar de asesinarle era aún más difícil.
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Eterno [Two-shot]
FanfictionDipper no siempre fue un humano ordinario, el interés de Bill por el reside en un rencor mas antiguo que su propia existencia en el escape mental.